Cuando pensamos en gobernanza, solemos imaginar procesos, normas o marcos legales. Pero su verdadero valor va más allá: está en cómo moldea la cultura de una organización y la hace tangible en cada decisión. En Telpark entendemos la gobernanza no como un fin burocrático, sino como un medio para fortalecer nuestra cultura ética y coherente, alineada con nuestra visión: facilitar la vida de las personas creando posibilidades de forma sencilla e intuitiva.
Nuestro Código Ético y de Conducta refleja esta visión. No es solo un conjunto de normas: es una guía que nos recuerda que la reputación no se construye con campañas, sino con decisiones diarias, grandes y pequeñas. Cada persona que forma parte de Telpark encarna los valores de la compañía y refuerza la confianza que depositan en nosotros clientes, aliados y la sociedad.
Gobernanza como cultura viva
La gobernanza solo funciona cuando se interioriza. No se trata de cumplir “porque toca”, sino de vivir valores como la honestidad, el respeto, la lealtad, el rigor y el cuidado. De esa forma, convertimos los principios en cultura.
La gobernanza, además de marcar límites, abre posibilidades: crea un entorno de respeto, diversidad y seguridad en el que las personas pueden desarrollarse y dar lo mejor de sí mismas. Cuando un empleado sabe que está protegido frente a la discriminación o el acoso, que la empresa apuesta por la igualdad y la salud laboral, entiende que la gobernanza es también una herramienta que lo cuida y le da voz. Esa confianza genera compromiso, y el compromiso alimenta la cultura.
Una enseñanza clave de nuestro Código es que la gobernanza no recae solo en Compliance o en la dirección, sino en cada persona de la organización. Actuar con criterio ético, proteger la reputación de la compañía y denunciar conductas inapropiadas cuando sea necesario es un deber compartido.
Para ayudarnos en la práctica diaria, contamos con tres preguntas sencillas que guían nuestras decisiones: ¿Es honesta? ¿Protege la reputación de la compañía? ¿Podría explicarse con transparencia ante la sociedad? Si la respuesta es sí, estamos actuando con integridad.
La gobernanza, entendida así, se convierte en la base de la confianza: entre compañeros, porque trabajamos en un entorno justo y transparente; con los clientes, porque protegemos datos, respetamos la privacidad y actuamos con integridad en cada transacción; y con la sociedad, porque aportamos soluciones sostenibles con responsabilidad. Esa confianza, acumulada día a día, se convierte en reputación: nuestro activo más valioso, que no se compra ni se improvisa, sino que se gana con transparencia, rigor y respeto.
De nada sirven las declaraciones de valores si no existen procesos y un marco ético que las haga tangibles. Y a la inversa, de poco sirve un código si no está arraigado en una cultura que lo viva. En Telpark, cultura y gobernanza se alimentan mutuamente y crean un ecosistema donde las personas pueden trabajar con orgullo y sentido de pertenencia.
En un entorno de movilidad urbana en plena transformación, la innovación solo tiene sentido si se apoya en una gobernanza sólida y en una cultura ética. La gobernanza es nuestra ancla en lo esencial —respeto, integridad, honestidad y responsabilidad— y el puente que conecta la estrategia con las personas que la hacen posible. Porque al final, hablar de gobernanza es hablar de personas: de su dignidad, de su integridad y de su capacidad de construir, juntas, un futuro sostenible. Ese es nuestro compromiso en Telpark.