Desde la perspectiva de un gestor integral de residuos, en el contexto de la economía circular, el cambio climático no es solo una preocupación ambiental global, sino una realidad que impacta directamente en nuestra labor diaria. La gestión de residuos, tradicionalmente vista como una actividad logística o sanitaria, se ha convertido en un eje estratégico para mitigar los efectos del calentamiento global y avanzar hacia modelos sostenibles de producción y consumo.
Hay un indicador ampliamente aceptado, el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra, publicado por Global Footprint Network, que mide el momento del año en que la demanda de recursos ecológicos de la humanidad supera la capacidad del planeta para regenerarlos. Este año lo hemos alcanzado el 24 de julio, siendo el 2025 el año en que más temprano lo hemos alcanzado de toda la serie histórica de medición, lo que demuestra que estamos consumiendo los recursos naturales cada vez más rápido.
Este aumento del consumo de recursos naturales tiene un impacto directo en el cambio climático, por lo que debemos poner el foco en dos consecuencias:
- El consumo excesivo de recursos implica un mayor uso de combustibles fósiles, deforestación y generación de residuos, incrementando las emisiones de gases de efecto invernadero.
- La sobreexplotación de recursos naturales reduce la capacidad de los ecosistemas para absorber CO₂, agravando el calentamiento global.
La correcta gestión de los residuos actúa como palanca de mitigación de estos dos impactos. Transformar nuestros residuos en nuevos recursos que volverán al circuito productivo en forma de materias primas secundarias ayuda a evitar la sobreexplotación de los recursos naturales del planeta, evitando así emisiones de gases de efecto invernadero y preservando ecosistemas.
En el caso concreto de la gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), hay un residuo cuya correcta gestión impacta directamente en el cambio climático: los equipos de intercambio de temperatura. Frigoríficos y arcones congeladores cuentan en su interior con gases refrigerantes de efecto invernadero —como CFC, HCFC o HFC— que, si no se gestionan correctamente, su liberación podría contribuir significativamente al calentamiento global y a la destrucción de la capa de ozono. Por eso es fundamental garantizar que su reciclaje se realiza siguiendo los más altos estándares de calidad y excelencia.
Desde nuestra posición como gestor integral de residuos, en ILUNION Economía Circular, tenemos la oportunidad y la obligación de mejorar el mundo que nos rodea, de ser fieles al propósito de ILUNION de “Construir un mundo mejor con todos incluidos” ofreciendo una solución sostenible a la sociedad. La economía circular nos ofrece un marco para repensar el ciclo de vida de los materiales, priorizando la prevención, la reutilización y el reciclaje. Cada tonelada de residuos que evitamos enviar a un vertedero representa una reducción directa de emisiones, y cada producto que recuperamos y reintroducimos en el mercado evita la extracción de nuevos recursos y el consumo energético asociado.
Pero esta transición no es automática. Requiere inversión en infraestructuras modernas, innovación tecnológica y, sobre todo, voluntad política y social. La digitalización de los procesos, la trazabilidad de los residuos y la colaboración intersectorial con las Administraciones Públicas son claves para avanzar. Como también lo es la sensibilización ciudadana, ya que, sin una participación activa de la sociedad, los esfuerzos técnicos y normativos se quedan cortos. El primer eslabón de la cadena de reciclaje es la correcta segregación en origen de los residuos, y ahí es donde cada consumidor, cada uno de nosotros, tiene su parte de responsabilidad en el cuidado del medioambiente.
El papel del gestor de residuos ha evolucionado. Ya no somos meros operadores logísticos, sino agentes de cambio. Participamos en el diseño de políticas públicas, en la educación ambiental y en la creación de alianzas con empresas y administraciones. Nuestra labor tiene un impacto directo en la salud del planeta y en la calidad de vida de las generaciones futuras.
El cambio climático exige respuestas urgentes y coordinadas, y la gestión de residuos, bien orientada, puede ser parte de la solución. No se trata solo de recoger y tratar lo que otros desechan, sino de liderar un cambio de paradigma: de convertir los residuos en recursos y los desafíos en oportunidades.
En definitiva, el cambio climático nos interpela a todos, pero como gestores de residuos tenemos una responsabilidad especial. Porque en nuestras manos está la posibilidad de cerrar el círculo, reducir la huella ecológica y ayudar a construir un futuro más justo, inclusivo y sostenible. Y esa es una tarea que cuenta con todo nuestro compromiso.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional Contra el Cambio Climático

