Es preciso un cambio de narrativa para uno de los sectores, el de la construcción, con mayor responsabilidad en la descarbonización de nuestro planeta a partir de la oportunidad que mueve a la acción en tiempo de descuento, y que pone el foco en el diseño consciente de las nuevas arquitecturas, sin renunciar a la calidad proyectual, para favorecer la reducción de emisiones en los procesos constructivos, la renovación del parque edificatorio y la reformulación de los espacios públicos que habitamos.
Convertir estos procesos en circulares, revirtiendo los efectos desde otra manera de abordar los proyectos, pasando de ser consumidores de recursos y difusores de emisiones a incorporar como principio rector, la regeneración de los territorios afectados, todo ello, en esa búsqueda necesaria hacia el equilibrio entre economía y ecología.
Esta llamada a la acción resume algunos mensajes propositivos lanzados en el I Congreso Nacional “Construir en clave sostenible”, organizado por el Observatorio 2030 del CSCAE, con la colaboración de Saint-Gobain.
El evento reunió a representantes de los ministerios de Vivienda y Agenda Urbana, Transición Ecológica y Reto Demográfico y Ciencia, Innovación y Universidades; profesionales, asociaciones, universidades y empresas del sector, instándoles a reflexionar y a situar en primer término aspectos normativos prioritarios que contribuyan a crear un nuevo lenguaje arquitectónico en torno a la descarbonización.
¿Cómo podemos desde la arquitectura vislumbrar la oportunidad que ofrece la descarbonización para, desde la consciencia del profesional que proyecta, incorpore innovación en el diseño y explore el uso de materiales de proximidad, eficaces, durables y reciclables?
Los ejemplos expuestos por el arquitecto Manuel Bouzas, Premio Princesa de Girona de las Artes 2025, dan sentido a esta nueva visión: Arquitecturas efímeras, como el pabellón de Mediterráneo de Valencia en el marco del festival TAC!, que rescatan los oficios y todas esas inteligencias colectivas populares, que incorporan innovación científica, y se construyen con materiales identificados en su mapa de proximidad; o el pabellón de España en la Bienal de Venecia, un laboratorio que, desde la evidencia científica, demuestra otra manera de afrontar la construcción sostenible, o arquitecturas domésticas para el alquiler social, ejecutadas con procesos de industrialización de madera contralaminada del estudio Bosch.Ceapdeferro, crean nuevos valores estéticos ligados a la sostenibilidad. Son nuevas respuestas para un tiempo que apremia.
Es ahí donde entra en juego la nueva trasposición de la Directiva Europea sobre Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD), convirtiéndose en palanca hacia esa nueva semántica arquitectónica que, a través de un instrumento diseñado por la Secretaría General de Agenda Urbana, Vivienda y Arquitectura, el proyecto ARCE 2050 (arquitectura Cero de Emisiones 2050), actualmente en proceso de elaboración aunando la voz de todo el sector en torno su descarbonización, busca, desde la normativa y la calidad de la Arquitectura, convertirse en una senda firme hacia la neutralidad climática de esta Industria.
ARCE 2050 integra dos herramientas operativas. Por un lado, el Plan Nacional de Renovación de Edificios (PNRE), hoja de ruta enfocada a la renovación de barrios y edificios residenciales con el objetivo de ampliar el número de rehabilitaciones, con menor consumo energético, y define las normas mínimas de Eficiencia Energética (MEPS) para edificios no residenciales.
Y, por otro, el Código Técnico de la Edificación (CTE), del que la Dirección General de Arquitectura y Agenda Urbana adelantó sus novedades, que incide en los nuevos conceptos en los que se apoyará el diseño arquitectónico. Así, el DB-HE define el Edificio de Cero Emisiones con mayores exigencias en generación de energía eléctrica procedente de fuentes renovables y otros aspectos relativos a la energía solar.
Además, incorpora un documento de sostenibilidad ambiental (HSA), que define el Indicador de Potencial de Calentamiento Global (IPCG), medidor de las emisiones vinculadas a los edificios en todo su ciclo de vida, e introduce regulación sobre movilidad sostenible.
Esta apuesta decidida por la arquitectura de la descarbonización debe ir acompañada de una financiación a la altura, que busque diversificar fórmulas de atracción de la inversión para impulsar una rehabilitación integral a mayor escala. Para ello, debe haber un cambio de mentalidad y de estrategia, aportando creatividad para ir más allá de la subvención, encaminándonos a modelos de colaboración público-privada que insten a la participación y responsabilidad del sector, donde empresas, pymes, autónomos/as deben ser parte de la solución.
Los fondos europeos han funcionado de charnela para sembrar la semilla de la demanda ciudadana y movilizar capital privado en torno al dinero público, sin embargo, no son infinitos. Así, la creación del Consejo de Finanzas Sostenibles, el grupo de trabajo para estudiar nuevos modelos de negocios e instrumentos financieros, como los certificados de ahorros energéticos, nos dan una idea de la búsqueda de un ecosistema financiero estable.
La iniciativa “Construir en clave sostenible” llama a la acción, a un esfuerzo colectivo de todos los actores involucrados. Propone un cambio de rumbo desde una doble visión.
Macroscópica, analizando impactos sociales, económicos y ambientales que garanticen aspectos de calado como son una transición justa -con la implicación de la sociedad-, la mejora de la salud -desde la conciencia colectiva y profesional– y la viabilidad económica -con financiación continua-. Y una visión situada, microscópica, que pone el acento, como señaló Bouzas, en construir en clave sostenible “desde la movilización de los recursos y las inteligencias que forman parte de un determinado territorio: dibujar un mapa de recursos, de paisajes, de bosques, canteras, tierras… fuentes de energía renovables. Tomándose como una oportunidad única para desescalar y equilibrar las economías de la construcción con las ecologías de la producción”.
En esta doble misión, el Observatorio 2030 del CSCAE puede responder a sus objetivos, alineando agentes –Administraciones Públicas, profesionales, empresas privadas y ciudadanía– y sirviendo de correa de transmisión de conocimiento para coordinar propuestas de planificación estratégica, integradas y transversales.
En cuanto a los/as profesionales de la arquitectura, será nuestra responsabilidad encontrar este nuevo lenguaje arquitectónico que debe integrarse en la cultura como parte del proceso reflexivo.
Para ello, no es menos importante enseñar a las nuevas generaciones de arquitectos/as la toma de conciencia sobre la responsabilidad de nuestras intervenciones en las personas que habitan el planeta, así como en las metodologías: mapear los recursos de los lugares de proximidad, los flujos de materiales, los ciclos de la ecología que tienen que ver con esos recursos, explorando cómo los unimos y construimos.
Y finalmente, ser didácticos de manera efectiva, comunicando la importancia de la sostenibilidad en la arquitectura, no solo como una normativa obligatoria, sino como una oportunidad para entender que va más allá de meros cumplimientos.
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