Cada 20 de junio, el mundo conmemora el Día Mundial del Refugiado. Una fecha que no solo nos invita a reflexionar, sino a actuar frente a una de las crisis más persistentes de nuestro tiempo: el desplazamiento forzado. Según el informe de Tendencias Globales de ACNUR de 2023, más de 110 millones de personas han sido desplazadas de manera forzosa en todo el mundo, y de ellas, casi el 40% son niños y niñas.
Estas cifras no son solo datos: son vidas interrumpidas. Niñas y niños que han dejado atrás no solo sus hogares, sino también sus escuelas, sus amigos, sus rutinas. En este contexto, hablar de educación no puede limitarse a mencionar contenidos, dispositivos o conectividad. Hablar de educación, especialmente en contextos de refugio, es hablar de dignidad, esperanza y seguridad. Por eso, el enfoque del programa ProFuturo, impulsado por Fundación Telefónica y Fundación ”la Caixa”, adquiere un valor especial. Más que tecnología, en contextos humanitarios, ProFuturo ofrece una respuesta humana, contextual y transformadora.
Fiel a su esencia, ProFuturo contribuye al ODS 4 de la Agenda 2030 al garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para miles de niños y niñas en contextos de alta vulnerabilidad, pero su compromiso va mucho más allá de lo digital en el caso del trabajo en contextos humanitarios. Porque antes de que un niño o niña pueda aprender, deben superarse barreras invisibles que muchas veces damos por sentadas: desde no tener uniforme cuando es obligatorio para asistir a clase, hasta no tener un profesor que sepa dar apoyo psicosocial a niños y niñas que presentan traumas, o no contar con el respaldo de una familia que comprenda la importancia de la educación. En contextos de desplazamiento forzado, estos obstáculos pueden marcar la diferencia entre ir o no a la escuela, entre aprender o quedar atrás.
ProFuturo entiende esta complejidad. Por eso, adapta su modelo educativo al contexto: reconoce las realidades locales, trabaja en red con otros actores humanitarios y construye soluciones que integran tecnología, formación docente y apoyo social. En 2024, ha actuado en contextos humanitarios de países como Nigeria, Ruanda, Zimbabue, Malaui, Tanzania, o Líbano, donde el acceso a la educación sigue siendo un reto para miles de menores refugiados, beneficiando a más de 67.000 niños y niñas y a más de 2.800 docentes. Consciente del poder de las alianzas globales y en colaboración con las organizaciones locales como eje clave para una educación sostenible, equitativa y con impacto en las comunidades más vulnerables, ProFuturo colabora con organizaciones como ACNUR, Save the Children o Entreculturas. Por ejemplo, a través de su alianza con ACNUR ha llegado a más de 35.000 niños y niñas y ha formado a más de 1.600 docentes en contextos humanitarios.
En clave humanitaria, uno de los casos más representativos es el de Ruanda, un país que lleva más de tres décadas acogiendo a personas refugiadas. Hoy alberga a 134.407 personas refugiadas, en su mayoría procedentes de Burundi y la República Democrática del Congo. Desde su implementación en Ruanda, ProFuturo ha beneficiado a más de 16.000 estudiantes en 15 escuelas y ha formado a 574 docentes, integrando la educación digital en entornos profundamente marcados por el desplazamiento. Su meta para 2025 es ambiciosa: beneficiar a 25.000 estudiantes
En este Día Mundial del Refugiado, el mensaje de ProFuturo es tan claro como urgente: la educación digital no puede ser un privilegio, tiene que ser un derecho garantizado. Pero para que eso ocurra, no basta con entregar tecnología: hay que entender y acompañar las realidades de quienes la reciben. Hay que construir confianza, comunidad y oportunidades reales de aprendizaje.
Porque detrás de cada niño o niña refugiada hay un futuro que espera. Y la educación, cuando se ofrece con empatía, respeto y compromiso, es la mejor forma de hacerlo posible.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de los Refugiados