En un mundo golpeado por guerras, desastres naturales y desplazamientos forzosos, la salud se ha convertido en un lujo inalcanzable para millones de personas. Con motivo del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria (19 de agosto), Farmamundi denuncia la situación crítica en nueve países donde interviene de forma directa y urgente: Etiopía, Gaza, Líbano, Myanmar, RD Congo, República Dominicana, Siria, Uganda y Yemen.
Lo hace a través de su Fondo de Acción Humanitaria y Emergencias (FAHE). Este 2025, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), más de 305 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente en 72 países.
Más de 34.000 personas atendidas
Ante esta situación Farmamundi actúa. Un total de 34.460 personas —en su mayoría mujeres, niñas y niños desplazados— han recibido atención médica, alimentación, apoyo psicosocial o acceso a servicios esenciales en lo que va de 2025.
«Intervenimos en algunos de los lugares que la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas señala como las emergencias más olvidadas y graves del mundo», subraya la responsable de Acción Humanitaria de Farmamundi, Tania Montesinos.
Emergencias encadenadas: salud al límite
En la Franja de Gaza la situación actual es desoladora. La población sufre una catástrofe humanitaria sin precedentes: más de 59.000 personas han muerto desde octubre 2023 (18.000 de ellos menores) y más de medio millón de personas están al borde de la inanición.
Para garantizar la asistencia alimentaria, Farmamundi distribuye kits nutricionales puerta a puerta a familias desplazadas, gracias a una red de apoyo local. Los kits contienen cereales, leche, latas y alimentos no perecederos.
En Etiopía, la región de Tigray sigue devastada tras años de conflicto. La mortalidad materna se ha quintuplicado y el 88% de los centros de salud están inoperativos. Junto a su socia WE-Action, se han suministrado medicamentos esenciales y atención en salud sexual y reproductiva a más de 1.000 personas, reforzando el hospital público de Samre, que da servicio a otras 88.000.
En Uganda, donde se concentra uno de los mayores asentamientos de personas refugiadas del continente, se ha respondido al brote de ébola en Kyaka II. Se han distribuido kits de higiene y realizado campañas de prevención para proteger a más de 14.900 personas, en su mayoría mujeres y menores, con solo dos centros de salud disponibles para más de 130.000 habitantes.
En Siria, donde el conflicto cumple 14 años y el 90% de la población vive bajo el umbral de pobreza, se atiende diariamente a más de 200 personas en un centro de salud de emergencia en el campamento de Al-Muhamadyeh (Jindires), afectado por el terremoto de 2023. También se facilita apoyo alimentario.
Farmamundi también actúa en Yemen, donde refuerza centros de salud y promueve la prevención de enfermedades; en la RDC, con atención integral a mujeres y niñas desplazadas por la violencia; y en Myanmar, ofreciendo asistencia médica, refugio y apoyo económico tras el terremoto.
En Líbano, impulsa la salud emocional y el empoderamiento de mujeres desplazadas, mientras que en República Dominicana atiende a mujeres embarazadas y menores migrantes excluidos del sistema sanitario por políticas discriminatorias.
Fondos para una respuesta humanitaria urgente y proteger vidas
El Fondo de Emergencias de Farmamundi, financiado por empresas farmacéuticas, colegios de farmacéuticos y otras entidades solidarias, es una herramienta ágil que permite actuar en las primeras 48 horas tras una crisis.
“Sin estos fondos, miles de personas no tendrían acceso a medicamentos, alimentación básica o atención sanitaria”, explica Montesinos, que agradece el esfuerzo y solidaridad de estas entidades año tras año y en países donde las crisis se han vuelto más prolongadas, más cruentas y más invisibilizadas.
Frente a este escenario desolador, la respuesta humanitaria debe ser urgente, humana y sostenible. “Se necesita acceso seguro, respeto al derecho internacional y liderazgo político que priorice la vida.
Las organizaciones humanitarias insistimos en la necesidad de reforzar el protagonismo de los actores y socias locales, garantizar protección para la infancia, impulsar la asistencia en efectivo y dar voz real a las comunidades afectadas, que necesitan esperanza, dignidad y que no les demos la espalda”, concluye Montesinos.
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