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¿Cómo ha evolucionado el papel del Dirse a lo largo de los últimos años según tu experiencia?
Con la evolución que ha tenido el paradigma de la sostenibilidad en los últimos 10 años, el Dirse tiene ahora la posibilidad de influir. Su rol es ante todo transformador. Para ello debe leer y adaptarse al contexto y las necesidades de la empresa, que cambian.
En compañías globales y cotizadas como LLYC, en un escenario de incertidumbre y riesgo, el Dirse ha ganado un papel estratégico de Corporate Affairs. Su mandato gana espacio en tres territorios de acción: anticipar (riesgos y oportunidades), integrar (criterios ESG en decisiones y procesos) y acelerar (transformaciones medibles que impacten en el negocio). El impacto se ve en aspectos como la innovación, la eficiencia operativa, el acceso a talento y la preferencia del mercado.
A la vez, el esfuerzo pedagógico, integrador, mediador y práctico sigue siendo decisivo. El Dirse actúa como traductor entre negocio, regulación y sociedad, aterrizando la ESG en la gestión diaria y formulando las preguntas correctas. Y además, trabaja en un marco atravesado por la controversia ideológica y el debate político, y por las urgencias e inercias que toda empresa lleva consigo.
Por ejemplo, este año ha sido necesario resaltar que el compromiso con la Diversidad, la Igualdad y la Inclusión es una ventaja comparativa para atraer y retener talento, fortalecer equipos y mejorar la toma de decisiones, además de estar directamente vinculado con derechos humanos que estamos viendo amenazados. Seguir trabajando en ello es muy relevante.
En resumen, el foco se ha desplazado del cumplir a crear valor, y del relato a la evidencia.
¿Crees que la figura del Dirse ha ganado influencia en las juntas de alta dirección en los últimos años? ¿Por qué?
Está relacionado con lo anterior y se mueve por fuerzas diferentes como normativa, mercado o estrategia. Creo que es un espacio que hay que seguir ganando, como decía, con la evidencia, la relevancia de la “agenda” con la que se trabaja, y el impacto en P&L de que lo que se hace es bueno para la empresa.
La presencia va más allá de si la dirección o responsabilidad de sostenibilidad tiene una silla en el Consejo o en el Comité Ejecutivo. La presencia formal importa, pero la prueba decisiva es si los líderes reflexionan y toman las decisiones estratégicas incorporando también las perspectivas social y ambiental al negocio y haciendo evolucionar el gobierno corporativo, igual que ya lo hacen con las dimensiones financiera y ética. Se trata de consolidar el mindset de la sostenibilidad en la compañía, y que forme parte de la agenda de todos: CEO, CFO, COO, etc.
Además, no olvidemos que si esto ocurre también pueden usar su posición para influir y que la compañía sea referencial para aquellos de quienes quiere ganarse la confianza.
Esa es la manera de que la influencia del Dirse aporte valor real para la empresa y para la sociedad.
¿Qué sinergias y aportes profesionales y personales ha generado tu pertenencia a la asociación DIRSE?
Para mí el aporte es claro. La práctica de RSE, sostenibilidad, ESG, impacto, etc. es mucho más sofisticada que antes, y la responsabilidad de quienes la ejercemos es alta. Como decía antes, tenemos en nuestras manos la posibilidad de influir y contribuir a transformar. Al mismo tiempo, cuando hablamos de práctica, visión o soluciones todavía hay pocas cosas claras. Poder participar en un espacio de construcción común que trabaja con rigor es muy relevante.
¿De qué manera crees que deberían comunicarse los avances en materia de gestión responsable de las organizaciones?
Los avances en materia de gestión responsable deben comunicarse también de manera responsable. Este tema nos toca muy de cerca en LLYC como firma de Marketing y Corporate Affairs. Diría que esa responsabilidad se puede concretar en palabras como coherencia (lo que digo coincide con lo que hago), rigor (datos, materialidad, verificación) o cautela (oportunidad y equilibrio, evitando contar de más o de menos). Esta cautela no significa en ningún caso autocensura, es una comunicación estratégica. En ese territorio hay un gran espacio de oportunidad pero también de riesgo, los dos enmarcados en un contexto en el que la normativa avanza.
Y también está el tema de las disrupciones, a las que nos enfrentamos cada vez con más frecuencia. Es fácil ver que en esa comunicación hay material para conectar y construir relato, pero hay que pensar muy bien cómo activar ese capital de manera inteligente y que contribuya al futuro. Ahora el reto es especialmente relevante porque las empresas jugamos en un marco en el que no solo nos perciben y juzgan nuestros clientes, inversores o talento. También nos lee la IA que a su vez moldea percepciones y decisiones. Comunicar con datos estructurados, trazabilidad y lenguaje claro será diferencial para construir confianza y reputación en la conversación tanto con personas como con LLMs.
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