Entrevistamos a Karina Sandoval, Directora de Funds4Impact Summit 2025
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Funds4impact Summit 2025 se perfila como uno de los eventos internacionales más relevantes de la región, centrado en la recaudación de fondos, el desarrollo sostenible y la sostenibilidad. Este evento tiene como objetivo fortalecer la colaboración entre diversos actores del ecosistema de impacto en América Latina y el Caribe, desde organizaciones hasta fondos de inversión de impacto. Con el lema “Soluciones colaborativas para escalar impacto”, el Summit buscará visibilizar iniciativas transformadoras y fortalecer alianzas estratégicas para escalar proyectos con alto potencial social y medioambiental.
Corresponsables ha entrevistado a Karina Sandoval, directora del Funds4impact Summit 2025, quien compartió detalles sobre las novedades y objetivos de esta segunda edición del evento, que se llevará a cabo en Cartagena de Indias, Colombia. Marcos González, Presidente de Corresponsables y ObservaRSE, participará como ponente presencial en el evento, y Corresponsables actuará como media partner del mismo.
Buscamos impulsar el desarrollo sostenible de América Latina y el Caribe, y esto se logra a partir de conexiones y alianzas estratégicas y el fortalecimiento de capacidades de los diferentes actores que conforman nuestro ecosistema, como organizaciones, sector privado, fundaciones privadas y corporativas, cooperación internacional, fondos de inversión de impacto, medios de comunicación entre otros.
Esta segunda edición del Funds4impact Summit 2025 se enfoca en sostenibilidad, desarrollo y fundraising. Esta edición busca visibilizar proyectos e iniciativas de impacto social así como las diversas fuentes de financiamiento disponibles que en el contexto actual toma mucha relevancia. Todo ello con el objetivo de que puedan encontrar aliados estratégicos para complementar e impulsar proyectos escalables y replicables a nivel regional.
Desde Funds4impact creemos que si bien en Latinoamérica y el Caribe compartimos problemáticas similares, estamos convencidos que también compartimos muchas soluciones, y desde esta mirada el Funds4impact Summit busca resaltar el poder colaborativo buscando crear una comunidad de tomadores de decisión y agentes de cambio para impulsar y dirigir el crecimiento de la región.
La elección de Cartagena de Indias, Colombia, como sede del Funds4impact Summit 2025 responde a varios factores estratégicos. En primer lugar, el Funds4impact Summit es un evento internacional que rota cada año por distintos países de América Latina y el Caribe, con el objetivo de facilitar la participación local y visibilizar las problemáticas, retos y oportunidades específicas de cada contexto nacional.
Al descentralizar el evento y acercarlo a los territorios, fomentamos la inclusión de organizaciones que muchas veces no cuentan con los fondos necesarios para participar en un evento fuera de su país. Esto nos permite potenciar su visibilidad, facilitar el relacionamiento estratégico y generar nuevas oportunidades de colaboración y financiamiento.
Este año, seleccionamos a Colombia por su relevancia dentro del ecosistema regional y porque ha sido uno de los países más impactados por el recorte presupuestal de cooperación internacional, con una disminución superior a los 286 millones de dólares por parte del gobierno de Estados Unidos. Elegir Cartagena no solo impulsa la participación de actores locales, sino que también busca contribuir al fortalecimiento de su economía, su tejido social y su capacidad de respuesta desde la sociedad civil.
Además, creemos firmemente que espacios como el Funds4impact Summit, enfocados en el desarrollo, sostenibilidad y fundraising para la escalabilidad de proyectos y programas de gran impacto deben estar presentes en toda la región para catalizar el cambio y la transformación que Latinoamérica y el Caribe necesitan.
El Funds4impact Summit 2025 nace como respuesta a una realidad urgente: solo el 1.6% de la inversión global se dirige a América Latina y el Caribe. Para revertir esta cifra, es clave crear espacios que conecten directamente a los actores del ecosistema de impacto. Y en el contexto actual de cambio constante en el ecosistema de financiamiento, el Funds4impact Summit se posiciona como un epicentro de relacionamiento estratégico que reúne a fundaciones locales e internacionales, organizaciones sociales, sector privado, cooperación internacional, medios de comunicación, financiadores e inversores de impacto.
Nuestro objetivo es claro: visibilizar iniciativas sostenibles con alto potencial de transformación y facilitar conexiones que se traduzcan en alianzas concretas. En la edición anterior, por ejemplo, se generaron colaboraciones como la de Aporta – Breca Impacto Social (Perú) con Cormades organización Colombiana, lo que derivó en sinergias efectivas y alianzas e iniciativas a largo plazo que impactarán de manera positiva en ambos países y en sus comunidades vulnerables.
En 2025, contamos con la participación de actores clave como la Luis von Ahn Foundation, Rockefeller Foundation, Woord en Daad SkyJuice Foundation, HCLTech Grant, Global Innovation Fund, Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, Ford Foundation, Banco Interamericano de Desarrollo entre otros, lo que refuerza nuestro compromiso con atraer inversión estratégica y escalar soluciones desde y para la región.
El lema del Funds4Impact Summit 2025 es “Lidera con acción, impulsa el cambio”, y nace precisamente de los desafíos que enfrentan muchas organizaciones sociales en nuestra región: actuar con propósito, generar alianzas efectivas y acceder a los fondos necesarios para escalar su impacto.
Uno de los principales retos es que, a pesar del potencial transformador de sus iniciativas, muchas organizaciones aún enfrentan barreras para identificar y canalizar recursos. Además, no siempre cuentan con las herramientas o la experiencia para trabajar de forma colaborativa: desde aprender a copostular a fondos, hasta establecer acuerdos claros y sostenibles entre actores diversos.
El Funds4impact Summit 2025 busca abordar estos desafíos fortaleciendo las capacidades tanto individuales como organizacionales. A través de espacios de formación práctica, herramientas aplicables a nivel regional y conexiones con expertos y financiadores, promovemos un espacio de co-creación, donde el conocimiento, el esfuerzo y el impacto se comparten.
Porque cuando las organizaciones saben colaborar, también saben crecer. Y ese es el cambio que queremos impulsar.
El Funds4Impact Summit se mantiene relevante porque evoluciona junto con el sector. Es un espacio vivo de co-creación donde cada edición se construye de la mano de sus participantes, ponentes, aliados y financiadores.
Quienes forman parte del Summit son profesionales que están liderando procesos de cambio en el presente. Traen consigo experiencias reales, aprendizajes valiosos y casos de éxito que pueden ser replicados y adaptados en distintos contextos de América Latina y el Caribe. A su vez, nuestros aliados estratégicos, fundaciones, financiadores, filántropos e inversores de impacto, impulsan a las organizaciones a actualizarse y a explorar nuevas formas de colaboración y financiamiento.
La agenda del evento, sus temáticas y materiales, se diseñan de forma dinámica, según las necesidades reales del ecosistema. Así garantizamos que el Funds4impact Summit no solo se mantenga vigente, sino que siga siendo un espacio de alto valor, conexión y crecimiento para quienes trabajan por el desarrollo sostenible de nuestra región.
Las empresas, fundaciones y ONGs se unen al Funds4impact Summit porque buscan visibilizar sus acciones, compartir casos de éxito, así como comunicar claros llamados a la acción, buscan también encontrar socios implementadores, aliados estratégicos y financiamiento catalítico.
Lo más importante es que quienes se suman al Funds4impact Summit apuesten por un modelo de colaboración y conexión a nivel regional, que promueve visibilidad, aprendizaje y alianzas estratégicas para transformar América Latina y el Caribe.
Las organizaciones interesadas pueden escribirnos a summit@funds4impact.com para explorar juntos la mejor forma de involucrarse.
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]]>Durante los próximos meses, y en línea con directrices internacionales como la Directiva Europa 2024 sobre diligencia debida, que establece objetivos tanto en derechos humanos laborales y sociales como en medio ambiente, la Comisión analizará y actualizará el marco normativo para impulsar la RSE
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El Ministerio de Trabajo y Economía Social ha anunciado la creación de una nueva Comisión Internacional de Expertos en Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Esta iniciativa tiene como objetivo promover el cambio de paradigma hacia una responsabilidad social que vaya más allá de los beneficios económicos y se alinee con los derechos laborales y el bienestar social.
Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, destacó en la presentación oficial que la RSE es fundamental para las transformaciones sociales que están teniendo lugar. “Las empresas deben tener un vínculo directo con los derechos humanos y el bienestar global“, afirmó Díaz.
