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En una charla exclusiva con Corresponsables, Antoni Ballabriga, Global Head of Sustainability Intelligence & Advocacy de BBVA, repasa los hitos clave de su trayectoria en el mundo de la Sostenibilidad y la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), así como los retos que aún deben superarse para lograr un cambio real y de escala en el ámbito empresarial. Ballabriga, quien ha sido recientemente galardonado con el Premio Ramón Mullerat en los XVI Premios Corresponsables celebrados a finales de octubre de 2025, destaca la importancia de integrar la Sostenibilidad de manera estructural en la estrategia empresarial. “Cuando la Sostenibilidad se ve como una oportunidad para generar valor, es cuando realmente se da el cambio a la escala que necesitamos”, señala.
A lo largo de su carrera, Ballabriga ha sido testigo de una evolución fundamental en el enfoque hacia la Sostenibilidad, desde una visión marginal en las empresas hasta convertirse en una prioridad estratégica que afecta a todos los niveles de organización. En este sentido, resalta la relevancia del trabajo realizado por Corresponsables a lo largo de sus 20 años de trayectoria. “Corresponsables ha sido una referencia clave en el ecosistema de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad, especialmente en España y América Latina. Su principal contribución ha sido generar espacios de diálogo entre las empresas y los grupos de interés, lo cual ha sido fundamental para avanzar en la integración de la Sostenibilidad en la estrategia empresarial”, afirma Ballabriga. Además, remarca el papel crucial de la organización en la creación de un entorno de colaboración para promover la transformación hacia un modelo de negocio más responsable y sostenible.
A lo largo de esta entrevista, Ballabriga reflexiona sobre su experiencia en BBVA, donde ha liderado diversas iniciativas de Sostenibilidad, incluyendo el compromiso 2025 de movilizar 100.000 millones de euros en financiación sostenible. También comparte su visión sobre el futuro de la Sostenibilidad en el sector financiero, destacando la necesidad de que las empresas integren esta agenda de manera transversal, como parte de su actividad habitual, no solo como un esfuerzo aislado.
Con su Premio Ramón Mullerat, que reconoce su liderazgo y contribución al impulso de la Sostenibilidad en el ámbito empresarial, Ballabriga continúa siendo una de las figuras más influyentes en este campo, demostrando cómo la visión de un futuro más sostenible no solo es necesaria, sino posible.
¿Cómo, cuándo y por qué comenzaste a involucrarte en este camino de la Responsabilidad Social Empresarial?
Empecé en 2004, como consultor y asesor de empresas en temas de Sostenibilidad, tras el cierre de una empresa familiar. Lamentablemente tuvimos que cerrarla y, en esa búsqueda de una nueva oportunidad profesional, comencé a trabajar en el mundo de la consultoría.
Tuve la oportunidad de involucrarme enseguida en proyectos de Sostenibilidad, lo que me permitió alinear mi carrera con mi propósito profesional. Siempre he aspirado a impulsar proyectos e iniciativas con impacto real en la vida de las personas, un impacto con alcance, que además me permitiera mantener mi espíritu emprendedor: no conformarse con lo que uno se encuentra, sino aspirar a transformarlo. Esta visión transformadora siempre me ha guiado.
La Sostenibilidad me ofreció esa posibilidad, primero como consultor, y tres años después, al incorporarme a BBVA en 2007. Desde entonces, he podido desarrollar una función centrada en la Sostenibilidad y el compromiso social, lo que me permitió alcanzar una perfecta coherencia con mi propósito personal de generar impacto positivo.
Hacerlo desde una gran empresa me dio la oportunidad de contribuir a gran escala y, al mismo tiempo, mantener la capacidad de emprender, cuestionar y promover un cambio transformador desde dentro.
¿Cuál fue el primer proyecto en el que trabajaste en BBVA?
