A lo largo de más de cinco décadas, La Norteñita se ha consolidado como el principal productor y comercializador de manzana en México. Con un enfoque que combina liderazgo agroindustrial con compromiso social y ambiental, la empresa ha redefinido su rol como empleador en una región marcada por fuertes retos laborales y ambientales. Para Luis Antonio Corral Pérez, Director de la compañía, el concepto de responsabilidad social ha dejado de ser una opción voluntaria: “Lo que antes hacíamos por ética, hoy lo exige el mercado laboral”.
Durante la temporada de cosecha, La Norteñita incrementa significativamente su plantilla laboral. Aunque años atrás aspiraban a alcanzar los 9.000 empleos temporales, las condiciones del mercado laboral han hecho que actualmente la cifra ronde los 6.500. Esta escasez de mano de obra ha forzado a la organización a elevar sus estándares de eficiencia sin sacrificar el bienestar de sus colaboradores. “Necesitamos convertirnos en un imán de talento, ofrecer condiciones que otros empleadores no pueden igualar”, indicó Corral Pérez.
Una de las respuestas más emblemáticas a este reto ha sido la creación de un albergue para trabajadores temporales. Diseñado para quienes llegan desde distintos estados del país, este espacio ofrece condiciones dignas de alojamiento, con dormitorios, servicios básicos, alimentación y lavandería. Además, se brindan servicios médicos, dentales y oftalmológicos. “Muchos de nuestros colaboradores nunca habían recibido atención dental o visual. Poder ofrecer estos servicios nos diferencia y genera un compromiso mutuo”, comentó.
Este enfoque de corresponsabilidad también se extiende a la comunidad y al medio ambiente. La Norteñita ha adoptado un modelo de gestión hídrica avanzada: el 100% de sus sistemas de riego son por goteo, lo que permite un uso más eficiente del recurso. La empresa también conserva zonas forestales que funcionan como reservas ecológicas y áreas de infiltración de agua hacia los acuíferos.
Parte fundamental de esta estrategia ambiental es el proyecto de reforestación mediante técnicas innovadoras. Uno de los programas más ambiciosos involucra a niños, familias y colaboradores en la creación y dispersión de «bombas de semillas», conocida en Japón como “Nendo Dando”: una técnica que consiste en encapsular semillas de especies nativas en pequeñas esferas de arcilla enriquecida con fungicida, fertilizante y compost.
Estas esferas son luego esparcidas en áreas forestales con la intención de regenerar la vegetación de forma natural y eficiente. “La técnica permite que las semillas se mantengan protegidas del ambiente y de los depredadores naturales hasta que germinen en condiciones óptimas”, detalló Corral Pérez. El proyecto ha involucrado a 4.500 voluntarios que han elaborado más de 900.000 bombas de vida que se han distribuido en 2.000 hectáreas de la Sierra Tarahumara del estado de Chihuahua. Un evento de siembra comunitaria que se convierte en espacio de concientización intergeneracional sobre el valor del bosque y el trabajo agrícola.
La Norteñita también impulsa el programa Trash Tag Challenge, en el que niños y jóvenes de escuelas locales —muchos hijos de los propios trabajadores— participan en jornadas de limpieza de cuerpos de agua. La intención no solo es retirar residuos sólidos como botellas PET, bolsas o llantas, sino también fomentar una conciencia ambiental desde edades tempranas. “Esos niños no volverán a tirar basura. Son pequeñas semillas de responsabilidad que crecen con el tiempo”, afirmó Corral Pérez.
Otra de las iniciativas ambientales incluye la creación de huertos escolares y comunitarios. Estos espacios han beneficiado 1.609 alumnos y son diseñados para que los niños aprendan a cultivar sus propios alimentos, comprendan el ciclo de producción agrícola y valoren el origen de los productos que consumen. “Los huertos son una herramienta educativa poderosa. Enseñan autosuficiencia, nutrición y respeto por la tierra”, dice el director.
Un desarrollo reciente ha sido el uso de tecnología de drones para la reforestación. Equipados con sistemas de carga de hasta 15 kilos de semillas, los drones sobrevuelan zonas estratégicas lanzando semillas tratadas para favorecer su germinación y evitar que sean consumidas por aves. Este método ha permitido distribuir 35 kilos de pino en 400 hectáreas de los municipios de Bocoyna y Riva Palacio, que han sido afectados por los incendios forestales. “No sustituye el contacto humano, pero es una forma complementaria y eficaz de acelerar la restauración ecológica”, explicó.
La Norteñita también es responsable de una Unidad de Manejo Ambiental (UMA) en un bosque de más de 15.000 hectáreas. En esta reserva se implementan acciones para prevenir incendios forestales, conservar la biodiversidad y capturar carbono, con el objetivo de generar bonos de carbono que puedan incorporarse a mercados voluntarios.
Asimismo, con la Mesa de Seguridad Alimentaria han entregado 4.411 toneladas de alimento a familias en situación de alta vulnerabilidad del estado de Chihuahua. En colaboración con el Club Rotario de Meoqui, brindan prótesis gratuitas de manos y brazos a personas sin recursos; y con el Club Rotario Cuauhtémoc han realizado 87 operaciones de cataratas, 45 de estrabismo y 4 reconstructivas, entre otras iniciativas sociales.
Cifras que demuestran el compromiso de La Norteñita con sus colaboradores y las comunidades vecinas, porque “la responsabilidad social ha dejado de ser opcional. Hoy es una estrategia imprescindible para asegurar la continuidad de nuestras organizaciones”, puntualizó Corral Pérez.