“Milton Friedman escribió en 1970 que la única responsabilidad social que existe en las empresas es el aumento de beneficios. No tenía razón. Las empresas deben tener un engarce con sus países, con los derechos humanos, con el bienestar en el mundo”, señaló Díaz en su intervención de la nueva Comisión que estará presidida por el catedrático de la universidad de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Sevilla, Jesús Cruz Villalón.
Desde el Ministerio afirman que esta medida tiene como objetivo reactivar y dar un renovado impulso a la responsabilidad social empresarial como una política pública, abordando los desafíos ambientales y sociolaborales en un contexto de profundos cambios. La Comisión se enmarca dentro de este esfuerzo por reimpulsar la RSE desde la Vicepresidencia Segunda, junto con la reactivación del Consejo Estatal de Responsabilidad Social de las Empresas (CERSE). Además, el informe que emita la Comisión podría inspirar la creación de una nueva Estrategia Española de la RSE, y actualizará el enfoque de la responsabilidad social para adaptarlo a los retos contemporáneos en cuestiones de derechos laborales y medioambientales, así como al nuevo contexto normativo y social.
Además de Cruz Villalón, quien ejercerá como coordinador, la comisión estará compuesta por destacados expertos como: Margarita Baraño, profesora de sociología en la Universidad Complutense de Madrid; Wilfredo Sanguineti, catedrático de Derecho del Trabajo en la Universidad de Salamanca; Marta de la Cuesta González, catedrática en el Departamento de Economía Aplicada de la UNED; María del Mar Alonso-Almeida, doctora en Ciencias Económicas y Empresariales; Beatriz Fernández-Olit, profesora universitaria de Dirección de Empresas; Orencio Vázquez Oteo, profesor de la UNED en el área de economía aplicada; Isabelle Daugareilh, directora de investigación en el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (Centre National de la Recherche Scientifique) y en el Centro de Derecho Comparado del Trabajo y la Seguridad Social de la Universidad de Burdeos; Silvia Borelli, profesora de Derecho Laboral en la Universidad de Ferrara; y Lára Jóhannsdóttir, profesora especialista en responsabilidad social corporativa y sostenibilidad corporativa de la Universidad de Islandia. El enlace entre la comisión y el Ministerio será el economista Segundo González.
En este equipo convergen “saberes distintos, con un compromiso común: el de repensar el papel de las empresas en una sociedad verdaderamente democrática“, ha recalcado la vicepresidenta, quien ha subrayado la necesidad de modernizar este cometido empresarial frente a los retos actuales, como la emergencia climática, los retrocesos democráticos y las desigualdades crecientes.
“En un contexto así, no basta con que las instituciones públicas actúen. No basta, ni siquiera, con ampliar los derechos laborales. Necesitamos también que el tejido productivo se comprometa”, ha insistido Díaz, quien ha reclamado que las empresas, especialmente las grandes, deben ser conscientes de su impacto en el mundo, no solo midiendo sus beneficios económicos, “sino también sus impactos sociales, laborales y medioambientales“.
Durante los próximos meses, y en línea con directrices internacionales como la Directiva Europa 2024 sobre diligencia debida, que establece objetivos tanto en derechos humanos laborales y sociales como en medio ambiente, la Comisión analizará y actualizará el marco normativo para impulsar la RSE.
“Europa nos marca un suelo, pero nosotros queremos construir un techo. Un horizonte ambicioso, con herramientas eficaces, con indicadores exigentes y con voluntad real de cambiar las cosas. No para parecer responsables, sino para serlo”, ha subrayado la vicepresidenta.
Las reacciones a esta noticia no se han hecho esperar. Uno de los primeros en pronunciarse en redes sociales fue Juan José Barrera, quien fue el primer director general de Economía Social, Trabajo Autónomo y RSE del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, desde abril de 2004 hasta diciembre de 2011. “Es sorprendente que el Ministerio de Trabajo constituya una comisión de expertos para tratar sobre la responsabilidad social de las empresas (RSE). Se supone que el Consejo Estatal de Responsabilidad Social Empresarial (CERSE), que legalmente existe (con norma no derogada), entre sus funciones tiene la de emitir un informe sobre la situación de la RSE en el ámbito internacional y en España“, comenta Barrera.
Añadió también: “Parece que se quiere suplir al CERSE, un órgano consultivo formado de forma paritaria por representantes de organizaciones patronales, sindicatos, organizaciones sociales y administraciones públicas, por un grupo de expertos que, sin cuestionar sus conocimientos, no representan a los distintos actores que participan en la RSE. Una vuelta al pasado. Borrón y cuenta nueva“.
Por otra parte, en exclusiva para Corresponsables, Orencio Vázquez, Coordinador del Observatorio de RSC, comenta en referencia a esta nueva Comisión que “ayer tuvimos la primera reunión donde se definió que será una Comisión constituida por personas de ámbito académico cuya idea es la elaboración de un documento de aquí a 10 meses con el objetivo de activar la Responsabilidad Social. Paralelamente, también se quiere activar el CERSE. El Ministerio tiene varios elementos de ámbito estratégico en este campo y uno de ellos era la creación de esta Comisión de expertos independientes. La Comisión tiene la finalidad de elaborar un documento que recoja una serie de propuestas relevantes en el ámbito de la RSE“.
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]]>Entrevistamos a Orencio Vázquez Oteo, una de las voces más lúcidas y comprometidas en el ámbito de la Responsabilidad Social, Coordinador del Observatorio de RSC desde su creación en 2004
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Con motivo del 20º aniversario de Corresponsables, conversamos con Orencio Vázquez Oteo, una de las voces más lúcidas y comprometidas en el ámbito de la Responsabilidad Social. A lo largo de más de dos décadas, Orencio ha sido mucho más que un analista o un académico: ha sido un observador exigente, un defensor incansable del rigor y un impulsor silencioso pero firme de cambios reales en la forma en que las empresas entienden su papel en la sociedad.
Coordinador del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa desde su creación en 2004, el doctor en Economía y profesor asociado en la UNED tiene claro que “la RSC no debe ser un instrumento para crear riqueza del accionista, sino una respuesta al poder que la empresa ejerce sobre la sociedad”. En su opinión, “muchos temas esenciales como la fiscalidad o los derechos humanos eran completamente ignorados por la RSC”.
Desde el Observatorio, ha acompañado la evolución normativa con datos, análisis y una mirada crítica constructiva, lo que le ha permitido, según él, “profundizar en los principios de la RSC, evitando caer en discursos vacíos o instrumentales”. En la entrevista no deja de señalar que la corrupción sigue siendo “una gran ausente en las agendas de responsabilidad social”, a pesar de su grave impacto social y económico.
“La RSC no debe ser un instrumento para crear riqueza del accionista, sino una respuesta al poder que la empresa ejerce sobre la sociedad”
Orencio Vázquez también reflexiona sobre los retos que aún enfrenta la Sostenibilidad y las lecciones aprendidas a lo largo de su carrera, subrayando la importancia de “formarse a fondo y con rigor” para abordar la complejidad de este tema con una visión crítica y transformadora que “no niega sus principios, los profundiza y evita caer en discursos vacíos o instrumentales”, concluye.
Comencé a trabajar en temas sociales y medioambientales hace 23 años, movido por la creencia en el papel político de la empresa y en la necesidad de que ésta asuma una responsabilidad fiduciaria más allá de sus accionistas. Entendía, y sigo entendiendo, que la empresa debe responder también ante sus grupos de interés y evitar las externalidades negativas que puedan derivarse de lagunas legales o de su operativa en entornos vulnerables.
Tres años más tarde, en 2004, nace el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, entidad que coordino desde entonces, conscientes de que el modelo económico dominante premiaba una lógica extractivista y financiera, en detrimento de aquellas actividades verdaderamente generadoras de valor. Por ello, resultaba urgente redefinir el papel de la empresa en cuanto a su contribución a la sociedad.
“Desde el Observatorio hemos acompañado la evolución normativa con datos, análisis y una mirada crítica constructiva”
Partimos de una convicción firme: la Responsabilidad Social Corporativa, la RSC, no debe considerarse como un mero instrumento al servicio de la creación de riqueza para el accionista, una visión puramente instrumental, sino como la consecuencia de mercados imperfectos y de que la responsabilidad de la empresa es proporcional al poder que ésta tiene o puede ejercer sobre la sociedad.