Me incorporé a BBVA en 2007 con un mandato claro: integrar la Responsabilidad Corporativa en el negocio. En ese momento, había una voluntad de ir más allá de lo que se había hecho hasta entonces. Mi tarea fue ayudar al banco a integrar progresivamente esta visión de Responsabilidad Corporativa, que más tarde se transformaría en Sostenibilidad, y también el concepto de negocio responsable, en todas las áreas del banco.
¿Tienes alguna anécdota de aquellos inicios?
Sí, de hecho, creo que esta es una buena anécdota que refleja bastante bien cómo era el enfoque en esos primeros años. En 2007, cuando empecé como responsable de Responsabilidad Corporativa y Reputación, recuerdo la primera reunión de trabajo con el equipo de negocio. Al llegar, me tocó presentarme y, uno de los compañeros del negocio comentó algo como: “Oh, qué bien, Responsabilidad Corporativa, paz, solidaridad”, como si me faltara la flor en la oreja. Cuando me senté, le respondí: “No, no, lo que vamos a hacer es ver cómo podemos ayudar en el negocio”. A lo que él contestó: “Pero si vosotros lo único que hacéis es gastar dinero, ¿no?”. Y yo le dije: “No, no, lo que vamos a hacer es ver cómo podemos ayudarte a ganar más y mejor dinero, pero de forma responsable“.
“La Sostenibilidad no es un tema adicional o complementario, sino algo nuclear de la estrategia”
Este tipo de comentarios reflejaba muy bien la mentalidad o el mindset con la que nos encontrábamos en esa época, donde la Responsabilidad Corporativa era una función aún bastante marginal cuando comenzábamos este camino hace 20 años.
Ya lo has anticipado un poco, pero ¿podrías detallarnos cómo era el panorama de la Sostenibilidad hace 20 años?
Hace 20 años el concepto predominante era más el de Responsabilidad Social Corporativa, aunque con el tiempo la nomenclatura ha ido cambiando. Comparado con hoy, el panorama era muy diferente, tanto en aspectos positivos como negativos.
Cuando me incorporé al banco, fue gracias a un programa social que impulsamos inicialmente como consultores, y que se convirtió en un referente dentro de la organización durante estos 20 años. En ese momento lo llamamos ‘Becas de Niños Adelante’, un programa educativo regional en todos los países de América Latina. Hoy, sigue siendo un programa vigente en prácticamente todos los países, especialmente en México, y los resultados son espectaculares, sobre todo por la gran cantidad de personas beneficiadas y por la transformación que ha significado. De hecho, mi jefe de aquel entonces, hace 18 años, me dijo que ese era el programa del que se sentía más orgulloso en toda su vida profesional en BBVA.
“La integración de la Sostenibilidad debe ir más allá del cumplimiento regulatorio, tiene que ser parte del negocio”
Y en cuanto al panorama, era muy distinto, pues el foco estaba más en poner en valor lo que las empresas hacían, en ver cómo encontrar palancas para mejorar la organización. Sin embargo, todo dependía del apoyo y la atracción que pudieras tener desde los altos cargos. En muchos casos, era un proceso de evangelización. En las empresas, había muchas personas comprometidas con la causa social, pero también muchas que no lo estaban tanto; como yo digo “hay mucho creyente practicante pero también hay mucho creyente no practicante”. Aunque muchos profesionales querían generar impacto social, al final era difícil integrar esta visión en sus puestos y en su día a día, ya que no se veía como una prioridad dentro de la organización.
Era un momento complejo, donde había que explicar el valor de ser una empresa responsable, y eso implicaba un cierto trabajo de evangelización. En ese contexto, vincular la Responsabilidad Social al negocio era todo un reto.
Este fue el marco en el que muchos profesionales tuvimos que movernos en esos primeros años, donde era difícil aterrizar las ideas de Sostenibilidad en la práctica diaria de la empresa.
Querido Antoni, ¿cuándo conociste a Corresponsables y qué recuerdas de ese primer contacto?
