Transición desordenada y mercados: el estudio hace referencia a una «transición climática desordenada». En su opinión, ¿cuáles serían las principales repercusiones macroeconómicas y financieras de tal escenario en los próximos años?
Para empezar, el coste económico de los daños relacionados con el clima ya ha aumentado considerablemente. Desde 1980, Estados Unidos ha registrado 403 desastres meteorológicos y climáticos con un coste acumulado de casi 3 billones de dólares. Durante el mismo período, la Unión Europea ha sufrido pérdidas por valor de unos 800 000 millones de euros, de los cuales más de 162 000 millones se produjeron entre 2021 y 2023. Esto pone de relieve el acelerado impacto financiero asociado al cambio climático.
De cara al futuro, nuestro análisis, respaldado por las conclusiones de la Red para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS), indica que los riesgos relacionados con el clima probablemente provocarán un menor crecimiento del PIB y una mayor inflación en comparación con un mundo sin esos riesgos. La magnitud del impacto dependerá de la trayectoria de transición específica. En un escenario de transición retrasada, que consideramos uno de los resultados más probables, el PIB mundial podría contraerse hasta un 15 % para 2050, lo que representaría una importante perturbación sistémica para la economía mundial. La inflación también podría aumentar temporalmente en torno a un 1% con respecto al escenario base, a medida que se apliquen las medidas de transición y los mercados se ajusten a los mayores costes durante la fase de reestructuración. No obstante, es importante señalar que es probable que el coste de la transición siga siendo inferior a la pérdida permanente de crecimiento que se produciría si no se llevara a cabo.
Basándonos en nuestro análisis de los factores que facilitan la transición, creemos que un retraso en la transición, o posiblemente un mundo fragmentado, sigue siendo el escenario más plausible en la actualidad. Las implicaciones para los inversores podrían ser sustanciales. Nuestras conclusiones muestran que los riesgos climáticos pueden afectar a la rentabilidad esperada de todas las clases de activos, siendo las acciones generalmente más expuestas que los bonos. Durante la próxima década, estimamos que la rentabilidad de las acciones a nivel mundial podría disminuir un 0,4% anual en los escenarios de transición satisfactoria y hasta un 1,1 % anual en los escenarios de «efecto invernadero» o de mundo fragmentado. Los bonos, por el contrario, podrían sufrir un impacto menor, ya que el aumento de los tipos de interés podría compensar parcialmente las pérdidas. Esta dinámica implica que, aunque es probable que la prima de riesgo de las acciones diversificadas siga siendo más alta que la de los bonos diversificados, los riesgos relacionados con el clima contribuirán a aplanar la frontera eficiente en los próximos años.
Por último, sigue habiendo un alto grado de incertidumbre en torno a la trayectoria de la transición que finalmente se materializará, que dependerá en gran medida del grado de compromiso de los gobiernos y los responsables políticos con la lucha contra el cambio climático. Los recientes cambios de rumbo en algunas medidas políticas sugieren que lograr una transición ordenada es cada vez más difícil.
Riesgos y oportunidades para los inversores: ¿cómo pueden los inversores anticipar y gestionar mejor los riesgos relacionados con el clima y los derivados de la transición energética, al tiempo que aprovechan las oportunidades que ofrece una economía baja en carbono?
Aceptando que las consecuencias sistémicas de los riesgos climáticos pueden ser inevitables, un enfoque proactivo de la gestión de carteras puede ayudar a mitigar los riesgos, pero también a aprovechar las oportunidades que presenta la transición hacia las cero emisiones netas. De hecho, aunque los rendimientos agregados del mercado puedan ser más bajos, es probable que los riesgos climáticos den lugar a una mayor dispersión entre las empresas, lo que creará oportunidades para los inversores. Por lo tanto, para navegar por este panorama en evolución, es fundamental integrar perspectivas de futuro en las estrategias de inversión mediante:
- La optimización de la asignación de activos, por ejemplo, ajustando la combinación de renta variable y renta fija para reflejar la dinámica cambiante del riesgo y la rentabilidad estructurales.
- La gestión activa para aprovechar las oportunidades: identificando a los ganadores y perdedores en todas las clases de activos y segmentos del mercado. Por ejemplo, incluso en sectores con altas emisiones, las empresas que gestionen eficazmente la transición necesitarán capital y pueden presentar perspectivas de inversión atractivas.
