Las ciudades son elementos clave para combatir el cambio climático por numerosas razones. Las ciudades acogen a más de la mitad de la población mundial, lo que supone un total de 4.400 millones de habitantes, y se prevé que la población urbana se duplique para 2050. Esto significa que para entonces casi 7 de cada 10 personas en el mundo vivirán en ciudades. Debido a esta densidad de población, las ciudades también representan más del 80 % del producto interno bruto mundial y contribuyen en gran medida a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI).
Las ciudades consumen abundantes recursos, como energía y agua, y sirven como centros de transporte clave, lo que provoca la emisión de importantes cantidades de carbono a través de las extensas redes de carreteras, los sistemas de transporte público y los aeropuertos. A escala mundial, las zonas urbanas son responsables de alrededor del 60 % de las emisiones de GEI.
Si bien las ciudades contribuyen de manera significativa al cambio climático a causa de su rápido crecimiento y sus elevadas emisiones, también sirven como centros de innovación y de soluciones. De hecho, las ciudades ofrecen amplias oportunidades para aplicar prácticas sostenibles y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
A medida que las Partes se embarcan en la mejora de sus compromisos climáticos nacionales (también conocidos como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional o NDC, por sus siglas en inglés) para la 30.ª Conferencia de las Partes (COP30) en 2025, será fundamental garantizar que las partes interesadas más afectadas por la crisis climática y las que poseen la experiencia necesaria para aplicar políticas, acciones y proyectos relacionados con el clima participen activamente en el proceso de revisión de las NDC. En particular, esto incluiría a las poblaciones vulnerables de las ciudades, como las mujeres, los pueblos indígenas y la juventud, así como a líderes y profesionales con experiencia y conocimientos sobre la planificación de las ciudades.
Estamos comprobando cómo los fenómenos meteorológicos extremos son más frecuentes: Las ciudades están cada vez más expuestas a fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones, tormentas e incendios forestales, que provocan la pérdida de vidas y medios de subsistencia, el desplazamiento de personas y daños a las infraestructuras.
Comprobamos cómo aumenta el nivel del mar y existe mayor riesgo de inundaciones: Unas temperaturas más altas también están provocando lluvias más intensas e inundaciones extremas en ciudades en todo el mundo. Las ciudades costeras son especialmente vulnerables al aumento del nivel del mar, puesto que tienen una población cada vez más numerosa que vive en las zonas costeras. Los pronósticos indican un aumento del riesgo de inundaciones en cientos de zonas urbanas costeras densamente pobladas para mediados de siglo. De no tomar medidas contra el cambio climático, ninguna gran ciudad, sea del continente que sea, quedará intacta. En Lagos, Nigeria, una ciudad de baja altitud en la costa atlántica que, según las previsiones, será la ciudad más grande del mundo a finales de siglo, las pérdidas económicas debidas a las inundaciones ascienden ya a 4.000 millones de dólares de los Estados Unidos (USD) al año. Mientras tanto, Indonesia se dispone a sustituir Yakarta, la ciudad que más rápido se hunde del mundo, por una nueva capital recién planificada que aún no se ha construido.
Cada vez las olas de calor y los episodios de contaminación atmosférica son más frecuentes: Las zonas urbanas soportan una carga cada vez mayor debido a la recurrencia de las olas de calor. El «efecto isla de calor urbana«, impulsado por las actividades humanas y las infraestructuras construidas, intensifica las olas de calor y puede provocar temperaturas mucho más altas que las de las zonas rurales. Esto, combinado con la rápida urbanización, podría significar que las ciudades se están calentando a una velocidad dos veces superior a la del promedio mundial, con un posible aumento de las temperaturas de hasta 4 °C si las emisiones de gases de efecto invernadero mantienen su trayectoria actual. Además, las olas de calor empeoran la calidad del aire en las ciudades y plantean riesgos específicos para la salud en las zonas urbanas, lo que exacerba los impactos climáticos al aumentar las emisiones de carbono por la formación de ozono troposférico.
Todo ello nos genera amenazas para los alimentos y el agua: Las amenazas climáticas también suponen un riesgo fundamental para la salud, la calidad de vida, la seguridad de los sistemas alimentarios, la disponibilidad de alimentos, la escasez de agua y la degradación de los sistemas naturales. Las ciudades son responsables de alrededor del 75 % del consumo mundial de recursos naturales, y la variabilidad y las perturbaciones de los sistemas que proporcionan fuentes fiables, de alta calidad y asequibles de alimentos y agua, pueden tener enormes repercusiones y ponen de relieve la importancia de reforzar los vínculos entre las zonas urbanas y rurales.
Además, estamos comprobando cómo aumentan las desigualdades: Los impactos del clima tienden a aumentar las disparidades sociales y económicas existentes, especialmente en los países en desarrollo, donde las ciudades afrontan un aumento de la migración de las zonas rurales a las urbanas, a menudo potenciada por los desplazamientos debido a los efectos del cambio climático. Por ejemplo, la ciudad de Daca, en Bangladesh, experimenta una afluencia de aproximadamente 400.000 migrantes al año, lo que intensifica los desafíos para su creciente población, que se enfrenta a vulnerabilidades relacionadas con el clima agravadas por un acceso limitado a los servicios esenciales. El aumento de la desigualdad, la pobreza urbana y la exclusión coincide también con el aumento de los asentamientos informales, donde los riesgos climáticos son más graves, que se han convertido en la forma dominante de crecimiento urbano: más de 1.000 millones de personas viven actualmente en este tipo de asentamientos.
Para que los países protejan a sus poblaciones e infraestructuras urbanas de estas dificultades cambiantes, es fundamental que adopten medidas de adaptación y refuercen la resiliencia de las ciudades y sus habitantes.
Las ciudades tienen una función esencial a la hora de anticiparse a los desafíos climáticos y hacerles frente. Al dar prioridad al aumento de las inversiones climáticas, a una planificación urbana ambiciosa y a políticas sólidas, las ciudades pueden contribuir de manera decisiva a traducir los objetivos climáticos mundiales en soluciones alcanzables a nivel local.
Por ello, es cada vez más importante elaborar planes climáticos locales en los que las ciudades se comprometan a reforzar su resiliencia al cambio climático, aumentar su capacidad de adaptación, reducir sus emisiones, mejorar su preparación ante los desastres, actualizar las estrategias de respuesta y adoptar medidas más firmes de adaptación y mitigación.
Los ejemplos concretos de acciones climáticas locales incluyen la inversión en infraestructuras ecológicas y resilientes al clima mediante la mejora de la eficiencia energética de los edificios, la ampliación del acceso a la energía limpia y el fomento del transporte con bajas emisiones de carbono. Además, las comunidades y las ciudades se pueden centrar en la gestión sostenible de residuos, la producción local de alimentos y la mejora de los espacios verdes urbanos para mitigar el efecto de isla urbana a través de bosques, parques y jardines urbanos. Para las ciudades costeras, esto puede significar reforzar la protección contra las inundaciones mediante diques, represas y malecones, y plantar ecosistemas de manglares como amortiguadores. Estos esfuerzos tienen el potencial de generar importantes reducciones de emisiones, al tiempo que aportan beneficios económicos a las poblaciones urbanas y las economías locales.
Evidentemente, la aplicación de estas acciones solo es posible si se solucionan los problemas de gobernanza, que incluyen limitaciones de financiación, voluntad política insuficiente, instituciones y economías centralizadas y prioridades contrapuestas.
Por ello, ahora más que nunca ¿miras o participas para luchar contra el cambio climático?
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional Contra el Cambio Climático

