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En un contexto empresarial en el que la Sostenibilidad ha pasado de ser un concepto accesorio a convertirse en un eje estratégico imprescindible, conversamos con Verónica Hernández Lozano, Responsable del Área de Sostenibilidad de anefp, para analizar los avances, desafíos y oportunidades que ha experimentado la gestión responsable en las últimas dos décadas. Como ella misma reconoce, su interés surgió al descubrir “el enorme impacto que las organizaciones pueden tener más allá de su actividad económica” y cómo la salud del planeta y el bienestar de las personas deben avanzar de forma conjunta. Su incorporación a este ámbito llegó en el momento en que la asociación identificó la necesidad de integrar la RSE en la estrategia corporativa, lo que le permitió dedicar más tiempo y compromiso a desarrollar proyectos con impacto real.
Hernández destaca que, cuando comenzó, la RSE “era un concepto todavía incipiente”, a menudo vinculado únicamente a iniciativas filantrópicas o de voluntariado. Hoy, en cambio, defiende que el sector ha evolucionado hacia la medición del impacto, la profesionalización del rol y la exigencia de mayor transparencia, pasando de “hacer cosas” a “generar resultados medibles”. Este cambio se ha visto impulsado por el auge regulatorio, la aparición de estándares globales como los ODS y un nuevo perfil de consumidor mucho más exigente con la coherencia empresarial.
En este recorrido, Corresponsables, que cumple 20 años como referente en comunicación responsable, ha tenido, según Verónica, un papel clave al actuar como “altavoz para que el sector de autocuidado se visibilice como un sector estratégico y comprometido con la sostenibilidad”. Además, destaca el valor de la plataforma AliaRSE como espacio para aprender de otros sectores y compartir buenas prácticas, subrayando su capacidad para “ayudar a las empresas a conectarse, comunicar y compartir sus avances de forma más estructurada y transparente”. Para Verónica, este papel es “transcendental” en un momento en el que las organizaciones necesitan más que nunca referentes externos, rigor y diálogo.
Mirando al futuro, afirma que la Sostenibilidad es un camino de mejora continua, nunca un destino, y que su éxito depende de la colaboración sectorial y la coherencia organizativa. Con un enfoque inspirador, defiende que las nuevas generaciones jugarán un papel protagonista, aportando una mayor sensibilidad ambiental y social, así como una mirada crítica e innovadora que permitirá acelerar la transición hacia modelos más responsables.
¿Cómo, cuándo y por qué comenzaste a interesarte e involucrarte en el ámbito de la Responsabilidad Social y Sostenibilidad?
Mi interés por la Sostenibilidad surgió al descubrir el enorme impacto que las organizaciones pueden tener más allá de su actividad económica. Comencé a poder dedicarle más tiempo e implicación cuando en anefp vimos la necesidad de integrar la RSE en nuestra estrategia.
La idea de colaborar en proyectos que contribuyeran a mejorar la salud y el bienestar de las personas, al mismo tiempo que se pone el foco en la salud del planeta, me parecía un reto a la vez que un área completamente motivadora. Aunque desde el inicio es un área que implica un aprendizaje constante, es también una oportunidad para incentivar al sector a avanzar en esta materia con el objetivo de poner en el mercado productos con menor impacto ambiental, y desarrollar políticas que ayuden a las compañías a avanzar hacia una economía circular.
¿Cómo era el panorama de la RSE cuando comenzó en comparación con cómo es hoy?
Cuando empecé, la RSE era un concepto todavía incipiente y muchas veces se entendía como filantropía o acciones puntuales de voluntariado. Hoy el escenario es completamente distinto, se ha convertido en un eje estratégico para las organizaciones, con métricas, indicadores, marcos normativos y una exigencia mucho mayor de transparencia e impacto. Pasamos de “hacer cosas” a “generar resultados medibles”.
“Mi interés por la Sostenibilidad surgió al descubrir el enorme impacto que las organizaciones pueden tener más allá de su actividad económica”
Querida Verónica, ¿cuándo conociste a Corresponsables? ¿Qué papel consideras que ha tenido en el impulso de la RSE en las últimas dos décadas?
