Con 113 años de historia, Compañías CIC no solo ostenta el título de ser la empresa más antigua de colchones en Chile. También ha asumido un liderazgo pionero en la incorporación de criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en una industria marcada por el alto volumen de residuos y la presión por la innovación sustentable. Su historia, que partió con la fusión de cinco pequeñas empresas de cátres para masificar el acceso a una cama, hoy da un salto hacia el futuro con el objetivo de repensar cómo descansamos y qué impacto genera eso en el planeta.
“CIC ha estado casi la mitad de la historia de Chile acompañando a las personas”, explicó Alberto Prado, encargado de Sostenibilidad y Certificaciones de la firma. Pero acompañar ya no significa solo ofrecer un producto de calidad, sino también hacerse responsable de su ciclo de vida completo. Es bajo esa lógica que nació hace más de cuatro años el programa Recicla Descanso, una iniciativa que ha permitido reciclar más de 18.500 colchones y bases de cama en todo el país.
El funcionamiento es simple pero eficaz: al comprar un nuevo colchón, los clientes pueden optar por el retiro del antiguo, que CIC desmonta y recicla en sus componentes. “Fuimos el primer fabricante chileno en implementar este tipo de programa”, destacó Prado. Además del canal de venta directa, la empresa ha establecido alianzas con municipios como Maipú, Las Condes, Rengo y Melipilla, permitiendo que vecinos accedan a este servicio de manera gratuita como parte de campañas de limpieza y recuperación urbana.
En paralelo, el modelo se ha expandido al sector privado, especialmente en la minería, donde la necesidad de renovar colchones en campamentos laborales genera una oportunidad para gestionar residuos de forma responsable. “Hoy no hablamos solo de vender colchones, hablamos de hacernos cargo del producto al final de su vida útil”, subrayó Prado. Esta mirada integral también está presente en el diseño de productos. CIC ha desarrollado un modelo de colchón 100% biodegradable, fabricado con fibra de coco y sin espuma, lo que permite su compostaje una vez que termina su vida útil.
La innovación en embalajes es otra arista del enfoque circular: CIC reemplazó los plásticos tradicionales por materiales reciclados, desarrollados junto a sus proveedores. Incluso la línea de ropa de cama ha eliminado el uso de bolsas plásticas, utilizando retazos del mismo textil para crear sus propias fundas.
Hoy, CIC es una Empresa B certificada, forma parte del Comité de Sostenibilidad de la Cámara de Comercio de Santiago, de la Red Pacto Global Chile, y cuenta con la certificación ISO 14001 de gestión ambiental. Participa también en Acuerdos de Producción Limpia impulsados por Corfo y la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático. “Más allá de cumplir con estándares, nuestro objetivo es que el crecimiento de la compañía beneficie también al entorno social y medioambiental”, aseguró.
Esa preocupación social no es nueva. Históricamente, la empresa apoyó la construcción de viviendas para sus trabajadores —la conocida “Villa CIC” en Maipú— y hoy continúa ese legado apoyando a emprendedores locales, juntas de vecinos y organizaciones comunitarias con formación, espacios para ferias y donaciones. “La sostenibilidad no se improvisa, se construye con coherencia en el tiempo”, enfatizó Prado.
Otro ejemplo de integración social es la colaboración con Coaniquem, fundación de apoyo a niños con quemaduras. CIC desarrolló una línea de productos infantiles, CIC Kids, de cuyas ventas se destina un porcentaje permanente a la fundación. También mantiene relaciones con el Hogar de Cristo y otras organizaciones para donaciones y programas de apoyo.
El enfoque ambiental se extiende a sus operaciones en Chillán, donde se fabrica el mobiliario de la marca. Allí, el 100% de los residuos de madera y aserrín se reutilizan mediante un acuerdo con una planta de compostaje local, generando insumos para agricultura orgánica y reforestación. “Antes estos residuos se quemaban. Hoy contribuyen a restaurar suelos y cultivar árboles nativos”, afirmó Prado.
Para CIC, uno de los mayores desafíos ha sido sensibilizar a los consumidores. “Hoy en día los clientes ya no solo piensan en calidad o precio. También se preguntan cuánto están contaminando con su compra”, comentó. Por eso, la empresa ha optado por estrategias de comunicación basadas en la experiencia directa. “Un cliente que vivió un proceso simple y eficaz de reciclaje será el mejor vocero de este cambio”, explicó.
Mirando al futuro, Prado señaló que la estrategia de sostenibilidad seguirá creciendo junto con la empresa. “Nuestro propósito es inspirar a las personas a vivir mejor, pero también a descansar mejor sin que eso implique una carga para el medioambiente”, aseguró.
Desde sus inicios como una solución al acceso a camas, hasta convertirse en referente en economía circular, Compañías CIC demuestra que la sostenibilidad puede ser parte del ADN de una empresa centenaria. No solo como política, sino como una forma concreta de transformar productos, procesos y comunidades.
Esta entrevista forma parte del Dosier Corresponsables: Desarrollo empresarial sostenible en Chile