“En sus inicios, muchos temas esenciales como la fiscalidad o los derechos humanos eran completamente ignorados por la RSC”
Desde los inicios del Observatorio de RSC, la rendición de cuentas ha sido una parte esencial del trabajo de la organización. Comenzamos con un proyecto pionero que consistía en analizar qué comunican las empresas en relación con la gestión de riesgos sociales y medioambientales.
Desde entonces, he coordinado o dirigido las 20 ediciones del estudio “La RSC en las memorias anuales de las empresas del Ibex 35”. Esta labor me ha permitido conocer de cerca la tendencia y evolución de la información no financiera, siempre enmarcada en un contexto cultural específico. El desarrollo del estudio ha facilitado un contacto directo y continuado con las empresas analizadas, permitiéndome forjar una comprensión más profunda del estado de la RSC y de la rendición de cuentas, así como de las motivaciones e intereses empresariales a la hora de ofrecer este tipo de información.
A lo largo del tiempo, he podido observar el grado de conocimiento técnico, la relevancia otorgada y el protagonismo que las empresas asignan a las distintas temáticas que se engloban bajo el paraguas de la información no financiera.
El estudio del Observatorio de RSC no solo se ha consolidado como una herramienta para incidir en el sector privado y una vía de sensibilización social, sino que también me ha brindado la oportunidad de participar en discusiones públicas sobre información no financiera en Europa y en España.
“Una visión crítica de la RSC no niega sus principios, los profundiza y evita caer en discursos vacíos o instrumentales”
Además, he podido constatar la importancia que las empresas conceden a los estudios y rankings independientes, lo que pone de manifiesto la necesidad de contar con organizaciones rigurosas y técnicamente solventes, capaces de actuar con independencia en el ámbito de la RSC.
En los primeros años, previos a la crisis financiera de 2008, muchos de los temas que hoy ocupan una posición relevante en la RSC eran completamente ignorados: la fiscalidad, los derechos humanos, la financiación a partidos políticos o el lobby. Entre los asuntos que han recibido menos atención desde el enfoque de la RSC, a pesar de sus graves implicaciones sociales, económicas y medioambientales, destaca sin duda la corrupción. Según estimaciones del Banco Mundial, su coste supone en torno al 2 % del PIB global.
“La dispersión de estándares dificulta la medición real de los avances en RSC y la creación de criterios claros de mercado”
Por otro lado, la ausencia de un marco legal claro y de una definición consensuada provocaba que muchas empresas no sistematizaran adecuadamente sus acciones en materia de RSC. La dispersión de enfoques y la falta de exigencias normativas convertían la responsabilidad corporativa en un ejercicio opcional y poco estructurado.
Pese a los avances, la falta de una definición temprana y universalmente aceptada de la RSC ha tenido como consecuencia su sujeción a múltiples interpretaciones. En algunos casos, esto ha derivado en un uso indebido o incoherente con los valores sociales y con los impactos sociales, medioambientales y económicos que genera la empresa.
A la ausencia de consenso y de un marco legal claro, se suma el desarrollo de una multiplicidad de estándares, normas y guías, lo que ha dificultado notablemente la medición de los progresos. Esta dispersión limita la posibilidad de que los sistemas de arbitraje establezcan criterios claros y uniformes de mercado, que integren la RSC como un factor decisorio real.
“La corrupción sigue siendo una gran ausente en las agendas de responsabilidad social, pese a su impacto social y económico”
A todo ello hay que añadir que la RSC es, por naturaleza, un término abierto, tanto por las diferentes características que se le atribuyen como porque estas han ido evolucionando con el tiempo. Debido a que los límites de la RSC no han sido definidos de forma adecuada, incluso entre los propios directivos empresariales existen divergencias significativas sobre cómo diseñar e implementar políticas y estrategias efectivas en este ámbito.
Recuerdo bien sus inicios… Cuando Marcos cuando venía a Madrid en el tren nocturno desde Barcelona se solía pasar por la oficina. Manteníamos conversaciones, inquietudes, reflexiones… Era una época en la que teníamos grandes proyectos en mente, mucha ilusión y pocos recursos.
Corresponsables ha sido un medio de referencia y ha sabido aglutinar las voces de distintos actores del ámbito empresarial, académico y de la sociedad civil. Su expansión por Latinoamérica ha representado un hito importante, no solo por su alcance geográfico, sino por su capacidad para fortalecer el debate y la cooperación en torno a la RSC en contextos diversos y con realidades sociales complejas.
“Corresponsables ha sido un medio de referencia y ha sabido aglutinar las voces de distintos actores del ámbito empresarial, académico y de la sociedad civil”
A nivel regional, y no solamente en España, la evolución de la información social y medioambiental ha sido significativa. Se ha avanzado en la diferenciación entre comunicación y rendición de cuentas, aunque sigue siendo cuestionable hasta qué punto la información no financiera resulta verdaderamente útil para sus usuarios y destinatarios finales.
En este ámbito, los sistemas voluntarios de reporte en RSC han resultado insuficientes para afrontar con éxito los desafíos actuales que plantea la información no financiera: relevancia, materialidad, neutralidad, fiabilidad y comparabilidad. Esta insuficiencia ha derivado en la intervención del regulador, como una respuesta necesaria para corregir esas limitaciones.
“Los sistemas voluntarios han demostrado ser insuficientes: la intervención del regulador ha sido inevitable”
Sin embargo, la Directiva de información no financiera de 2014 no logró cumplir de forma efectiva su principal objetivo: mejorar la rendición de cuentas de las empresas. Esta falta de eficacia propició su revisión en 2022 y el desarrollo, por parte de la Comisión Europea, de estándares más precisos y exigentes, orientados a garantizar una información más útil, fiable y comparable en toda la Unión Europea.
Sin lugar a dudas, los avances legislativos han sido el gran incentivo para la adopción de políticas y estrategias empresariales en materia de sostenibilidad. En la última década, se han desarrollado distintas normativas que han situado la sostenibilidad en el centro de la gestión empresarial.
“Europa debe mantener su papel de liderazgo en sostenibilidad en un contexto global cada vez más desafiante”
Además, se ha logrado que los riesgos sociales y medioambientales dejen de ser asuntos periféricos para pasar a formar parte de la agenda de los consejos de administración, lo que representa un avance significativo en términos de gobernanza y compromiso corporativo.
Actualmente estamos asistiendo a un cambio de paradigma. Surgen iniciativas legislativas que definen con mayor precisión cómo deben las empresas abordar sus impactos y externalidades, así como su manera de relacionarse con las partes interesadas. El camino lo abrió la Directiva 2014/95/UE sobre divulgación de información no financiera, posteriormente revisada en 2022, y continuó en 2024 con la aprobación de la Directiva sobre la diligencia debida de las empresas en materia de sostenibilidad, un hito regulatorio que hace apenas unos años habría parecido impensable.
“Formarse a fondo y con rigor es indispensable para abordar la complejidad de la RSC con visión crítica y transformadora”
A estas directivas se suman normativas sectoriales de gran impacto, como el Reglamento de Deforestación, el Reglamento sobre importación de minerales procedentes de zonas de conflicto, y los reglamentos europeos sobre divulgación de información no financiera y la taxonomía verde.
Los retos son numerosos en un entorno global cada vez más complejo y dinámico, donde surgen nuevos actores y desafíos de gran magnitud. En este contexto, Europa debe mantener y reforzar su papel de liderazgo, impulsando marcos regulatorios ambiciosos y garantizando que la sostenibilidad se convierta en un eje estructural del modelo económico y empresarial.
“Las ONG y la sociedad civil organizada han sido clave para impulsar legislación y contrarrestar el poder de las grandes empresas”
El convencimiento de la necesidad de abordar la RSC con una visión crítica ha sido una constante. Una visión crítica no implica cuestionar las premisas de la RSC, sino profundizar adecuadamente en su implementación, ser rigurosos en el diagnóstico y precisos en las propuestas. Esta aproximación permite alejarse de discursos vacíos e instrumentalizados que, en última instancia, pueden perpetuar el status quo bajo una apariencia de compromiso social.
Las organizaciones independientes han jugado un papel clave tanto en el cambio de políticas y prácticas empresariales como en el impulso de legislación orientada hacia un modelo más sostenible. El interés actual de muchas empresas por una economía sostenible, así como los avances legislativos en esta línea, han estado precedidos por un largo periodo de campañas lideradas por ONG, que pusieron el foco en las implicaciones negativas de la globalización y en el creciente poder de las empresas multinacionales.