Conocí a Corresponsables en 2005 o 2006, en una conferencia en la que tuve la oportunidad de conocer a Marcos. Ya conocía el medio, pero no le conocía personalmente. En seguida me di cuenta de que era un emprendedor con propósito y que tenía un proyecto apasionante por delante. Me pareció un espacio en el que quería estar y compartir, así que esa primera charla fue, en cierto modo, una conversación entre emprendedores, en la que pude percibir su visión y su enfoque.
¿Qué papel consideras que ha tenido Corresponsables a lo largo de estos 20 años, en el impulso de la RSE en España y América Latina?
Creo que Corresponsables ha sido una referencia clave en el ecosistema de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad, tanto en España como, en los últimos años, en América Latina. La principal contribución de Corresponsables ha sido aportar al diálogo, que es una de las palancas esenciales para el desarrollo de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad. A través del diálogo entre las empresas y los grupos de interés, Corresponsables ha creado una plataforma de escucha, debate y proposición, y también para la puesta en valor de lo que hacen las empresas en este ámbito.
“Corresponsables ha sido una referencia clave en el ecosistema de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad”
Sin duda, la principal contribución de Corresponsables ha sido generar espacios de diálogo que han sido esenciales para el progreso de la Sostenibilidad y la RS. Corresponsables ha sido uno de esos espacios clave, lo que lo ha convertido en una referencia dentro del ecosistema.
A lo largo de tu dilatada carrera, ¿qué lecciones has aprendido en este ámbito?
Hay dos grandes lecciones que destaco de mi trayectoria profesional. La primera es la experiencia en BBVA, en la que, gracias a estar en una compañía con un enorme potencial y con un equipo y liderazgo claros y comprometidos, hemos logrado integrar la Sostenibilidad de forma estructural en la estrategia del negocio. En su momento, el mandato que me trasladaron cuando entré en el banco en 2007 fue claro: integrar la Sostenibilidad en el negocio. Hoy, después de años de trabajo, puedo decir que lo hemos logrado. En el último plan estratégico, para 2025-2029, la Sostenibilidad ya no es un tema adicional o complementario, sino algo nuclear de la estrategia. Lo que en su momento parecía un reto, hoy es una realidad, y nuestra manera de abordarlo es desde un punto de vista muy nuclear de la estrategia y del negocio.
El segundo gran logro, desde una perspectiva de cambio sistémico, ha sido el impulso a la redefinición de la arquitectura del sistema financiero. Tras haber logrado integrar la Sostenibilidad en nuestra estrategia de negocio, mi mandato en los últimos años ha sido ir más allá: ¿cómo podemos ser un actor de cambio sistémico?, ¿cómo podemos contribuir a esta redefinición del sistema financiero? Me siento muy orgulloso de haber sido un actor clave en la creación de los Principios de Banca Responsable, una iniciativa que hoy cuenta con más de 300 bancos en todo el mundo.
También hemos sido fundadores de la Net Zero Banking Alliance, que estableció un estándar para la aplicación de objetivos de descarbonización en el sector bancario. Este estándar ha cambiado la industria al integrar el cambio climático en la gestión bancaria, mucho más allá de lo que cualquier taxonomía o requisito regulatorio podría haber logrado. Este marco ha cambiado la manera en cómo los bancos estamos evaluando a nuestros clientes y cómo los estamos acompañando en su descarbonización.
“Lo importante es que la Sostenibilidad no sea vista como un coste, sino como una solución inteligente”
Este cambio sistémico que va más allá de BBVA ha sido una de las mayores contribuciones que hemos podido hacer, y aunque aún queda mucho por hacer, es un paso clave. Cinco años atrás, nadie imaginaba que podríamos llegar tan lejos en tan poco tiempo. Sin duda, estos logros y el impacto que hemos generado en la industria son lo que más me enorgullecen.
¿Qué cambios significativos has observado en la RSE de España desde que comenzaste? ¿Cómo ha evolucionado aquí, en nuestro país?
Ha evolucionado radicalmente y ha habido una evolución permanente. Como he comentado, al principio esto iba más de poner en valor lo que una entidad o empresa hacía. Pero poco a poco ha ido evolucionando y se ha visto que la RSE y la Sostenibilidad eran palancas para la generación de valor.