Desde la asociación consideramos a Corresponsables como un espacio muy valioso para compartir buenas prácticas, así como un partner estratégico para poder aprender de otros sectores. Nos parece crucial disponer de medios que actúan como altavoz para que el sector de autocuidado se visibilice como un sector estratégico y comprometido con la Sostenibilidad.
“Consideramos a Corresponsables como un espacio muy valioso para compartir buenas prácticas.”
Aunque llevamos muy poco tiempo trabajando juntos y colaborando, consideramos que tanto la plataforma como la institución juegan un papel transcendental, ya que ayudan a las empresas a conectarse, comunicar y compartir los avances de las empresas en materia de Sostenibilidad de forma más estructurada y transparente.
¿Qué cambios significativos has observado en esta materia desde que comenzaste?
He visto cómo la Sostenibilidad ha pasado de ser algo accesorio a formar parte de la estrategia central de las empresas. Se ha profesionalizado la figura del responsable de RSE, han surgido estándares globales como los ODS y marcos de reporte como GRI, y los consumidores, profesionales sanitarios y reguladores piden cada vez más información y resultados.
“Pasamos de ‘hacer cosas’ a ‘generar resultados medibles’”
¿Cuáles consideras que han sido los hitos más importantes en la evolución de la RSE y la Sostenibilidad en estas dos décadas y qué factores crees que han impulsado estos cambios?
Desde nuestro punto de vista, además de la adopción de los ODS en 2015, los hitos más importantes para las empresas en los últimos años han sido tener que enfrentarse a un abismo regulatorio en materia de Sostenibilidad y, sobre todo, ser capaces de considerar la Sostenibilidad como uno de los pilares estratégicos de las compañías. En este sentido, la aparición de nuevas normativas, marcos de reporte y estándares internacionales ha impulsado a las organizaciones a replantear sus modelos de negocio y a integrar la Sostenibilidad en la toma de decisiones. Esto ha permitido avanzar hacia prácticas corporativas más responsables, que no solo aporten valor económico, sino también social y ambiental.
Asimismo, este proceso se ha visto favorecido por una presión creciente por parte de los consumidores, inversores y grupos de interés, que demandan mayor transparencia, coherencia y medición del impacto real. Todo ello ha generado un cambio cultural en las empresas, que han entendido que la Sostenibilidad ya no es opcional, sino un factor diferencial de competitividad. De esta manera, se ha configurado un escenario en el que la innovación responsable, la economía circular y la gestión ética son elementos clave para el futuro y la permanencia de las organizaciones.
¿Qué lecciones has aprendido a lo largo de tu carrera en RSE?
Que la Sostenibilidad es un camino de mejora continua, no un destino. He aprendido que la colaboración sectorial es esencial, y que la transparencia y la coherencia son la base de la confianza. Una de las lecciones más importantes es que ningún avance significativo se logra en solitario; la cooperación entre empresas, instituciones y sociedad civil es fundamental para generar impacto real y duradero. Además, la apertura al aprendizaje constante permite adaptarse a nuevos retos y responder de manera más eficaz a las demandas del entorno.
“Nos parece crucial disponer de medios que actúan como altavoz para que el sector de autocuidado se visibilice como un sector estratégico y comprometido con la Sostenibilidad”
Igualmente, he comprobado que la credibilidad se construye mediante acciones coherentes a lo largo del tiempo. La Sostenibilidad exige consistencia, compromiso y una visión a largo plazo, basada en datos medibles y objetivos claros. En este proceso, la comunicación responsable y la escucha activa son herramientas clave para fortalecer relaciones y consolidar la confianza con los grupos de interés. En definitiva, seguir avanzando requiere humildad, resiliencia y una actitud proactiva ante el cambio.
¿Tienes alguna anécdota, Verónica, que refleje el espíritu y los desafíos de los primeros años de la RSE?
Recuerdo que al principio algunos veían la RSE como “algo bonito”, pero no estratégico. Fue un reto explicar que no era un gasto, sino una inversión de futuro. Hoy nadie lo discute. En aquellos primeros años, existía cierta resistencia por parte de quienes consideraban que las iniciativas sociales o ambientales no aportaban valor tangible al negocio. Sin embargo, la evidencia y la evolución del mercado demostraron que integrar estos aspectos fortalece la reputación, reduce riesgos y abre nuevas oportunidades.