Una sociedad civil organizada, formada e independiente es esencial para avanzar en RSC. Su capacidad para generar incentivos y desincentivos actúa como contrapeso al poder económico en los procesos legislativos y en la elaboración de normas y estándares. Las organizaciones de la sociedad civil, nacidas del seno de la propia ciudadanía y creadas libremente por ella, adoptan así un rol político legítimo, orientado a promover el bien común y a buscar un equilibrio entre intereses.
Este rol político asumido por un conjunto de ONG ha emergido de forma paralela a la creciente capacidad de influencia de las empresas transnacionales, convirtiéndose en una pieza clave para el avance hacia una responsabilidad empresarial real, transformadora y alineada con los valores democráticos.
La formación rigurosa y transversal es fundamental. Es imprescindible contar con una profunda preparación en los distintos campos que abarca la RSC, desde el conocimiento técnico y normativo hasta la comprensión de su dimensión social, económica y política. Solo así se podrá abordar la complejidad del entorno empresarial actual con visión crítica y capacidad transformadora.
Han sido muchos años de trabajo, con decisiones que, seguramente, han sido en parte acertadas y en parte no tanto. No obstante, deben ser otros quienes juzguen la labor desarrollada por el Observatorio de RSC.
Lo importante es haber contribuido, con honestidad y compromiso, al avance de una responsabilidad empresarial más consciente, crítica y orientada al bien común.
Accede a más información responsable en nuestra biblioteca digital de publicaciones Corresponsables y en la Ficha Corporativa del Observatorio de RSC en el Anuario Corresponsables 2025.
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]]>Entrevistamos a Longinos Marín Rives, Catedrático de la Universidad de Murcia, director de su Cátedra de RSC desde 2010 y actual Vicerrector de Responsabilidad Social y Transparencia
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Con esta afirmación contundente publicada en el titular, Longinos Marín Rives resume no solo su visión sobre el papel de la empresa en la sociedad, sino también el eje que ha guiado sus más de veinte años de trayectoria académica e investigadora vinculada a la Responsabilidad Social. Catedrático de la Universidad de Murcia, director de su Cátedra de RSC desde 2010 y actual Vicerrector de Responsabilidad Social y Transparencia, ha sido una figura clave en la consolidación del pensamiento crítico y aplicado en torno a la responsabilidad social empresarial, con una destacada proyección nacional e internacional.
Su camino comenzó en el año 2000, cuando trabajaba en la empresa privada y conoció al fundador de la consultora Valores & Marketing, Ramón Guardia, también gran amigo y aliado de Corresponsables hasta que lamentablemente nos dejó hace pocos años, quien le transmitió el entusiasmo por una visión empresarial más comprometida. Desde entonces, ha sido un impulsor incansable del diálogo entre universidad, empresa y sociedad. “La RSC consiste, en esencia, en escuchar a los grupos de interés y orientar la actividad empresarial de forma equilibrada y honesta.”
Autor de más de 30 artículos científicos en revistas internacionales de alto impacto, ha combinado la excelencia investigadora con la vocación docente y la transferencia de conocimiento a través de programas como el Máster en RSC de la Universidad de Murcia. Su labor ha acompañado el despertar de muchas organizaciones hacia prácticas más responsables, especialmente en la Región de Murcia. “Me enorgullece haber demostrado que la RSC no solo es ética, sino también rentable”, afirma con convicción.
Vinculado a Corresponsables desde su fundación en 2005, guarda un recuerdo especial del primer número de la revista, cuando Marcos González, fundador del medio, “viajó en autobús desde Barcelona hasta Murcia con cajas de ejemplares de Corresponsables para repartir en unas jornadas”. Desde entonces, ha sido testigo cercano del crecimiento de un medio al que reconoce como actor imprescindible en la expansión de la RSE en España y Latinoamérica: “Su constancia y perseverancia han sido claves para lograr el nivel actual de compromiso empresarial.”
En esta entrevista, repasa los grandes hitos de estas dos décadas —como la Ley de Información No Financiera o el debate sobre la ISO 26000—, reflexiona sobre el riesgo del greenwashing y aboga por un futuro donde el lenguaje de la sostenibilidad se consolide y se traduzca en una acción coherente y estratégica. A quienes se inician en este camino, les lanza un mensaje claro: “La confianza no se impone, se construye con hechos.”
Mi acercamiento a la Responsabilidad Social comenzó en el año 2000, durante mi etapa en la empresa privada, cuando conocí a Ramón Guardia Massó, un excelente profesional que me transmitió su entusiasmo por la implicación empresarial en cuestiones sociales y ambientales.
En 2003 inicié mi tesis doctoral sobre este tema, que por entonces era aún muy incipiente. En 2005 conocí a Marcos González y fui testigo del nacimiento de Corresponsables, cuya primera publicación incluyó un especial sobre la RSC en Murcia. Recuerdo con cariño cómo Marcos viajó desde Barcelona hasta Murcia en autobús, transportando personalmente las cajas con los ejemplares que repartimos en unas jornadas celebradas en la Universidad de Murcia. Desde entonces he seguido de cerca su trayectoria, tanto en España como en América Latina. Ha sido admirable su esfuerzo por consolidar el proyecto y mantener a su equipo a lo largo de los años.
“Mi acercamiento a la Responsabilidad Social comenzó en el año 2000, durante mi etapa en la empresa privada”
Ya en 2007 defendí mi tesis y, desde entonces, me he dedicado por completo a la labor académica e investigadora en RSC, especialmente desde la perspectiva del consumidor.
Destacaría dos hitos importantes en mi trayectoria: en 2010 lanzamos la Cátedra de RSC, con una intensa actividad formativa e investigadora; y en 2018 tuve el honor de asumir el Vicerrectorado de Responsabilidad Social y Transparencia en la Universidad de Murcia, una iniciativa pionera en el ámbito universitario español.
“La confianza no se impone, se construye con hechos”
En aquellos años, la RSC era aún muy desconocida, lo que generaba confusión tanto en el ámbito público como en el privado. Nos nutríamos de literatura académica estadounidense y de referentes como Ramón Jáuregui, Juan José Almagro, Ramón Pueyo o el propio Ramón Guardia. Recuerdo especialmente un debate en 2007 sobre la posibilidad de premiar al Ministerio de Defensa por publicar su primera memoria de RSC. Fue una discusión apasionante que ayudó a perfilar el verdadero significado de la responsabilidad social.
“La RSC era aún muy desconocida, lo que generaba confusión”
Además de mis primeros trabajos académicos, guardo un especial recuerdo de la elaboración de planes y memorias de RSC, tanto para la Universidad de Murcia como para empresas de la región. Fue una etapa de gran entusiasmo e implicación.
En los inicios, los debates giraban en torno al papel de las empresas en la sociedad, si la RSC debía ser obligatoria y qué distintivos podrían acreditar a una empresa responsable. Recuerdo especialmente la discusión sobre la ISO 26000, finalmente reconocida como guía y no como norma, lo que causó cierta frustración.
“El concepto está más consolidado, aunque persiste confusión terminológica”
Hoy el concepto está más consolidado, aunque persiste una gran confusión terminológica. Términos como sostenibilidad, ASG o ESG tienden a solaparse, generando desconcierto tanto entre empresarios como entre ciudadanos. Todo apunta a que acabaremos unificando el lenguaje bajo el paraguas de la sostenibilidad, siempre entendida desde sus tres dimensiones: económica, social y ambiental. También se habla mucho más de comunicación, y, por desgracia, del riesgo del greenwashing.
Habéis tenido un papel fundamental. Corresponsables ha contribuido de manera decisiva a la difusión del conocimiento sobre RSC y ha acompañado a muchas empresas en el camino hacia prácticas más responsables. Su constancia y perseverancia han sido claves para lograr el nivel actual de compromiso empresarial, tanto en España como en Latinoamérica.
En realidad, más que obstáculos, recuerdo la grata experiencia de ver cómo las empresas que asesoramos fueron incorporando la RSC y dándole continuidad en el tiempo. Muchas de las grandes compañías de la Región de Murcia iniciaron este camino a través de nuestra formación en la Universidad y en el Máster de RSC, y hoy aplican con convicción estos principios.
