¿Cómo nació la iniciativa del Día Solidario de las Empresas y qué objetivos persigue cada año?
El Día Solidario de las Empresas nació hace 18 años con una idea muy sencilla: acercar el mundo empresarial al voluntariado social. Desde Cooperación Internacional vimos la oportunidad de generar un puente entre las empresas que buscaban implicarse en causas sociales y las entidades que necesitaban manos, ilusión y recursos.
El objetivo sigue siendo el mismo: impulsar la colaboración entre empresas y entidades benéficas a través del voluntariado corporativo. Ofrecemos a las compañías la posibilidad de que sus empleados se unan a una jornada en la que puedan ponerse al servicio de los demás, conocer de primera mano realidades vulnerables y generar un impacto positivo en su entorno más cercano. Cada edición es, en definitiva, una oportunidad para que el tejido empresarial y la sociedad civil trabajen juntos por un bien común.
Este año se celebra la 18ª edición. ¿Qué novedades podemos esperar en comparación con las ediciones anteriores?
Siempre buscamos responder a necesidades reales y actuales. En esta edición ampliamos la colaboración con entidades locales para llegar a más colectivos y, en base a la experiencia, ofrecer iniciativas más enriquecedoras para todas las partes. También reforzamos los espacios de sensibilización y la formación previa, para que las empresas y sus voluntarios no solo participen un día, sino que puedan prolongar ese compromiso en el tiempo.
¿Cómo se eligen las actividades solidarias en las que participan los equipos de las empresas y qué impacto buscan generar en las comunidades locales?
El proceso empieza meses antes. Contactamos con asociaciones, residencias, centros educativos o entidades medioambientales que nos transmiten sus necesidades y, a partir de ahí, diseñamos un abanico de actividades que se adapten a la participación de un grupo de empleados, muchos de los cuales quizá nunca han hecho voluntariado. No se trata solo de “hacer algo” un día, sino de generar un impacto real: acompañar a personas mayores que sufren soledad, compartir deporte inclusivo con jóvenes con discapacidad, repartir desayunos a personas sin hogar o limpiar espacios naturales. Cada acción busca mejorar la vida de quienes más lo necesitan y, al mismo tiempo, sensibilizar a los voluntarios sobre la importancia de su implicación social, facilitando futuras colaboraciones entre empresa y entidad.
El voluntariado corporativo es clave en este evento. ¿Qué papel juega dentro de la estrategia de Cooperación Internacional?
El voluntariado corporativo es una oportunidad de transformación social, de desarrollo personal y de conexión entre los valores de la empresa y sus empleados. En Cooperación Internacional llevamos 32 años promoviendo el voluntariado entre los jóvenes y, desde hace más de 20, colaboramos con empresas en este ámbito. Creemos que cada persona y cada compañía tiene un valor único que aportar a la sociedad; solo hace falta contar con las herramientas para desarrollarlo.
El Día Solidario de las Empresas facilita ese acercamiento y canaliza el voluntariado mediante una acción “llave en mano” que puede ser tanto el inicio como el reflejo de un compromiso más profundo, personal y corporativo.
¿Qué desafíos enfrentan al involucrar a tantas empresas en iniciativas de voluntariado?
El mayor reto es la coordinación. Cada año participan decenas de empresas y miles de voluntarios, lo que exige una gran logística: definición de actividades, formación previa, seguridad en cada acción y relación constante con las entidades sociales. Otro desafío es mantener la autenticidad del proyecto: que no se convierta en un simple evento de imagen, sino en una experiencia transformadora. Para ello trabajamos muy de cerca con las compañías, fomentando la continuidad y el compromiso a medio y largo plazo.
¿Cómo contribuye este evento a fomentar la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)?
El Día Solidario de las Empresas es una palanca directa para la RSE, porque permite a las compañías pasar del discurso a la acción. En relación con los ODS, cada actividad contribuye a varios: reducción de desigualdades (ODS 10), trabajo decente y crecimiento económico (ODS 8), salud y bienestar (ODS 3), educación de calidad (ODS 4) o acción por el clima (ODS 13). Los voluntarios comprueban cómo sus esfuerzos se traducen en metas concretas, conectando la agenda global con la realidad local.
¿Cuáles han sido algunos de los testimonios más impactantes de los participantes en ediciones anteriores?
Los que más marcan a los voluntarios son los vinculados al sinhogarismo, en actividades como los desayunos solidarios o la colaboración en albergues. Muchos nos cuentan que ahí se rompen todos los prejuicios: lo que empieza como un gesto sencillo acaba transformando la forma en que miran la realidad. Normalmente pasamos por delante de personas que viven en la calle como si fueran invisibles. Después de esta experiencia, esa mirada cambia: ya no puedes pasar de largo, los ves de verdad, te paras, empatizas, comprendes y compartes. Ese aprendizaje profundo se extrapola al resto de colectivos con los que entran en contacto y les acompaña mucho más allá del Día Solidario.
¿Qué proyecciones tienen para futuras ediciones del Día Solidario de las Empresas y qué cambios les gustaría implementar?
Queremos seguir creciendo de manera sostenible. Nos gustaría que más pymes puedan sumarse, y que el Día Solidario no se quede en una jornada aislada, sino que inspire a las empresas a impulsar programas propios de voluntariado y RSE durante todo el año. En definitiva, el futuro pasa por consolidar una red empresarial comprometida que entienda que la solidaridad no es un extra, sino parte esencial de su identidad.
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