Maider Zabala Segurola, Delegada de Desarrollo Comunitario de la Cruz Roja Española en Filipinas, apoya a la Cruz Roja Filipina en el desarrollo de un programa de economía circular centrado en el impulso de negocios y emprendimientos verdes, la gestión de residuos sólidos, la reducción del uso de plásticos, la colaboración público-privada y la promoción de una transición justa. Este enfoque busca integrar a recolectoras de residuos en entornos urbanos desde una perspectiva social, económica y medioambiental. Las actividades que desarrolla Cruz Roja Española en Filipinas cuentan con la financiación de la Unión Europea, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y el Ayuntamiento de Eibar.
¿Podría contarnos en qué consiste este proyecto y cómo contribuye al empoderamiento de las mujeres filipinas desde una perspectiva medioambiental y social?
En Filipinas, la pobreza, la contaminación por plásticos y los riesgos climáticos (inundaciones, sequías y degradación ambiental) son un problema acuciante. La Cruz Roja acompaña a mujeres en la implementación de innovaciones locales que sientan las bases para un cambio sistémico. De la mano de la Cruz Roja Filipina, el trabajo se centra en fortalecer sus capacidades y empoderamiento económico, posicionándolas como agentes de cambio. Por otro lado, se desarrollan e implementan estrategias comunitarias para la preparación ante desastres y gestión circular de residuos, protegiendo tanto los medios de vida como el entorno natural.
Filipinas es uno de los países más expuestos al cambio climático. ¿Qué retos ambientales enfrentan las comunidades con las que trabajan y cómo se abordan desde el proyecto?
Se trabaja en zonas donde la feminización de la pobreza es particularmente pronunciada, impulsada por el cambio climático. Las comunidades enfrentan sequías recurrentes y lluvias intensas concentradas en cortos períodos. Además, prácticas perjudiciales como la tala de manglares, aumentan su exposición y vulnerabilidad. La falta de gestión de residuos y el uso excesivo de plásticos, especialmente en el sector minorista, agravan el riesgo de inundaciones y deterioran los ecosistemas, que impacta la pesca y el turismo, entre otros. Ante ello, se impulsa la economía circular como estrategia para fortalecer la resiliencia ambiental a varios niveles. Se busca mejorar la gestión de recursos y reducir el consumo de plásticos de un solo uso. Para ello, se trabaja con emprendedoras, pequeñas y medianas empresas, así como con las comunidades, para incrementar la oferta y demanda de productos y servicios sostenibles y libres de plástico y se promueve el cambio de comportamiento para reducir otras prácticas perjudiciales.
¿De qué manera este tipo de iniciativas refuerzan la cooperación internacional y la resiliencia de las comunidades locales frente a la desigualdad y la crisis climática?
El trabajo con las mujeres se realiza a dos niveles: emprendimientos individuales y grupales. Todas las iniciativas incluyen el fortalecimiento de capacidades organizacionales y de gestión de negocios sostenibles, y la creación de grupos de ahorro, garantizando su sostenibilidad económica y social. En Metro Manila, se colabora con asociaciones de recolectoras de residuos, compuestas por mujeres que recolectan, separan y venden materiales reciclables en barrios urbanos. Estas asociaciones consolidan redes de mujeres capaces de replicar buenas prácticas, mejorar la valorización de residuos y promover la exigibilidad de derechos laborales y la participación en la vida comunitaria. Además, se actúa a nivel comunitario e institucional mediante el desarrollo e implementación de planes de gestión de riesgos y de residuos, así como medidas de mitigación y protección de medios de vida.
Como ejemplos concretos, se han implementado tiendas de barrio con sistemas de venta a granel que presentan ahorros para el consumidos y mayores beneficios para las emprendedoras. También se ha apoyado la transición de negocios agrícolas, de comercio y servicios hacia modelos libres de plástico y con una gestión circular de residuos.
Más allá de los resultados tangibles, ¿qué aprendizajes o testimonios destacaría del trabajo con estas mujeres y del impacto en sus vidas y familias?
Muchas relatan que los negocios verdes y la formación en asociaciones les han dado no solo ingresos y ahorro, sino también reconocimiento y dignidad dentro de sus familias y barrios. Aprenden a organizarse, gestionar recursos y tomar decisiones estratégicas, fortaleciendo tanto su autonomía económica como su participación en la vida comunitaria. El acompañamiento adecuado y el acceso a capital marcan la diferencia para implementar y replicar soluciones innovadoras e iniciativas solidarias.
En un contexto global con tantas crisis simultáneas, ¿por qué es importante seguir visibilizando y apoyando proyectos como este? ¿Qué mensaje le gustaría transmitir a la audiencia de Corresponsables?
La transición verde debe ser justa y beneficiar a todas las personas. Las mujeres en entornos empobrecidos, como las recolectoras de residuos y las pequeñas emprendedoras, deben liderar este cambio y recibir apoyo, porque son colectivos invisibilizados pero fundamentales para generar soluciones. En terreno, surgen innovaciones locales, prácticas e ideas que resuelven problemas ambientales y sociales de manera eficaz, reflejando el conocimiento y la creatividad local. Visibilizar y respaldar estas iniciativas permite que florezcan soluciones sostenibles que mejoran la vida de quienes las implementan, y también contribuyen a buscar respuesta a desafíos globales.
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