La descarbonización y el control de emisiones de gases de efecto invernadero y huella de carbono son ejes fundamentales en los ámbitos de actuación que el sector de la edificación detecta como de acción prioritaria, si queremos cumplir los compromisos climáticos adquiridos. No obstante, no debemos caer en la visión de túnel de carbono y desatender otras urgencias que deben ser atendidas y observar en su conjunto los límites planetarios, que ya estamos superando.
La edificación en su conjunto representa el mayor consumidor de recursos a nivel mundial y nacional. Se estima que más del 50 % de todos los materiales extraídos a nivel global están destinados a la construcción. En 2021, la masa total de materiales de origen humano superó, por primera vez en la historia, a toda la biomasa del planeta, evidenciando la magnitud del impacto de nuestras actividades constructivas.
Esto conlleva efectos destructivos de gran alcance. El ritmo al que consumimos los recursos naturales es acelerado y desbordante, excediendo continuamente la capacidad de regeneración del planeta. Eso conlleva impactos como una exorbitante pérdida de biodiversidad, emisiones de gases de efecto invernadero, y contaminación, entre otros.
Por si fuera poco, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), si se mantienen las tendencias actuales, el uso de recursos naturales se duplicará para el año 2060. Hace falta un cambio de rumbo inmediato hacia una economía circular. Esta transición requerirá cambios profundos a nivel sistémico de manera coordinada. Se trata de nada menos que un cambio integral de la gestión de recursos en todos los niveles del sector, cambiando el modelo lineal a uno circular.
En el ámbito del carbono ya tenemos presupuestos de emisiones a nivel nacional conforme a un calentamiento de 1.5°C o 2°C, abriendo el camino hacia objetivos y límites basados en la ciencia para cumplir con nuestro compromiso climático. En cuanto a la huella material, hace falta un análisis detallado para entender los efectos del uso de recursos actual, establecer niveles de la huella material dentro de los límites planetarios, y establecer objetivos para el entorno construido.
En lugar de limitarse a identificar formas de reducir el uso de recursos, es necesario invertir la lógica: partir de la pregunta de cuánto podemos permitirnos consumir y, a partir de ahí, diseñar la manera en que el sector puede operar de forma viable dentro de esos límites. Esta aproximación la abordamos desde dos perspectivas complementarias:
- Un análisis desde arriba hacia abajo – cuanto nos podemos permitir para operar dentro de los límites planetarios, y
- Una perspectiva de la base del sector – Una evaluación del potencial de intervenciones y acciones para minimizar la huella material del sector, considerando sus capacidades y realidades actuales.
Es el momento ideal para intentar establecer una Hoja de Ruta de Economía Circular, planteando como objetivo integrar ambas perspectivas de manera coherente y complementaria, asegurando que las estrategias propuestas sean realistas, efectivas y alineadas con los objetivos de la economía circular.

 
  
 
 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 







 
  
  
 