La Inteligencia Artificial está transformando profundamente los negocios, los modelos de trabajo y la vida cotidiana. En este sentido, la IA ofrece, sin duda, un enorme potencial para impulsar los esfuerzos en sostenibilidad, si bien también trae consigo una serie de retos que hay que contemplar y que requieren medidas urgentes relacionadas con la ética y la responsabilidad.
Por ejemplo, la Agencia Internacional de Energía estima que, para 2030, la IA podría mitigar hasta un 4 % de las emisiones de CO₂ que genera actualmente el sector energético. No obstante, también prevé que el consumo de agua asociado a la IA alcance los 1,2 billones de litros anuales, en un contexto de creciente estrés hídrico. Del mismo modo, el Foro Económico Mundial estima que la IA generará 11 millones de nuevos puestos de trabajo de aquí a 2035, si bien también eliminará otros 9 millones. Así, los profesionales de la sostenibilidad se encuentran en un momento crítico: ¿cómo aprovechar el potencial de la IA para impulsar la acción climática o social, sorteando al mismo tiempo los impactos que también conlleva?
Desde Forética creemos que el alto potencial disruptivo de esta tecnología —a nivel social, ambiental o de gobernanza— requiere un uso responsable por parte de todos los actores. Por ello, a través de nuestro Manifiesto por una IA Responsable y Sostenible, proponemos una serie de principios que las empresas y organizaciones deberían considerar al desarrollar o implementar sistemas de IA.
En primer lugar, es fundamental alinear la innovación tecnológica con los desafíos ambientales. Por ejemplo, la IA podría ser una herramienta clave para luchar contra el cambio climático, pero no podemos obviar el propio consumo energético vinculado a esta tecnología. Minimizar estos impactos requiere invertir en soluciones más sostenibles, apostando por energías renovables, hardware de bajas emisiones o incorporando la sensibilidad medioambiental en el tratamiento de los datos, así como en la selección y entrenamiento de modelos. Como usuarios, también deberíamos considerar el coste ambiental al tomar decisiones sobre invertir o no en sistemas de IA.
Del mismo modo, la IA solo contribuirá a la descarbonización si impulsamos medidas proactivas para alcanzar los objetivos climáticos. Es decir, es clave que gobiernos y empresas adopten la IA estratégicamente, en aplicaciones que realmente contribuyan a afrontar la crisis climática. Por ejemplo, cada vez hay más herramientas de IA para medir nuestra huella de carbono o lograr una mayor eficiencia energética. También existen soluciones para monitorear la fauna y flora, proteger los ecosistemas en los que operamos o predecir fenómenos climáticos extremos y asegurar una mayor resiliencia operativa frente a los efectos del cambio climático. Si la IA tiene infinitas aplicaciones, pongámoslas al servicio del medioambiente.
Por otro lado, tenemos que anticipar y gestionar el impacto de la IA sobre nuestros distintos grupos de interés. En términos de talento, la transformación digital está cambiando el paradigma de habilidades, y empleados de todos los niveles deberán adquirir o reforzar sus competencias. En este punto, entran en juego variables como la resistencia al cambio, la incertidumbre o las presiones en términos de salud mental. Así, los departamentos de Recursos Humanos juegan un papel clave para identificar brechas críticas y liderar no solo una transformación tecnológica, sino también humana y cultural dentro de sus organizaciones.
En concreto, es fundamental analizar el impacto de la IA en las personas que ya están en situación de desventaja. La IA beneficiará a quienes puedan y sepan utilizarla; sin embargo, el acceso a la tecnología no es siempre equitativo: ni entre hombres y mujeres, ni entre jóvenes y mayores, ni siquiera dentro de una misma empresa. Por lo tanto, desde nuestras organizaciones tenemos la responsabilidad de asegurar un uso y desarrollo de la IA que garanticen la inclusión, la equidad, la no discriminación y que no deje a nadie atrás.
Como toda gran disrupción tecnológica, la IA viene con sus luces y sus sombras, y su potencial para beneficiar o perjudicar a la sociedad dependerá totalmente de cómo esté diseñada y de cómo decidamos utilizarla. Por ello, desde Forética hemos lanzado un grupo de trabajo de Inteligencia Artificial Responsable, en el que ya participan más de 30 empresas y organizaciones comprometidas con liderar la transformación digital con sentido y responsabilidad. Porque solo reflexionando sobre estas cuestiones podremos aprovechar el potencial de la IA para impulsar un cambio positivo.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Por una IA responsable, justa y equitativa