- La gestión activa para gestionar el riesgo, mediante la construcción de carteras resistentes al clima que mejoren la estabilidad a largo plazo y el cumplimiento normativo.
- Compromiso con las empresas para mejorar la divulgación de información, establecer objetivos de cero emisiones netas y asignar capital a inversiones sostenibles prometedoras.
Integración de los criterios ESG en la asignación de activos: desde la perspectiva de Fidelity International, ¿qué papel desempeña actualmente la integración de los criterios ESG en las decisiones estratégicas de asignación de activos?
A medida que los riesgos climáticos se manifiestan cada vez más como riesgos sistémicos, la integración de los criterios ESG en las decisiones de asignación estratégica de activos (SAA) ha cobrado más importancia que nunca. Estas consideraciones pueden influir de manera significativa en la relación entre riesgo y rentabilidad en las principales clases de activos, como las acciones y los bonos, especialmente a medida que se desarrollan diferentes escenarios de transición climática.
Aunque los criterios ESG abarcan más que los factores relacionados con el clima, está claro que las consideraciones climáticas desempeñan actualmente un papel especialmente importante, dadas sus implicaciones generalizadas y a largo plazo para las economías y los mercados financieros.
Dada la incertidumbre sobre qué trayectoria climática se materializará finalmente, nuestra función es ayudar a los inversores a navegar por esta complejidad. Trabajamos en estrecha colaboración con los clientes que están preocupados por estos riesgos, participando en estudios de casos de asignación de activos para ayudar a cuantificar las compensaciones asociadas con el mantenimiento o el ajuste de sus asignaciones.
Es importante señalar que reconocemos que los objetivos y preferencias de cada inversor son únicos, lo que significa que no existe una solución única y universalmente óptima. En cambio, para nosotros, la integración de los criterios ESG en la SAA sirve como marco para alinear la estrategia de inversión con consideraciones tanto de resiliencia financiera como de Sostenibilidad, al tiempo que se tienen en cuenta los objetivos específicos y la propensión al riesgo de cada inversor.
Cooperación público-privada: ¿qué papel esencial cree que deben desempeñar los reguladores, los gobiernos y las empresas para facilitar una transición climática más ordenada y estable para los mercados financieros?
Este es un aspecto crucial, posiblemente el más importante, ya que no se puede lograr una transición climática ordenada y estable sin una estrecha cooperación entre los reguladores, los gobiernos y las empresas. En Fidelity International, seguimos de cerca tres factores críticos que facilitan la transición: las políticas globales, la acción corporativa y la innovación tecnológica.
Visión a largo plazo y responsabilidad corporativa: más allá de los rendimientos financieros, ¿cómo ve Fidelity International su propia responsabilidad corporativa en la promoción de un futuro verdaderamente sostenible con cero emisiones netas? Más allá de los rendimientos financieros, ¿cómo ve Fidelity International su propia responsabilidad corporativa en la promoción de un futuro verdaderamente sostenible con cero emisiones netas?
En Fidelity International, mantenemos nuestro firme compromiso con la inversión sostenible y la Sostenibilidad corporativa, en consonancia con nuestro objetivo de trabajar juntos para construir un futuro financiero mejor para nuestros clientes.
Como parte de ello, nos hemos fijado los siguientes objetivos:
–Reducir a la mitad la huella de carbono de nuestras carteras de inversión para 2030, empezando por las participaciones en acciones y deuda corporativa.
–Lograr emisiones netas cero en todas las operaciones corporativas de Fidelity para 2030.
–Eliminar gradualmente la inversión en carbón térmico para 2030 en los países de la OCDE y para 2040 en el resto del mundo.
Nuestro último Informe de Sostenibilidad describe nuestros avances en el año natural 2024 e incluye las áreas de interés futuras para nuestra estrategia de Sostenibilidad corporativa, y en nuestro informe sobre el clima y la naturaleza, las tres palancas climáticas de nuestro enfoque de inversión sostenible: integración, administración y soluciones.
A medida que avanzamos, seguimos comprometidos con la transparencia, la mejora continua y la colaboración con nuestras partes interesadas. Creemos que, trabajando juntos, podemos crear valor sostenible a largo plazo para nuestros clientes.
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