Con una estrategia que integra la sostenibilidad como pilar central, una universidad del centro-sur del país ha transformado su infraestructura en un referente de eficiencia energética y calidad ambiental, impulsando proyectos certificados que combinan innovación, responsabilidad social y adaptación a los desafíos del cambio climático; desde modernos edificios con iluminación natural, ventilación eficiente, confort térmico y monitoreo de la calidad del aire, hasta laboratorios de última generación y espacios de aprendizaje colaborativo, cada obra responde a estrictos estándares técnicos que reducen el impacto ambiental y promueven entornos saludables, convirtiéndose en un modelo tangible de sustentabilidad para su comunidad académica; con campus en expansión y nuevos proyectos diseñados para obtener certificaciones ambientales, la institución consolida un Plan Maestro que incorpora eficiencia, resiliencia climática y estándares sustentables como base para futuras construcciones, reflejando un compromiso a largo plazo con el bienestar de estudiantes, docentes y el entorno que los rodea.
Con una apuesta decidida por la transición energética, una empresa estatal del sector energético ha sido reconocida por dos proyectos emblemáticos que impulsan la producción de energías limpias y combustibles bajos en carbono: una planta de hidrógeno verde en la región de Magallanes y la producción de diésel renovable lanzada este año; ambas iniciativas, premiadas en instancias especializadas que reúnen a expertos y líderes del sector, destacan por su capacidad de integrar la sostenibilidad en el núcleo del negocio y por su impacto positivo en los ámbitos social, económico y ambiental, convirtiéndose en ejemplos concretos de innovación y compromiso con la descarbonización; estos logros forman parte de una estrategia de largo plazo que busca liderar la generación de soluciones energéticas responsables, apostando por tecnologías que reduzcan la huella de carbono y fortalezcan la infraestructura para energías renovables, con la convicción de que el futuro energético se construye hoy con visión, responsabilidad y acción.
Chile consolida su liderazgo regional en financiamiento climático al actualizar su marco de bonos vinculados a la sostenibilidad, incorporando por primera vez un indicador clave de desempeño orientado a la biodiversidad que establece metas ambiciosas para aumentar la cobertura de áreas protegidas terrestres y asegurar su gestión efectiva, alineadas con estándares internacionales; esta innovación, que se suma a objetivos previos en reducción de emisiones, energías renovables y equidad de género, marca un nuevo estándar ESG en América Latina y refuerza el atractivo del país ante inversionistas comprometidos con el desarrollo sostenible; además, el modelo, emitido por el Estado pero usado como referencia por el sector privado, impulsa la creación de productos financieros verdes y fortalece la articulación público-privada, generando beneficios como mejor posicionamiento internacional, condiciones de financiamiento más favorables y diversificación de la base de inversionistas, en una estrategia que demuestra que el crecimiento económico y el cuidado ambiental pueden avanzar de la mano.
Con el objetivo de impulsar una economía que respete tanto a las personas como al planeta, una entidad financiera ha desarrollado un sistema propio de clasificación de finanzas e inversiones sostenibles que permite identificar y evaluar productos, servicios y proyectos bajo criterios verdes, sociales o sostenibles, inspirados en la Taxonomía de la Unión Europea y reforzados con estándares internacionales; esta herramienta busca canalizar recursos hacia iniciativas que promuevan energías renovables, innovación tecnológica para optimizar la producción, acceso equitativo a servicios financieros, infraestructura básica en educación y salud, y reducción de la brecha social, respondiendo así a desafíos globales como el cambio climático y la desigualdad; en un contexto en que crece la demanda de inversiones alineadas con preocupaciones ambientales y sociales, este modelo ofrece un marco claro y adaptado a diferentes regiones y sectores, fortaleciendo el papel de las finanzas sostenibles como motor de transformación hacia un futuro más responsable e inclusivo.