Cada 31 de octubre celebramos el Día Mundial de las Ciudades, una fecha que nos invita a detenernos y pensar en cómo queremos que sean los entornos urbanos donde vivimos. Más de la mitad de la población mundial reside ya en ciudades y esta cifra aumentará hasta alrededor del 68 % para el año 2050, según proyecciones de Naciones Unidas. Ante estas previsiones se plantea un gran desafío: ¿cómo hacer de nuestras ciudades lugares más inclusivos, resilientes y equilibrados?
El ODS 11 de la ONU nos ofrece un horizonte claro: construir “ciudades y comunidades sostenibles”. En España, este compromiso se articula a través de la Agenda Urbana Española, un documento que sirve de guía para orientar el crecimiento urbano hacia un modelo más equilibrado y justo. Todo para alcanzar un modelo de ciudad que debemos crear entre todos los agentes implicados en esta transformación.
A menudo se considera que la sostenibilidad urbana es un ámbito reservado a las políticas públicas, pero el sector privado también tiene una responsabilidad esencial. En particular el papel del promotor es determinante para impulsar proyectos que anticipen la ciudad del futuro.
Por ello, desde Metrovacesa y su departamento de Desarrollo Urbano Sostenible tratamos de contribuir a dar soluciones a este reto. Nuestro papel no se limita a promover suelos o edificar viviendas. Hoy nuestro compromiso consiste en crear barrios conectados, pensados para las personas, donde se integren vivienda, espacios públicos de calidad, movilidad sostenible, biodiversidad y equipamientos.
Lograr que un proyecto urbano funcione en el largo plazo exige diálogo permanente con las administraciones y la ciudadanía, porque la ciudad no puede construirse de espaldas a quienes la habitan. Una visión que se concreta en ejemplos tangibles que se ubican en diferentes contextos, pero comparten una misma aspiración: generar valor compartido en lo social, lo económico y lo ambiental.
Nuestros proyectos se basan en estrategias que garantizan un desarrollo urbano equilibrado y responsable, promoviendo una movilidad sostenible centrada en el peatón y el transporte público, un acceso a vivienda asequible y equipamientos inclusivos, la protección del patrimonio y el paisaje como elementos identitarios del territorio, una economía urbana diversa que impulse la actividad y promueva entornos multifuncionales, y una gobernanza participativa basada en la transparencia y la escucha activa de la ciudadanía.
Además, apostamos por soluciones basadas en la naturaleza y criterios de eficiencia energética desde la planificación del suelo hasta la edificación, porque cada decisión cuenta en la reducción de emisiones y en la construcción de ciudades más resilientes.
Por eso, en nuestros proyectos la infraestructura verde es un elemento estructural: creamos corredores ecológicos, grandes parques y zonas arboladas que favorecen la biodiversidad. Espacios pensados para disfrutar a la vez que contribuyen a mejorar la calidad del aire, optimizar los recursos hídricos y regular la temperatura; en definitiva, ofrecer a las personas entornos saludables para vivir y convivir.
Si algo hemos aprendido es que la sostenibilidad urbana se construye escuchando a los vecinos, a las administraciones y a los expertos. El proceso participativo enriquece y fortalece la propuesta final, un proyecto urbano de calidad que responda a las necesidades reales de quienes lo van a habitar.
El Día Mundial de las Ciudades es una buena ocasión para recordar que la transformación urbana no depende de un único actor: es un proceso compartido que exige la colaboración de administraciones, empresas, técnicos y ciudadanía, teniendo en cuenta a todos los colectivos. Cada uno aporta una parte imprescindible de la solución.
Sabemos que el reto es inmenso, pero también lo es la oportunidad: hacer de nuestras ciudades lugares más inclusivos, verdes y resilientes es, en definitiva, mejorar nuestra calidad de vida y sostenibilidad como sociedad.

 
  
 
 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 







 
  
  
 