La gestión de riesgos es un tema que gana cada vez más relevancia en el mundo. Solamente en España, la crisis climática se manifiesta a través de incendios forestales por todo el país, la DANA de Valencia causando destrozos irreparables, sequías prolongadas, así como el aumento de las olas de calor con repercusiones en la salud.
Aunque a nivel individual podemos realizar pequeñas acciones para contribuir a la prevención y mitigación de los daños, las empresas desempeñan un papel fundamental para reducir el impacto negativo sobre las catástrofes que pueden transcurrir inesperadamente. En este contexto, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) deja de ser una opción para convertirse en un deber ético y estratégico. En noviembre de 2024, un estudio de Informa D&B estimaba que hay 2.764 empresas en España comprometidas socialmente, formando parte de alguna de las principales iniciativas de RSC. Las organizaciones que apuestan por prácticas responsables ganan credibilidad, empatía y cercanía con sus clientes, empleados y la sociedad en general.
Pero, ¿en qué consiste una gestión de riesgos adecuada? Contar con un departamento de riesgos no es suficiente para gestionar eficazmente los desafíos que enfrenta una organización. La gestión del riesgo debe entenderse como una responsabilidad compartida, integrada en la forma en que toda la organización piensa, decide y actúa.
Ya no vale con ser reactivo, sino lo que se valora en estas situaciones es la proactividad de todos los que se involucren. Un informe de BDO (‘Global Risk Landscape 2025’) muestra que el 69 % de las empresas tienen una postura defensiva frente a los riesgos, y que el 79 % de los líderes considera prioritario incorporar una mentalidad de gestión del riesgo en la cultura empresarial. Sin embargo, solo el 7 % dicen que sus compañías están predispuestas para afrontar los riesgos de forma activa.
Una buena gestión trae beneficios estratégicos, como la mejora la toma de decisiones, identifica oportunidades de crecimiento y asegura el cumplimiento normativo, protegiendo la reputación de la empresa frente a empleados, clientes y demás grupos de interés.
Pero, además, fomenta una cultura de seguridad y proactividad, donde todos participan en la identificación y mitigación de riesgos. Promueve la innovación, al buscar soluciones creativas ante los desafíos, y refuerza la responsabilidad corporativa y la sostenibilidad, mostrando que la empresa se preocupa por su entorno y su comunidad. Impulsa una cultura del aprendizaje, donde los errores se convierten en oportunidades de mejora, y fortalece la satisfacción y confianza de los grupos de interés, creando un entorno más estable y comprometido.
En conjunto, la gestión de riesgos deja de ser solo un mecanismo de control y se transforma en un motor de cultura organizacional, innovación y sostenibilidad, alineando la protección de la empresa con su desarrollo a largo plazo.
Recientemente, en Zurich Seguros hemos anunciado la convocatoria de la cuarta edición del Premio a la Gestión de Riesgos, una iniciativa que refuerza lo que aquí defendemos: que la gestión de riesgos no es solo un área técnica, sino una parte esencial de la cultura, la estrategia y la responsabilidad social de las empresas.
Este premio reconoce aquellas compañías que ya han consolidado una función de gestión de riesgos en su estructura organizativa y que han demostrado que dicha función interactúa con la alta dirección, aplica procedimientos rigurosos de análisis y transferencia de riesgos, y realiza actividades formativas continuas en la materia.
Integrar la gestión de riesgos no es solo una buena práctica: es una manera de construir organizaciones más fuertes, más sostenibles y más humanas.

