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El pasado 23 de mayo de 2025, España entró oficialmente en déficit ecológico, según los cálculos de la Global Footprint Network. Esa fecha, conocida como el Earth Overshoot Day, marca el momento simbólico en que un país ha consumido ya todos los recursos naturales que su territorio puede regenerar en un año. Desde entonces, vivimos a crédito ambiental.
Lejos de ser una mera estadística, esta fecha refleja un modelo de consumo insostenible y una necesidad urgente de transformación. Según las estimaciones más recientes, si toda la humanidad viviera como España, serían necesarios 2,6 planetas para sostener ese estilo de vida. Es un dato que expone con crudeza los límites del actual sistema económico y de producción.
Una huella creciente con una producción estancada
La huella ecológica de España no deja de crecer, mientras que su capacidad de regeneración permanece estancada. La situación, según Sergi Simón, Coordinador de los programas de gestión de riesgos y sostenibilidad de EALDE Business School, es alarmante:
“No se trata solo de un indicador ambiental, sino de una señal clara de que nuestro modelo de consumo no es viable a largo plazo. Si no cambiamos el rumbo, las futuras generaciones cargarán con las consecuencias de esta sobreexplotación”.
España comparte fecha de déficit con China, un país con una población 30 veces mayor. En parte, esto se debe a las estrategias de economía circular que el gigante asiático ha impulsado en los últimos años, consiguiendo retrasar su Overshoot Day a pesar de su magnitud. En contraste, Luxemburgo alcanzó su día de sobrecapacidad el 17 de febrero, mientras que países como Grecia (25 de mayo), Rumanía (31 de mayo) o Hungría (2 de junio) aún no han llegado a ese punto.
Más allá del medio ambiente: una cuestión de justicia y sostenibilidad económica
El déficit ecológico no es solo un problema ambiental: tiene implicaciones sociales, económicas y éticas. “El sistema actual está basado en la sobreexplotación de recursos y eso no es sostenible. Es imprescindible avanzar hacia modelos de producción y consumo responsables, apoyados en la economía circular y las energías renovables”, señala Simón.
Ese cambio de modelo no solo debe venir desde los gobiernos y las empresas, sino también desde la ciudadanía. “Todos podemos hacer nuestra parte: desde reducir el consumo innecesario, hasta elegir productos más sostenibles o apostar por energías limpias. Cada gesto suma. La sostenibilidad debe convertirse en una práctica cotidiana”, añade el profesor de EALDE Business School.
La urgencia de actuar para no hipotecar el futuro
El adelanto progresivo del Overshoot Day año tras año muestra que el actual modelo económico está agotando los márgenes del planeta. De seguir por esta senda, los recursos naturales no alcanzarán para sostener el bienestar, ni la equidad intergeneracional, ni la estabilidad climática.
La entrada de España en déficit ecológico el pasado 23 de mayo no es una anécdota en el calendario, sino un síntoma estructural. Si no se adoptan nuevas formas de producir, vivir y consumir, el precio lo pagarán quienes aún no han nacido.
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