La maternidad es complicada, sobre todo los primeros meses: lo que implica dar a luz, las hormonas, la incertidumbre y el cansancio. Y si a esto se le suma la falta de recursos hasta el punto de compartir habitación con tu bebé y con una amiga, no cambiarle el pañal hasta que se le irrita la piel y decidir si comes tú o el bebé, pone al límite a cualquiera.
Más de medio millón de menores sufren malnutrición en España. El que haya niños y niñas que no se alimenten bien implica que su formación y educación va a ser deficiente. Se reduce la capacidad de concentración, la memoria y el aprendizaje. Presentan bajo rendimiento académico. Problemas de atención y comportamiento. Mayor distracción en clase, hiperactividad o apatía. Y esto implica la reducción del potencial a largo plazo. Menor probabilidad de continuar estudios secundarios o superiores, y limitaciones en oportunidades laborales en la adultez debido a una formación deficiente.
Desde el punto de vista de la salud, los niños y niñas malnutridos suelen enfermarse más. Y así un largo listado de consecuencias negativas que suponen mayor gasto en salud pública, en educación, en atención especial en los centros… Todo esto sin nombrar, la cuestión moral que supone que esta situación se esté dando entre nuestros conocidos y vecinos.
Paralelamente, toneladas de alimentos infantiles se tiran al año por problemas en el etiquetado, por la cercana caducidad del alimento o porque algún criterio no cumple los estándares de calidad de la marca (textura, color…). Pero podrían ser consumidos perfectamente por miles de niños y niñas que lo necesitan para su correcto desarrollo.
Como solución a estas dos problemáticas surge Babydespensa hace 5 años. Se trata de un banco de alimentos pionero para menores de 0 a 3 años, que entrega en Madrid, Valencia, Salamanca y Barcelona alimentos básicos a familias que no pueden proporcionárselos. Actualmente la mayoría de productos que aportamos son donados por empresas. De esta manera, ofrecemos a las compañías un servicio para solucionar sus problemas de residuo alimenticio, haciéndoles cumplir la nueva ley de desperdicio, reduciendo sus costes de gestión y aumentando el valor de su RSC.
El objetivo es ampliar el número de beneficiarios en estas ciudades y extender el proyecto a nuevas localidades. Tenemos listas de espera de decenas de familias que no pueden ser atendidas porque no disponemos de recursos, sin embargo, los productos están y van a ser desperdiciados.
Tenemos confianza en que la situación puede mejorar entre todos, las empresas donando y Babydespensa reutilizando los alimentos. Se trata de un desafío compartido. Están los recursos, lo que falta es voluntad común. Que la colaboración deje de ser un eslogan y se convierta en una práctica real.