“Muchas grandes compañías de la Región de Murcia iniciaron este camino a través de nuestra formación”
Uno de los momentos clave fue la aprobación de la Ley de Información No Financiera en 2018. Las leyes, cuando están bien orientadas, pueden ser un impulso valioso para despertar conciencias. También guardo un gran recuerdo del reconocimiento que Corresponsables me otorgó en 2019 por mi trayectoria en la Universidad de Murcia.
“Las leyes, cuando están bien orientadas, pueden ser un impulso valioso para despertar conciencias”
Que muchas respuestas ya están en los clásicos. Por eso es importante releer a Séneca, Sócrates o Heráclito, como suele recordar Juan José Almagro. La confianza no se impone, se construye con hechos. La RSC consiste, en esencia, en escuchar a los grupos de interés y orientar la actividad empresarial de forma equilibrada y honesta.
“La RSC consiste, en esencia, en escuchar a los grupos de interés”
En la universidad he pasado de ser investigador predoctoral a catedrático. Me siento afortunado de haber acompañado a tantas organizaciones en su camino hacia la responsabilidad y de haber demostrado que la RSC no solo es ética, sino también rentable. Pero, sobre todo, me enorgullece haber formado parte de una comunidad de profesionales con la que comparto no solo conocimientos, sino también amistad: Juan José Almagro, Salvador Ruiz de Maya, Pedro Cuestas, Inés López, Sergio Román, Alicia Rubio, Ana Jiménez Alfaro, Sylvia López, Lucio Fernández, Chesco Bastida, entre otros.
El futuro solo será posible para aquellas empresas que integren la RSC en su estrategia. También me gustaría destacar el valor de la investigación académica: he tenido la oportunidad de publicar más de 30 artículos científicos que demuestran cómo los consumidores se identifican más con empresas comprometidas con la responsabilidad social.
“He tenido la oportunidad de publicar más de 30 artículos científicos”
Como un investigador que contribuyó a que las empresas de la Región de Murcia fuesen más competitivas gracias a su compromiso con la responsabilidad social.
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]]>La compañía refuerza su estrategia tecnológica con alianzas internacionales, soluciones de eficiencia hídrica y energética, y una propuesta integral para el litio y el cobre.
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]]>En un entorno global donde la minería debe reinventarse para enfrentar la crisis climática y responder a una demanda creciente de minerales estratégicos, Multotec Chile ha tomado la delantera. La firma —con presencia en toda Sudamérica— ha renovado su plan de negocios alineándose con la Política Nacional Minera 2050 y la Estrategia Nacional del Litio, pilares del nuevo modelo extractivo que busca eficiencia, sostenibilidad y vinculación territorial.
Alianzas estratégicas con Europa: innovación aplicada a terrenoUno de los pasos más significativos ha sido la firma de acuerdos con Hewitt Robins (Reino Unido) y Siebtechnik (Alemania), dos referentes tecnológicos en el diseño de harneros vibratorios y centrífugas de operación continua, respectivamente.
Estas tecnologías no solo permiten optimizar la eficiencia operativa en plantas concentradoras y procesos de deshidratación, sino que además reducen el consumo energético y mejoran la productividad en entornos cada vez más exigentes, como los de la minería del litio.
“Estas alianzas nos permiten ofrecer soluciones de clase mundial, con soporte técnico local y un enfoque integral que incluye operación, mantenimiento, confiabilidad y testeo en terreno”, señaló el equipo ejecutivo de Multotec Chile.
En línea con la necesidad de reducir costos operacionales y huella hídrica, Multotec ha implementado con éxito ciclones de Separación por Medio Denso (DMS), especialmente en faenas como El Soldado de Anglo American, donde su uso ha permitido una preconcentración temprana de minerales como el cobre y el litio.
Esta tecnología reduce significativamente la carga a molienda y el uso de reactivos, además de aportar directamente a la gestión eficiente de relaves y recuperación de agua mediante sistemas de Hydraulic Dewatered Stacking (HDS), en línea con los ejes de «Minería Verde» de la PNM 2050.
Muestreo de precisión: clave para una minería trazable y responsable
Otro de los pilares de esta renovada propuesta tecnológica es el desarrollo de muestreadores metalúrgicos certificados, fundamentales para garantizar la calidad y trazabilidad de los minerales. Ya sea en pulpas o muestras secas, los equipos de Multotec aseguran representatividad y control riguroso de datos, lo cual fortalece la reputación del cobre y litio chilenos en los mercados internacionales.
Más allá de extraer: minería con propósito
Para Multotec, la minería del futuro no será la que produzca más, sino la que lo haga mejor: más limpia, más eficiente, y con una oferta tecnológica que potencie el valor de los recursos sin comprometer el entorno ni las comunidades.
“El mundo necesita cobre y litio, pero también necesita procesos responsables. En Multotec estamos convencidos de que una minería moderna, rentable y con propósito es no solo necesaria, sino completamente posible”, concluye la compañía desde su base en Chile.
Con esta estrategia, Multotec no solo anticipa las exigencias regulatorias del futuro: se convierte en un aliado estratégico para una minería latinoamericana sostenible y resiliente.
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]]>Entrevistamos a Marcos de Castro Sanz, figura clave en el ámbito de la economía social en España, con un papel fundamental en la responsabilidad social empresarial (RSE)
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“Mi implicación en la RSE fue natural, casi inevitable”. Así resume su trayectoria uno de los grandes referentes del ámbito de la economía social en España, cuya visión sobre la empresa —como agente al servicio de las personas y del bienestar colectivo— ha guiado toda su carrera.
Desde sus inicios profesionales, Marcos de Castro Sanz ha defendido con firmeza una idea que hoy parece incuestionable pero que, en su momento, generaba rechazo y desconcierto: “en aquellos primeros años, hablar de RSE era enfrentarse a resistencias, malentendidos y una profunda desconfianza”.
Ligado desde siempre al cooperativismo, especialmente a través del Grupo Mondragón y de la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES), del que fue su Presidente así como Consejero en el Consejo Económico y Social, recuerda una anécdota vivida en el Consejo Económico y Social que ilustra bien el contexto de la época: al plantear que el desarrollo económico debía ir de la mano del bienestar social, un alto cargo empresarial le espetó con ironía: “¿Usted quiere hacer empresas o conventos?”
Dos décadas después, Marcos de Castro reconoce que la RSE ha evolucionado enormemente. Ya no es un concepto marginal, sino que se ha integrado en la legislación, en la academia y en muchas políticas públicas. En este proceso, reconoce el papel de actores clave como las universidades, el Observatorio de RSC, la acción política y, especialmente, Corresponsables: “Desde sus inicios, ha sido una herramienta fundamental para visibilizar prácticas responsables, tender puentes entre actores y mostrar que otra manera de hacer empresa es posible, deseable y viable.”
Con una mirada optimista, anticipa un futuro marcado por un mayor compromiso normativo, una ciudadanía más formada y consciente y empresas que comprendan que no pueden actuar de espaldas a la sociedad.
A quienes empiezan en este ámbito uno de sus grandes pioneros les lanza un consejo claro: “No olviden nunca que la empresa vive en la sociedad e interactúa con ella. No es solo la cuenta de resultados”.
Siempre he trabajado en el ámbito de la economía social, donde el concepto de responsabilidad social está implícito en su forma de entender la empresa. Por tanto, mi implicación en este ámbito fue natural, casi inevitable, desde los primeros momentos en que comenzó a divulgarse conceptualmente la RSE a inicios del nuevo siglo.
“En aquellos primeros años, hablar de RSE era enfrentarse a resistencias, malentendidos y una profunda desconfianza”
Desde esa convicción, he defendido durante toda mi trayectoria la necesidad de que la actividad económica esté al servicio de las personas y de la sociedad en la que opera. Una visión que hoy forma parte del consenso, pero que entonces requería una gran dosis de pedagogía y compromiso.
Una especialmente reveladora fue durante una sesión del Consejo Económico y Social, cuando defendí la necesidad de vincular empresa y bienestar social como binomio imprescindible para el desarrollo económico. Un alto cargo de la CEOE me interpeló con cierta ironía: “¿usted quiere hacer empresas o conventos?”. Este tipo de reacciones reflejaban hasta qué punto el concepto de RSE era entonces percibido como una amenaza o una anomalía. No se entendía que una empresa pudiera tener objetivos más allá del beneficio económico inmediato.