Hoy es incuestionable que estos temas funcionan cuando están vinculados a la competitividad de las empresas, al business case y a la propuesta de valor.
Además, la profesión también ha cambiado. Los responsables de Sostenibilidad éramos más expertos técnicos, algo importante en aquella etapa. Pero hoy, en la nueva etapa, donde la Sostenibilidad debe integrarse en las estrategias de negocio, se requieren habilidades y capacidades un poco distintas.
Esto ha llevado a que muchos responsables de Sostenibilidad se sienten en los comités de dirección, con una visión y competencias más alineadas con las necesidades de la empresa para asegurar que, efectivamente, esto se hace a la escala que la empresa necesita.
La profesión, por lo tanto, ha mutado. Los que llevamos años en esto hemos tenido que adaptarnos, pero también ha habido una incorporación de profesionales de otras disciplinas. Personas provenientes de áreas de negocio, recursos humanos o riesgos, que han aportado una visión complementaria y han ayudado a escalar esta función dentro de las empresas. Así que, tanto las empresas como la profesión han cambiado sustancialmente. Hoy, la Sostenibilidad es vista como una palanca de competitividad y negocio.
Antoni, ¿cuáles consideras que han sido los hitos más importantes en esta evolución? ¿Y qué factores crees que los han hecho posibles?
Creo que hay varios hitos clave que han significado un cambio de escala. Uno de los más importantes fue en 2015, cuando se aprobaron los ODS y, especialmente, el Acuerdo de París. Ese momento marcó un cambio de mentalidad significativo. A nivel financiero, también se dio un discurso crucial de Mark Carney, actual Primer Ministro de Canadá y en ese entonces Gobernador del Banco de Inglaterra y Presidente del Consejo de Estabilidad Financiera Mundial. En su discurso en Lloyd’s, titulado ‘La tragedia del horizonte’, Carney señaló el cambio climático como un riesgo sistémico para el sistema financiero. Ese fue un punto de inflexión, y poco después, se creó la TCFD (Task Force on Climate-related Financial Disclosures), inicialmente con guías voluntarias que luego se convirtieron en regulación. Esto también marcó un antes y un después en la escala de la Sostenibilidad financiera.
Otro hito relevante, a nivel europeo, fue el lanzamiento del Plan de Acción de Finanzas Sostenibles de la Unión Europea en 2018. Fue otro momento importante en que se incluyó en la agenda a todas las empresas. Sin embargo, con el tiempo, y recientemente con Ómnibus, nos hemos dado cuenta de que Europa quiso regular de forma excesiva la Sostenibilidad, creando más costes para ser sostenible en lugar de crear más barreras para no serlo. Y eso ha generado que hoy estemos en un proceso de simplificación que era necesario, porque se reguló inicialmente en exceso, como digo yo, everything everywhere all at once.
“El cambio no lo hace solo el área de Sostenibilidad, lo hace toda la empresa”
Desde el punto de vista financiero y bancario, otro gran momento fue la creación de la NGFS (Network for Greening the Financial System) en 2019, que concluyó, en un informe, que el riesgo climático es un riesgo financiero. Ese paper santificó la idea de que el cambio climático debe integrarse en las políticas macro y microprudenciales, lo que impulsó a los supervisores y a la banca a incorporar la Sostenibilidad en sus prácticas diarias. Esto también ha tenido un efecto tractor en los clientes y empresas que financiamos, por lo que es otro hito importante.
Y por último, más que hito, es lo que ha permitido ver esto desde el punto de vista de oportunidad: la tecnología. Las tecnologías han evolucionado de una forma increíble. El desarrollo de las energías renovables, por ejemplo, ha permitido una reducción espectacular de costes, haciendo que las tecnologías verdes sean mucho más atractivas que las basadas en combustibles fósiles. Esto ha convertido la Sostenibilidad no en un coste, sino en la solución más inteligente, lo que ha facilitado la adopción de prácticas sostenibles en las empresas.
