SEO/BirdLife ha analizado la conectividad de las áreas protegidas de España poniendo el foco sobre todo en las IBA (Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad). Estos enclaves —algunos protegidos y otros no— están categorizados a nivel internacional como lugares relevantes para la vida silvestre, y se muestran como conectores esenciales para que los espacios protegidos no sean islas de conservación.
El informe, realizado dentro del proyecto Efect-IBA, con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, concluye que la conectividad entre las áreas protegidas es uno de los grandes retos para garantizar la conservación efectiva de las especies de aves y la salud de los ecosistemas en España. Más allá de la protección individual de los espacios con figuras específicas, es imprescindible avanzar hacia una red interconectada que permita el flujo biológico y ecológico entre hábitats, y para ello las IBA son cruciales.
En Europa, la biodiversidad se encuentra distribuida de forma desigual, concentrada en espacios reducidos y frecuentemente aislados. Esta situación convierte a muchas áreas protegidas en verdaderos oasis ecológicos, limitando el intercambio genético y las relaciones ecológicas entre especies. Las aves, especialmente las migratorias, son un claro ejemplo de este problema, ya que dependen de rutas bien definidas y de la existencia de corredores que conecten las áreas protegidas. Para ello, las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad (IBA) son la herramienta idónea.
Por comunidades autónomas
El documento hace un diagnóstico de la conectividad entre las IBA mediante cartografía específica, identificando las deficiencias y las propuestas de mejora con el fin de servir de herramienta para la gestión de la biodiversidad a nivel estatal. Identifica, mediante una serie de mapas, las principales debilidades de conectividad para cada comunidad autónoma teniendo en cuenta las IBA y los diferentes grupos de aves definidos.
Se ha modelizado la conectividad territorial a partir de la caracterización del paisaje según su grado de resistencia al movimiento de los diferentes grupos de aves definidos en este estudio: acuáticas, marinas, forestales, de entornos abiertos y de montaña o acantilados.
Dado que cada grupo funcional responde a patrones ecológicos y de hábitat diferentes, se han generado mapas de resistencia al movimiento específicos para cada uno, basados en variables ambientales, geográficas y de ocupación del suelo. La incorporación de la información en sistemas de información geográfica (SIG) es fundamental para el análisis de la distribución espacial de las áreas clave, así como para evaluar la conectividad ecológica, identificar posibles corredores biológicos y detectar zonas en riesgo.
Esta metodología permite identificar las zonas más favorables para el desplazamiento de las especies, contribuyendo así al diseño de corredores ecológicos eficaces y a la planificación de acciones de conservación basadas en evidencia espacial. Al mismo tiempo se identifican las posibles barreras que impiden la conectividad, así como medidas de gestión para subsanarlas, e incluso la ubicación de áreas degradadas que, tras su restauración, permitan la comunicación entre áreas protegidas.
Las IBA se identifican mediante la aplicación de criterios estandarizados y numéricos que consideran tanto la importancia intrínseca de cada unidad en función de la presencia de determinadas especies de aves, como su papel dentro de una red funcional. Esta red es especialmente relevante para las aves migratorias, que utilizan diferentes IBA a lo largo de su ciclo anual, congregándose en ciertos puntos estratégicos que actúan como embudos ecológicos.
Octavio Infante, responsable de Espacios de SEO/BirdLife, destacó que “la conectividad ecológica no solo mejora la conservación de las aves, sino que fortalece la biodiversidad en su conjunto. Es necesario avanzar hacia una planificación territorial que integre la conectividad como una variable más en la conservación de espacios. La identificación de estos puntos de conectividad y la restauración de espacios degradados deben ser objetivos bien definidos para evitar las islas de conservación”.
Propuestas de mejora de conectividad
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Masas forestales: crear franjas lineales de bosque nativo dentro de las explotaciones forestales para conectar rodales o bosques autóctonos existentes.
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Corredores fluviales: fortalecer los bosques de ribera y mejorar la estructura y calidad de los ríos.
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Humedales: reforzar el control de actividades humanas y mejorar la calidad de estos hábitats.
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Agrosistemas: implementar métodos agroecológicos que favorezcan la conectividad y la biodiversidad.
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Zonas de montaña: promover pastoreo tradicional, uso de razas locales y reforestación con especies autóctonas.
¿Qué es la conectividad?
La conectividad ecológica se define como el movimiento de los organismos para desplazarse y relacionarse entre distintos hábitats sin impedimentos, facilitando el intercambio de materia, energía y especies. Este concepto es fundamental para mejorar el estado de conservación de las especies, aumentar la resiliencia ante los cambios ambientales y reducir la fragmentación y degradación de los hábitats, agravadas por el crecimiento urbano, las infraestructuras viarias, los sistemas energéticos y la agricultura intensiva.
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