En aquel entonces, la Responsabilidad Social era un concepto desconocido para la mayoría del tejido empresarial. Todo eran resistencias, malentendidos y una profunda desconfianza. Algunos dirigentes afirmaban sin rodeos que la única responsabilidad de una empresa era ganar dinero. Y ahí acababa la conversación.
“La RSE ha evolucionado enormemente. Ya no es un concepto marginal, sino que se ha integrado en la legislación, en la academia y en muchas políticas públicas”
Hoy la situación ha cambiado notablemente. El concepto está desarrollado, cuenta con base normativa y reconocimiento institucional. Se ha integrado en los programas académicos, en la legislación y en muchas políticas públicas. Pero todavía arrastra inercias que debemos seguir combatiendo.
La principal barrera fue, y en parte sigue siendo, considerar la RSE como un freno a la competitividad. Muchas personas pensaban que preocuparse por el entorno, por los derechos laborales o por el impacto ambiental limitaba la acción empresarial, especialmente en un mercado tan competitivo como el actual.
“La principal barrera fue, y en parte sigue siendo, considerar la RSE como un freno a la competitividad”
A esto se sumaba una visión reducionista del mercado, que lo desvinculaba por completo de la sociedad. Se hablaba constantemente de rentabilidad, pero muy poco de impacto social. Costó mucho introducir una mirada más amplia, más integral.
Sí, muchas veces he visto cómo quienes promovían enfoques responsables eran tratados como ingenuos o como obstáculos para el negocio. Dominaba una cultura empresarial donde todo se justificaba si se obtenía mayor competitividad, sin importar el coste social o ambiental. Era común encontrar actitudes que veían como “limitación” cualquier respeto a los derechos de las personas, al medioambiente o al bien común. Se hablaba de mercado, pero se ignoraba por completo a la sociedad.
“Muchas veces he visto cómo quienes promovían enfoques responsables eran tratados como ingenuos o como obstáculos para el negocio”
Más que un proyecto concreto, mi primer compromiso fue impulsar, desde la economía social, una forma distinta de entender la empresa: como agente activo en la mejora de la sociedad. Esto implicaba promover estructuras empresariales coherentes con valores como la equidad, la participación, la sostenibilidad o la solidaridad.
Aunque no siempre fue fácil, estoy convencido de que contribuir a integrar esa visión en el desarrollo económico fue un paso fundamental en la consolidación de la RSE en España.
Sí, recuerdo un curso universitario sobre RSE en el que se expusieron buenas prácticas medioambientales de empresas, pero sin citar nombres. Pregunté por qué y me dijeron que algunas no tenían a todos sus trabajadores dados de alta. Temían que al mencionarlas hubiera inspecciones.
Fue un ejemplo claro de cómo, en muchos casos, la RSE era una fachada parcial y no implicaba una gestión empresarial coherente en todos sus niveles.
Yo destacaría cuatro pilares: la labor de Corresponsables como medio de referencia, el trabajo del Observatorio de RSC, el impulso desde la universidad y la integración de la RSE en la política pública. Todos ellos han contribuido a consolidar el concepto y a extender su práctica en distintos sectores y ámbitos.
“Lo que más me impresionó de Marcos no fue solo su esfuerzo por sacar adelante una publicación especializada en RSE, sino su convicción profunda de que era posible construir empresas más responsables”
Un papel fundamental. Ha contribuido a extender el concepto de RSE más allá de los círculos tradicionales, acercándolo a muchas organizaciones que quizá no se hubieran planteado su aplicación.
Conocí Corresponsables en sus inicios. Desde el primer momento me pareció una iniciativa novedosa y necesaria. Interpreté que era una nueva forma de intervenir en el mundo de la economía social, desde la comunicación y la visibilización de prácticas responsables.
“Corresponsables ha sido una herramienta fundamental para visibilizar prácticas responsables, tender puentes entre actores y mostrar que otra manera de hacer empresa es posible, deseable y viable”
Valoré especialmente su capacidad de integración, su voluntad de incluir a todo tipo de empresas y de tender puentes entre distintos actores. Corresponsables ha sabido generar espacios de reflexión y de encuentro, promover buenas prácticas y mostrar que otra manera de hacer empresa no solo es posible, sino también deseable y viable.
Creo que el principal avance es que hoy se entiende que la acción empresarial no puede ser dañina para las personas ni para la sociedad. Esa idea se ha interiorizado socialmente, hasta el punto de que hay empresas que ya son rechazadas por su mal actuar. También ha influido de forma clave la legislación, que empieza a sancionar malas prácticas y a incentivar una mayor conciencia en la acción empresarial.
“Hoy la situación ha cambiado notablemente. El concepto está desarrollado, cuenta con base normativa y reconocimiento institucional”
La primera gran lección es que la cultura de gestión empresarial necesita ser repensada continuamente. No basta con integrar conceptos nuevos, hay que revisar las lógicas tradicionales con las que se actúa en el mercado.
He aprendido también que, sin una visión crítica y actualizada, las inercias del sistema tienden a reproducirse, dificultando los cambios profundos que se necesitan.
Diría que he aprendido a mirar la empresa no como una estructura aislada, sino como una organización viva, profundamente interdependiente con la sociedad. Observar el impacto social de las decisiones empresariales y comprender sus implicaciones ha sido, sin duda, una de las mayores transformaciones de mi manera de entender el trabajo directivo.
“El principal avance es que hoy se entiende que la acción empresarial no puede ser dañina para las personas ni para la sociedad”
El cambio ha sido enorme. En los inicios, la RSE era un concepto desconocido y generaba todo tipo de resistencias. Hoy, por el contrario, se ha convertido en una noción incuestionable, integrada no solo en las políticas públicas, sino también en la academia y en el discurso empresarial general.
Hemos pasado de una sospecha constante a un reconocimiento amplio, aunque todavía persistan retos en su aplicación real.
Más que un caso puntual, destacaría el cambio social en torno al rechazo a la contaminación y a los impactos negativos empresariales. La ciudadanía es cada vez más consciente y exigente ante estos temas. Ese despertar social es un éxito colectivo que refleja el trabajo de muchas personas e instituciones durante años.
Soy optimista. Creo que estamos ante un crecimiento sostenido de la conciencia social, apoyado por una mayor formación académica y, sobre todo, por una acción política más comprometida.
Las normas, las leyes y los nuevos marcos regulatorios marcarán la diferencia en las próximas décadas.
Les diría que no olviden nunca que la empresa vive en la sociedad e interactúa con ella. No es solo la cuenta de resultados. Incorporar esta mirada es esencial para construir organizaciones que realmente generen valor compartido.
Haber defendido, desde distintas responsabilidades, la idea de que la empresa debe estar plenamente inserta en la sociedad y actuar en diálogo con ella. Esa convicción ha guiado mi manera de trabajar, tanto en lo estratégico como en lo cotidiano.
Sí, me habría gustado haber incorporado antes la voz y la participación real de las personas, no solo como fuerza de trabajo o consumidores, en el desarrollo de las empresas.
La RSE no puede construirse sin escuchar activamente a quienes forman parte de la sociedad que queremos mejorar.
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]]>Entrevistamos a José Ángel Moreno Izquierdo, Patrono de Economistas Sin Fronteras y Miembro del Comité Asesor del ObservatorioRSC
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“Fueron días marcados por la ilusión, pero también por una carga de trabajo abrumadora.” Así recuerda sus inicios en la responsabilidad social empresarial quien, en noviembre de 2002, asumió la Dirección de RSE del Grupo BBVA sin contar con equipo propio, enfrentándose en solitario —con el apoyo puntual de una consultora externa— al reto de elaborar la primera memoria de RSE de la entidad en menos de tres meses. Un desafío tan exigente como revelador, que marcó el comienzo de una trayectoria profesional profundamente comprometida con la sostenibilidad.
Su vínculo con estos temas, sin embargo, se remonta a los años noventa, durante su etapa como director general de la Fundación Argentaria, donde promovió investigaciones, seminarios y publicaciones centradas en la ética empresarial y la relación entre empresa y medio ambiente. Desde entonces, ha sido testigo —y protagonista— de una evolución profunda del concepto de RSE, pasando de una visión voluntarista y comunicativa a una más estructural y exigente, aunque aún, en su opinión, con importantes retos por superar.