Así que, en resumen, los hitos clave han sido una combinación de políticas públicas y avances tecnológicos para que finalmente los clientes, las empresas, inviertan en Sostenibilidad, y para que haya un business case de la historia. Todos estos factores, unidos, han permitido dar un paso importante hacia la integración de la Sostenibilidad.
A nivel personal, ¿podrías compartir algún momento o experiencia que haya sido especialmente memorable en tu trayectoria?
Os diría dos anécdotas. Una vez, el Presidente me preguntó a qué me dedicaba y cuál era mi rol en BBVA, y le respondí que mi rol era “romper zonas de confort”. Creo que esa es una parte fundamental de lo que hacemos los responsables de Sostenibilidad: encontrar maneras de desafiar a la organización para que dé un paso más allá, siempre de una forma sostenible y económicamente viable, pero perseverando en el proceso. Ese rol de retador es clave para quienes estamos en este ámbito, y creo que es algo que tenemos que asumir con responsabilidad.
Otro momento importante fue después de presentar el plan estratégico en 2018, cuando tomamos la decisión de situar la Sostenibilidad como una prioridad estratégica para el Grupo. La reflexión en el comité de dirección fue clara: “Este ya no es un tema de Toni, este es un tema de todos”. Es decir, la Sostenibilidad dejó de ser solo mi responsabilidad para convertirse en un tema transversal, un liderazgo distribuido. El cambio no lo hace solo el área de Sostenibilidad, sino que lo hace toda la empresa. Cada miembro del comité de dirección tiene que integrar la Sostenibilidad en su día a día.
Hasta que no logras ese accountability, ese ownership, ese compromiso de todo el comité de dirección, no consigues realmente un cambio a la escala que se necesita. Creo que estos dos momentos son muy ilustrativos de cómo uno tiene que saber dónde estar.
¿Y quiénes han sido tus principales referentes en este ámbito?
En España, claramente, uno de mis principales referentes ha sido Alberto Andreu. Lo conocí cuando era cliente cuando trabajaba como consultor, y luego se convirtió en un compañero de viaje cuando estuve en Telefónica. Siempre ha tenido una visión que iba un paso más allá de lo que veíamos en el mercado, y creo que ha sido una persona con la que nos hemos inspirado mutuamente, ayudado y compartido experiencias. Alberto ha sido un fantástico compañero de viaje.
“El reto es integrar la agenda de clima y lo social en una sola, todo está interrelacionado”
A nivel global, mis referentes han sido Paul Polman, quien fuera CEO de Unilever, y Emanuel Faber, cuando fue CEO de Danone. Ambos han sido grandes inspiradores para mí, y también destaco el trabajo que está haciendo Faber ahora en la ISSB a nivel global. Creo que es una figura muy potente que sigue inspirando a muchas personas en el ámbito de la sostenibilidad.
¿Podrías compartirnos algún caso de éxito que consideres emblemático?
Para mí, el gran cambio llegó en febrero de 2018, cuando anunciamos lo que llamamos nuestro pledge o compromiso 2025, en el que fijamos un objetivo de movilizar 100.000 millones de euros en financiación sostenible entre 2018 y 2025. Lo hicimos antes de que Europa anunciara su plan de finanzas sostenibles, y fuimos uno de los primeros bancos en Europa, el primero en España, en anunciar un compromiso de estas características.
Recuerdo que para llegar a la cifra de 100.000 millones de euros nos costó convencer, lógicamente, al leadership. Al principio hablábamos de otras iniciativas, pero cuando empezamos a verlo como una oportunidad de negocio, y fijamos esa cifra después de un año de trabajo, nos pareció algo espectacular, casi increíble. Al final, conseguimos el objetivo de movilizar esa financiación sostenible.
Lo interesante es que, con el tiempo, ese objetivo se nos quedó corto. A medida que íbamos integrando más la Sostenibilidad en el negocio, tuvimos que elevar la cifra. Pasamos de los 100.000 millones a 200.000 y luego a 300.000 millones de euros. Y, lo más destacado, es que conseguimos este objetivo un año antes de llegar a 2025, cerrando 2024 con más de 300.000 millones de euros movilizados. Ahora hemos fijado un nuevo objetivo de 700.000 millones para el ciclo estratégico 2025-2029.
