España encabeza la generación de residuos en Europa con casi el 30 % del total, y una gran parte de ellos provienen del sector de la construcción. Esta cifra, alarmante por sí sola, lo es aún más si tenemos en cuenta que hablamos de un sector en el que todavía cuesta asumir plenamente la necesidad de adoptar modelos circulares. La nueva legislación sobre residuos plantea objetivos ambiciosos, pero su aplicación real dista mucho de ser generalizada, ya que según datos del Clúster de la Edificación, solo una de cada cuatro constructoras estaría cumpliendo este objetivo, y el conocimiento sobre la normativa sigue siendo muy bajo entre promotoras y agentes implicados.
Desde Omplim, nos parece necesario aprovechar fechas como el Día Mundial del Reciclaje para hacer una reflexión sobre qué prácticas están realmente implantadas en obra y cómo podemos, desde nuestra posición de gestión de proyectos inmobiliarios, contribuir a una mejora efectiva en la gestión de residuos. Hacerlo adecuadamente no consiste en colocar contenedores de colores en obra; implica planificar, separar en origen, coordinar la trazabilidad documental de cada fracción de residuo y trabajar con proveedores que aseguren su correcto tratamiento. Para nuestro equipo, es esencial entender cada obra como una oportunidad para reducir el impacto ambiental desde el primer plano, priorizando materiales con baja huella de carbono, origen de proximidad o potencial de desmontaje y reutilización.
Pero una estrategia realmente sostenible no puede centrarse únicamente en reciclar lo que ya se ha generado. La prevención, es decir, reducir residuos desde el diseño mismo del edificio, es una pieza clave. En este sentido, es importante seguir las mejores prácticas disponibles y los criterios establecidos por el Protocolo de gestión de residuos de construcción y demolición de la Unión Europea, que pone el foco en una jerarquía clara: primero prevenir, después reutilizar y, solo en última instancia, reciclar.
Por ello, tratamos de incorporar en las edificaciones que gestionamos soluciones modulares con dimensiones estandarizadas que, además de facilitar el montaje y la reposición, permiten reducir notablemente la generación de residuos durante la obra. A esto se suma una selección cuidadosa de materiales según criterios como una baja huella de carbono, durabilidad, facilidad de desmontaje y reciclaje futuro u origen de proximidad. Optar por materiales de bajo impacto ambiental no solo contribuye a la reducción de emisiones de CO2, sino que también puede reforzar una red de empresas proveedoras responsables —por ejemplo, al incorporar productos innovadores y/o certificados con ecoetiquetas como Cradle to Cradle— y así promover una economía circular real dentro del sector.
En los proyectos que gestionamos, llevamos un seguimiento documental exhaustivo —registros del peso de residuos generados en la obra, certificados de valorización, trazabilidad de los residuos desde su generación hasta su destino final—, lo que nos permite tanto cumplir con los requerimientos legales como evaluar, mejorar y afinar los procesos desde una lógica de mejora continua.
También trabajamos en estrecha colaboración con las constructoras para garantizar una correcta separación y clasificación de residuos en todas las fases de obra. Esta corresponsabilidad es fundamental si queremos evitar que el reciclaje quede en papel mojado y si realmente queremos evitar que el destino habitual de los residuos siga siendo el vertedero.
Creemos que el sector de la construcción tiene el deber —y la posibilidad real— de hacer una transición hacia modelos más sostenibles. No se trata solo de cumplir con una normativa, sino de asumir una forma de construir más coherente con los retos sociales y ambientales que tenemos por delante. Y desde nuestra posición, como agentes que gestionan y acompañan estos procesos, queremos seguir avanzando con compromiso, criterio técnico y responsabilidad compartida.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Reciclaje 2025