“En aquellos primeros años predominaban el voluntarismo y la sorpresa empresarial ante las nuevas exigencias sociales, sobre todo en transparencia”, rememora. La internacionalización de las grandes compañías españolas, especialmente en sectores como banca, energía y telecomunicaciones, obligó a adoptar criterios de actuación más rigurosos. Y aunque la RSE se ha profesionalizado y tecnificado, advierte que “sigue dominada por una visión reputacional y aún no afronta de forma integral las externalidades negativas del modelo empresarial”.
Crítico con la concepción puramente voluntaria de la RSE, defiende una mayor regulación pública y una transformación más profunda del modelo empresarial: “La urgencia de los desafíos ecológicos puede ser el catalizador de un cambio radical”, afirma con convicción. A quienes empiezan en este ámbito, les recomienda formarse a fondo, conocer bien su empresa y atreverse a actuar con ambición, aunque eso implique ir contracorriente: “La RSE, en gran medida, supone un enfrentamiento con los criterios dominantes del mundo corporativo”.
“El éxito de una estrategia de RSE depende, en primer lugar, del compromiso firme y coherente de la alta dirección”
Su paso por el Grupo BBVA y su vinculación con iniciativas clave como el Observatorio de RSC o el primer número de Corresponsables —medio al que conoció en sus inicios y que, en sus palabras, “ha sido una herramienta fundamental para visibilizar las buenas prácticas empresariales”— consolidan una trayectoria que ha dejado huella. Y si bien se muestra autocrítico con algunos logros pendientes, tiene claro cómo le gustaría ser recordado: como alguien que intentó, con modestia y sinceridad, contribuir a que su empresa fuera mejor, “escuchando y atendiendo con respeto y compromiso a todas las personas y entidades con las que tuvo el privilegio de colaborar”.
Con motivo del 20º aniversario de Corresponsables, hemos tenido el honor de conversar con José Ángel Moreno Izquierdo, una figura clave y profundamente inspiradora en la historia de la responsabilidad social empresarial en España. Más allá de sus relevantes cargos —como Director de Responsabilidad Corporativa del Grupo BBVA o Director General de las fundaciones Banco Exterior y Argentaria—, José Ángel ha sido y sigue siendo un faro ético, una voz crítica y comprometida con una economía más justa, humana y democrática. Actualmente es miembro de Economistas sin Fronteras, organización desde la que continúa impulsando una visión ética y transformadora de la economía.
Economista de formación, su trayectoria profesional ha transcurrido en el sector financiero, donde también ejerció como economista del Servicio de Estudios del Banco Exterior de España, y donde, ya en su madurez profesional, decidió dar un paso valiente hacia la transformación social, participando activamente en la creación de la Fundación BBVA Microfinanzas y más tarde dedicándose a la docencia de la RSE en universidades como la de Navarra y la UNED.
“La tentación de convertir la RSE en un mero instrumento reputacional es constante, especialmente en empresas cotizadas”
Autor de numerosos artículos y de dos libros esenciales —Entre el fragor y el desconcierto (2000) y Poder corporativo, irresponsabilidad empresarial y democracia económica (2021)—, José Ángel representa a una generación de profesionales que no se conformaron con lo posible, sino que trabajaron por lo necesario. A quienes no entendieron la responsabilidad social como un departamento, sino como un compromiso ético transversal, profundo y transformador.
Mi vinculación inicial con la RSE se remonta a los años noventa, durante mi etapa como Director General de la Fundación Argentaria. En ese entonces, promoví investigaciones, seminarios y publicaciones centradas en la ética empresarial y la relación entre empresa y medio ambiente. Sin embargo, fue en noviembre de 2002, al asumir el cargo de Director de RSE del Grupo BBVA, cuando mi implicación en esta materia adquirió una dimensión completa y estructural.
“Si el objetivo es construir empresas que generen un impacto positivo real en la sociedad, se volverá imperativo revisar profundamente el modelo empresarial actual”
Una anécdota significativa de aquella etapa inicial refleja bien el contexto que vivíamos entonces: durante mis primeros meses como Director de RSE, no se me asignó ningún equipo. Conté únicamente con el apoyo ocasional de la secretaria de mi superior y de una consultora externa, contratada puntualmente para colaborar en la elaboración de la primera memoria de RSE del Grupo, cuyo plazo de entrega era inferior a tres meses. Aquellos fueron días marcados por la ilusión, pero también por una carga de trabajo abrumadora que, aún hoy, evoco con cierta angustia.
Sin duda ése fue el primer gran proyecto: la creación de la primera memoria de RSE de la entidad financiera. A pesar de los limitados recursos, se trató de una iniciativa de enorme envergadura que exigió un esfuerzo extraordinario. Fue una etapa de aprendizaje intenso y trabajo exhaustivo, pero también de una gran motivación personal.
En aquellos primeros años predominaban el voluntarismo y la ilusión por parte de algunos individuos, frente a una cierta sorpresa generalizada en el mundo empresarial ante nuevas exigencias sociales, sobre todo relacionadas con la transparencia. Estas demandas afectaron particularmente a las grandes empresas españolas que se estaban internacionalizando desde los años noventa, principalmente hacia América Latina. Las agencias de calificación, organizaciones sociales internacionales y diversos grupos de interés empezaron a exigirles criterios de actuación y niveles de transparencia que, hasta entonces, eran poco comunes en nuestro entorno.
“A quienes se inician en la RSE les diría: ‘Formarse lo máximo posible y atreverse a actuar con ambición, aunque eso implique ir contracorriente’”
La internacionalización de estas grandes compañías, especialmente en la banca, energía y telecomunicaciones, impulsó una primera aproximación a la RSE centrada en la comunicación y la imagen corporativa. Faltaba una reflexión profunda sobre el alcance del proyecto, lo que se tradujo en una escasa planificación y estructura. Desde entonces, sin embargo, se ha avanzado notablemente en las grandes empresas: la RSE ha sido profesionalizada, formalizada y tecnificada. Aunque, a mi juicio, sigue dominada por una visión reputacional y aún no afronta de forma integral las externalidades negativas del modelo empresarial.
Los desafíos fueron numerosos. El principal fue el desconocimiento de la RSE por parte de los altos y medianos directivos, quienes asumían que la responsabilidad corporativa se limitaba a acciones filantrópicas y no afectaba a sus áreas de gestión. Esto generaba resistencias, y exigía un esfuerzo delicado y personalizado de formación y sensibilización. En muchos casos, el responsable de RSE era percibido como alguien sin la autoridad necesaria para influir en los niveles más altos de la organización.
“El principal obstáculo al implementar la RSE fue el desconocimiento de la misma por parte de los directivos”
Otro obstáculo importante fue la escasez de recursos humanos y materiales, especialmente en los inicios. Afortunadamente, en mi caso, el respaldo de la presidencia fue claro, y el equipo fue creciendo con rapidez: en 2007 ya contábamos con un equipo de diez personas. La complejidad estructural del grupo, con presencia en múltiples países y filiales independientes, también dificultó establecer una estrategia común de RSE, algo que no empezó a materializarse hasta 2005. En resumen, las principales barreras eran internas más que externas.
Sí, muchas de las empresas pioneras atravesaron situaciones semejantes. Éramos pocos los que abordábamos la RSE con decisión, y por ello coincidíamos en casi todas las iniciativas y plataformas del sector. Compartíamos dificultades, limitaciones presupuestarias y una firme convicción sobre el valor de nuestro trabajo. Aquellos pioneros impulsaron cambios importantes desde dentro, muchas veces sin contar con el respaldo decidido de sus organizaciones. Fueron líderes sin poder formal, pero con una gran determinación.
Creo que conocí a Corresponsables, y personalmente a Marcos González, en los primeros años del proyecto, probablemente entre 2003 y 2004. Recuerdo vívidamente el primer número de la revista. Lo que más me impresionó de Marcos no fue solo su esfuerzo por sacar adelante una publicación especializada en RSE, sino su convicción profunda de que era posible construir empresas más responsables.
“Corresponsables ha sido una herramienta fundamental para visibilizar las buenas prácticas empresariales y promover la colaboración entre empresas, administraciones y organizaciones sociales.”
Desde entonces, Corresponsables ha sido una herramienta fundamental para visibilizar las buenas prácticas empresariales y promover la colaboración entre empresas, administraciones y organizaciones sociales.
Hablando siempre del caso español, en mi opinión los pioneros en la gestión fueron los responsables de RSE de las primeras empresas que asumieron de forma más expresa esta cuestión. Entre los que me atrevo a destacar (porque fueron con quienes más relación tuve y más experiencias compartí), los responsables de RSE de Iberdrola, Telefónica, Repsol, Mapfre y Eroski.