Ese momento de fijar los 100.000 millones fue un punto de inflexión. Fue el momento en el que, a pesar de que aún no teníamos la Sostenibilidad como parte formal de nuestro plan estratégico, fue la palanca que hizo que, en pocos meses, aprobáramos el plan estratégico y la Sostenibilidad como prioridad estratégica. Para mí, ese fue un claro antes y después.
¿Qué consejo le darías a las nuevas generaciones de profesionales que se quieren dedicar a la Sostenibilidad?
Les diría que lo más importante es conseguir que la Sostenibilidad se vea no como un tema de compliance, de cumplimiento regulatorio, sino más bien como una oportunidad de negocio. Es cuando la Sostenibilidad se ve como una oportunidad para generar valor cuando realmente se da el cambio a la escala que necesitamos.
Entonces, creo que todos los profesionales y profesores que trabajamos en este ámbito debemos hacer una revisión constante de cómo podemos apoyar al negocio para que la Sostenibilidad realmente tenga la atracción que necesita. Eso, para mí, es lo más importante. Por supuesto, es clave prepararse para este reto y entender que cada empresa tiene su momento. Tal vez ahora no sea el momento adecuado para hacer ciertas cosas, pero hay que saber identificar lo que en cada momento puede generar más valor. Lo esencial es entender que la Sostenibilidad debe verse como una oportunidad de negocio, no solo como un tema de compliance.
“Lo esencial es entender que la Sostenibilidad debe verse como una oportunidad de negocio, no solo como un tema de compliance”
El compliance y regulación ayudan y son importantes, pero esto realmente funciona cuando hay un modelo de negocio detrás. Lo mismo ocurre con las taxonomías y la regulación: no importa cuántas taxonomías o requisitos haya, las inversiones no se dan solo por esas regulaciones, sino porque hay un business case. Las empresas invierten en Sostenibilidad porque tiene sentido económico, porque genera ingresos y mejora los costes. Las taxonomías son necesarias para ayudar a canalizar fondos, pero lo importante al final es que si no hay business case las taxonomías no hacen nada en sí mismas. Aquí es donde la regulación tiene que impulsar un entorno favorable para la inversión en Sostenibilidad.
Antoni, ¿cómo ves el futuro de la Sostenibilidad? ¿Qué retos y oportunidades anticipas para las próximas décadas?
Dos ideas. Una, estamos en un proceso de transformación de la Sostenibilidad y de la RSE, claramente. Esto va menos de imperativo moral y más de agenda integrada en el negocio, de agenda estratégica. Y no lo hacemos porque es lo correcto, que también, sino porque tiene sentido y es lo que nos permitirá escalar. No hacemos nada con iniciativas fantásticas que sean marginales al negocio, por muchos impactos positivos que generen. Está muy bien seguir haciéndolas, pero tenemos que buscar esas palancas que generen realmente un cambio y para eso necesitamos ese sentido económico.
Otro gran reto es integrar la agenda de clima, del capital natural y lo social en una sola . No es fácil, pero todo está interrelacionado, y esa agenda integrada será clave para los próximos años.
Las empresas que sean capaces de integrar la Sostenibilidad en su actividad ordinaria, como parte de su business as usual y no como una conversación paralela, serán las empresas realmente ganadoras.
¿Hay algo que harías diferente si tuvieras la oportunidad de comenzar de nuevo?
No. Creo que haría lo mismo, seguiría equivocándome donde me he equivocado, pero seguiría impulsando una agenda con perseverancia.
Finalmente, ¿cómo te gustaría que se te recordara en el ámbito de la RSE?
Como uno más que contribuyó de forma genuina a impulsar el cambio en las empresas y muy especialmente en el sector financiero para que contribuya de verdad a tener un impacto positivo en la vida de las personas a una escala global.
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