Con el paso del tiempo, el discurso fue cambiando y las organizaciones comenzaron a percibir la Sostenibilidad como un factor clave de diferenciación y competitividad. Esta transformación cultural no ocurrió de un día para otro; fue resultado del esfuerzo de profesionales que supieron argumentar con datos, resultados y ejemplos concretos. Mirando atrás, es gratificante observar cómo aquello que parecía secundario se ha convertido en un eje estratégico indispensable.
¿Cuáles consideras que han sido los pioneros en esta materia?
Admiro a entidades pioneras como Forética, Pacto Mundial o SIGRE, que han sido impulsores del cambio. También a muchos profesionales que han trabajado para demostrar que Sostenibilidad y competitividad van de la mano. Estas organizaciones han desempeñado un papel clave en la creación de espacios de diálogo, la promoción de estándares internacionales y el impulso de iniciativas que fomentan la responsabilidad corporativa en todos los sectores.
“La Sostenibilidad es un camino de mejora continua, no un destino”
Además, su visión y capacidad de anticiparse a los desafíos les ha permitido posicionarse como referentes en la transición hacia modelos más sostenibles. Gracias a su labor educativa, consultiva y de acompañamiento, numerosas empresas han podido comprender la importancia de integrar la Sostenibilidad en su estrategia. Su influencia continúa siendo fundamental para fomentar una cultura empresarial responsable y orientada al futuro.
¿Puedes compartir algún caso de éxito que consideres emblemático en el campo de la RSE?
En anefp contamos con numerosas compañías asociadas, especializadas en el sector de autocuidado que son un gran ejemplo de cómo podemos generar impacto positivo en la sociedad, ayudando a las personas a gestionar mejor su salud y a hacerlo de manera responsable. Estas empresas desarrollan iniciativas que promueven la educación sanitaria, el acceso a información fiable y la prevención, contribuyendo así a un mayor bienestar poblacional y a la eficiencia del sistema de salud.
Además, este enfoque responsable no solo beneficia a los usuarios, sino que genera confianza, fomenta hábitos saludables y demuestra que es posible alinear los objetivos empresariales con las necesidades sociales. Estos casos evidencian que el autocuidado es un eje estratégico que permite innovar, ofrecer soluciones sostenibles y reforzar el compromiso del sector con la comunidad. De este modo, se convierten en claros ejemplos de cómo la RSE aporta valor real y tangible.
Verónica, ¿cómo ves el futuro de la RSE y la Sostenibilidad? ¿Qué retos y oportunidades anticipas para las próximas dos décadas?
El futuro será más exigente, habrá más regulación, más medición de impacto y mayor presión para que las organizaciones actúen con coherencia. Pero también es un futuro lleno de oportunidades para innovar, diferenciarse y generar valor compartido. La tendencia apunta hacia modelos empresariales más integrados, que contemplen los aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza de manera transversal y estratégica.
“Fue un reto explicar que la Sostenibilidad no era un gasto, sino una inversión de futuro”
Al mismo tiempo, la tecnología jugará un papel clave en la recopilación de datos, la trazabilidad y la evaluación de resultados reales. Esto permitirá diseñar soluciones más eficientes y transparentes. Sin embargo, para afrontar los retos de la próxima década, será necesario un enfoque colaborativo, donde administraciones, empresas y consumidores trabajen de forma conjunta hacia metas comunes. Quienes logren adaptarse serán quienes lideren el cambio y obtengan ventajas competitivas sostenibles en el tiempo.
¿Qué papel crees que deben jugar las nuevas generaciones en la continuación de este legado?
Un papel protagonista. Tienen una sensibilidad y una conciencia ambiental y social que impulsa el cambio. Hay que escucharlos, involucrarles y darles herramientas para que continúen este legado. Además, su capacidad para cuestionar lo establecido y su disposición para adoptar nuevas soluciones tecnológicas las convierte en agentes clave en la transición hacia modelos más responsables y sostenibles.
Asimismo, su participación en las organizaciones ya sea como empleados, consumidores o emprendedores, contribuirá a acelerar la adopción de prácticas respetuosas y transparentes. Brindarles formación y espacios para liderar es esencial para garantizar la continuidad y evolución de la Sostenibilidad. Su visión renovada y su motivación pueden marcar la diferencia y consolidar un futuro más equilibrado para todos.
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