El verano de 2025 ha sido el más cálido registrado en España desde que existen datos. Una anomalía térmica de 2,1 °C por encima del promedio histórico nos recuerda que el cambio climático ya no es una amenaza futura, sino una realidad presente. Las ciudades, donde vive el 90% de la población española, se han convertido en epicentros del calor extremo. Y no solo por la atmósfera: el diseño urbano, los materiales y el uso energético intensifican el fenómeno, generando las conocidas “islas de calor urbanas”.
Estas islas de calor pueden elevar la temperatura nocturna entre 10 y 15 °C respecto a zonas menos densas, dificultando el descanso térmico y aumentando los riesgos para la salud. En este contexto, enfriar las ciudades no es solo una cuestión de confort, sino una necesidad urgente de salud pública.
Informes recientes de organismos independientes nos indican que cada vez es más necesaria una gobernanza transversal que conecte urbanismo, salud, movilidad y energía. Cada euro invertido en el lugar adecuado puede bajar grados y mejorar el bienestar de las personas.
Pero para actuar con eficacia, primero hay que visualizar el desafío. Hoy contamos con herramientas públicas y de datos abiertos que permiten cartografiar el calor por barrios e incluso por calles. Cada vez tenemos más y mejor tecnología disponible que nos ayuda a poder identificar las zonas más vulnerables y orientar las políticas públicas y la inversión.
Las soluciones más eficaces para combatir el calor urbano son las basadas en la naturaleza. Incrementar la cobertura arbórea al 30% puede reducir la temperatura media estival y salvar vidas. La sombra, natural o artificial, es esencial: Barcelona ha logrado descensos de hasta 15 °C con toldos en espacios públicos. También ayudan los materiales urbanos reflectantes, como cubiertas y pavimentos “fríos”, que disminuyen la temperatura y el consumo energético. Además, los sistemas de drenaje sostenible y los corredores de ventilación urbana mejoran la circulación del aire y reducen inundaciones. Todo esto son ejemplos concretos de cómo se puede contribuir a crear ciudades más resilientes y saludables frente al cambio climático.
La conclusión es clara: enfriar la ciudad debe entenderse como una política de salud pública. Y para que esta política sea efectiva, la financiación —pública y privada— debe llegar hasta el nivel del edificio, donde viven las personas. Aquí es donde la banca puede y debe jugar un papel clave.
En CaixaBank, asumimos este reto con responsabilidad y como una oportunidad de estar al lado de nuestros clientes para apoyarles en sus proyectos sostenibles con visión de futuro. Medir, priorizar y financiar con criterios verificables permite transformar cada intervención en grados menos y mayor confort térmico. En este contexto, la banca actúa como catalizador, movilizando recursos para convertir planes técnicos en acciones concretas que refuercen la resiliencia urbana frente al cambio climático.
Por eso, nuestra contribución va más allá de los préstamos individuales. Ofrecemos soluciones específicas para comunidades de propietarios, como cuentas adaptadas a sus necesidades y préstamos a medida para mejorar la eficiencia energética de los edificios, realizar obras de accesibilidad y confort, o implementar medidas de adaptación climática.
Además, facilitamos el acceso a las líneas ICO Verde e ICO Empresas y Emprendedores, que movilizan más de 22.000 millones de euros para financiar la transición verde y el desarrollo sostenible. Estas líneas permiten abordar proyectos de eficiencia energética, descarbonización industrial y adaptación al cambio climático, entre otros.
Una de nuestras iniciativas más destacadas es la Hipoteca Eficiente, que premia a quienes adquieren viviendas con certificación energética elevada. Este tipo de financiación no solo reduce el coste para el cliente, sino que incentiva la construcción y rehabilitación de edificios más sostenibles.
La sostenibilidad de las ciudades no es solo una cuestión de diseño urbano o política pública. Es también una cuestión de inversión inteligente, de compromiso social y de visión compartida. En CaixaBank creemos que el futuro de nuestras ciudades se construye con sombra, con árboles, con materiales que reflejan el sol y con corredores que dejan pasar el aire. Pero también se construye con financiación responsable, con productos que faciliten la transición y con alianzas que multipliquen el impacto.

 
  
 
 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 







 
  
  
 