Y respecto a mis referentes, y ciñéndome al aspecto teórico y formativo, no puedo dejar de mencionar a cinco personas de las que aprendí mucho y que fueron fundamentales en mi bagaje profesional: Adela Cortina, Marta de la Cuesta, Josep María Lozano, José Miguel Rodríguez y Antonio Vives. Y junto a ellos, un político que fue decisivo en el impulso inicial de una RSE exigente en nuestro país y al que nunca se le agradecerá bastante su aportación: Ramón Jáuregui.
Un caso modesto, pero eficaz: el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa. Quizás no se le pueda calificar como emblemático, pero para mí representa un ejemplo excepcional de rigor en la evaluación de la RSE de las grandes empresas españolas, con total independencia y con muy modestos recursos económicos.
“La responsabilidad social empresarial no es un departamento, sino un compromiso ético transversal, profundo y transformador”
En buena medida, la respuesta se encuentra implícita en los puntos anteriores, pero me gustaría destacar dos aspectos clave. Por un lado, el creciente descrédito de la concepción empresarial de la RSE entendida de forma estrictamente voluntaria e instrumental. Por otro lado, se constata cada vez con mayor claridad el impacto negativo que tiene para la sociedad una gestión empresarial centrada obsesivamente en la maximización del beneficio a corto plazo.
En cuanto a hitos concretos, creo que han sido especialmente relevantes los múltiples documentos y directivas de la Unión Europea sobre estas cuestiones (empezando por el inicial Libro Verde), el Pacto Mundial de Naciones Unidas (muy insuficiente, pero que ayudó indudablemente a la difusión de la RSE), los Principios Rectores de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos y Empresas, los acuerdos internacionales sobre cambio climático auspiciados por Naciones Unidas (especialmente el Acuerdo de París de 2015) y las primeras leyes nacionales de diferentes países (y especialmente la francesa) sobre información de RSE, Derechos Humanos y Sostenibilidad.
“La urgencia de los desafíos ecológicos puede ser el catalizador de un cambio radical”
Respecto a los factores que han impulsado esta concienciación creciente por la RSE entendida en sentido amplio, me parece necesario insistir en la movilización de las organizaciones sociales y en la preocupación de los organismos internacionales y, sobre todo, de la Comisión Europea y del Parlamento Europeo, por estos temas, así como en la ingente literatura académica crítica con la mencionada concepción convencional de la RSE y con la gestión empresarial cortoplacista.
He observado varios cambios significativos en la evolución de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en España a lo largo de los años. En primer lugar, se ha alcanzado un conocimiento mucho más profundo y extendido sobre lo que realmente supone la RSE, tanto en el ámbito empresarial como en la sociedad en general. En segundo lugar, ha crecido notablemente la preocupación por su aplicación entre los principales organismos internacionales y la sociedad civil.
Además, se ha producido un notable incremento de la legislación y la regulación, especialmente impulsadas por la Unión Europea. A esto se suma la expansión de una industria especializada compuesta por consultores, auditores, certificadores, comunicadores…, lo que ha contribuido a su aplicación, pero también ha supuesto una mercantilización de la misma y una sofisticación en ocasiones excesiva.
“La RSE ha sido profesionalizada, formalizada y tecnificada, pero sigue dominada por una visión reputacional”
Por último, se ha impuesto una creciente exigencia de profesionalización y tecnificación en los responsables de su gestión dentro de las grandes empresas, lo que ha elevado los estándares, pero también la complejidad del ejercicio de sus funciones.
He aprendido que el éxito de una estrategia de RSE depende, en primer lugar, del compromiso firme y coherente de la alta dirección. Además, es imprescindible dotar al área de RSE de recursos suficientes y situarla en un nivel jerárquico que permita su interlocución directa con las áreas clave de la empresa.
También he constatado que la tentación de convertir la RSE en un mero instrumento reputacional es constante, especialmente en empresas cotizadas. Por ello, creo que es indispensable avanzar hacia una mayor regulación y control públicos de las prácticas empresariales.
“Memorable” es un calificativo demasiado grandilocuente para mi trayectoria profesional, pero recuerdo con especial orgullo dos modestos logros: la buena calificación que, al menos en términos comparativos, se otorgó generalizadamente al informe de RSE de nuestro grupo en los años en que fui responsable del área y la muy buena sintonía que mantuve con las organizaciones sociales dedicadas al seguimiento de la RSE, incluso en casos en que eran muy críticas con las empresas.
En cuanto a objetivos que creo que no llegué a conseguir satisfactoriamente, destacaría los insuficientes progresos realizados en la concienciación de los directivos de muchos de los departamentos esenciales en la actividad del banco en que trabajaba acerca de la importancia y del contenido de la RSE en sus ámbitos.
He experimentado un progresivo desencanto respecto a las posibilidades que ofrece la concepción convencional de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y la capacidad de las empresas para asumir de manera consistente sus múltiples responsabilidades con la sociedad.
Aunque considero útiles las figuras del responsable y del departamento de RSE, sus limitaciones son evidentes. Es común que la dirección de la empresa los utilice de forma puramente instrumental.
Por ello, me he vuelto cada vez más crítico con la concepción voluntaria de la RSE y partidario de una regulación y control públicos más severos y exigentes, especialmente en las grandes corporaciones.
A quienes se inician en el ámbito de la Responsabilidad Social Empresarial, me atrevo a ofrecer dos recomendaciones esenciales. En primer lugar, les animaría a formarse lo máximo posible en RSE y a conocer en profundidad tanto su empresa como el sector en el que se desenvuelven. La comprensión del entorno es clave para una gestión eficaz. En segundo lugar, les invito a ser ambiciosos en sus metas: a trabajar con determinación por mejorar los comportamientos empresariales, incluso si esto implica enfrentarse a discrepancias con sectores de la dirección.
“La RSE, en gran medida, supone un enfrentamiento con los criterios dominantes del mundo corporativo.”
Han de estar dispuestos a asumir los riesgos profesionales que esto conlleva, sin perder de vista que deben también ser realistas respecto a sus expectativas. El entorno empresarial actual, profundamente influenciado por la lógica del corto plazo, tiende a desincentivar —e incluso a impedir— el desarrollo de una responsabilidad social verdaderamente auténtica y coherente. No deben olvidar que la RSE, en gran medida, supone un enfrentamiento con los criterios dominantes en el mundo corporativo.
Respecto al futuro de la RSE y la sostenibilidad, estoy convencido de que estará marcado por dos tendencias principales. La primera, un aumento notable en la complejidad de la gestión, con una creciente necesidad de cuantificar y medir los impactos y resultados, así como una integración cada vez más intensa de la digitalización y la inteligencia artificial en los procesos. La segunda tendencia será una mayor complejidad en el ámbito regulador y legislativo, impulsada especialmente desde instancias internacionales y supranacionales. Todo ello exigirá un perfil profesional más especializado y con competencias cada vez más sofisticadas.
En cuanto a los retos que se vislumbran en el horizonte, el más significativo será, sin duda, la creciente tensión entre una RSE real y transformadora y los objetivos empresariales centrados en la maximización del beneficio a corto plazo. Afrontar esa contradicción requerirá decisiones valientes, tanto por parte de las empresas que deseen avanzar sinceramente en sostenibilidad, como por parte de los gobiernos y organismos internacionales llamados a regular y exigir un comportamiento más ético y responsable. En este contexto, la dimensión ecológica se convertirá en un factor cada vez más apremiante, introduciendo limitaciones urgentes e intensas en la actividad empresarial y acelerando la necesidad de replantear los modelos de negocio vigentes.
De hecho, si el objetivo es construir empresas que generen un impacto positivo real en la sociedad, se volverá imperativo revisar profundamente el modelo empresarial actual.Ahora bien, entre estas dificultades también se esconde una gran oportunidad: precisamente la urgencia y la gravedad de los desafíos ecológicos pueden ser el catalizador de un cambio radical.
Las empresas que sepan leer adecuadamente el presente y anticipar el futuro con una mirada positiva, amplia y de largo alcance, serán las que lideren la transformación hacia una economía verdaderamente sostenible.
Si tuviera la posibilidad de volver al punto de partida, sin duda plantearía mayores condiciones a mi empresa antes de aceptar el cargo de director de RSE. Esas garantías iniciales habrían facilitado el desarrollo más sólido de una estrategia verdaderamente transformadora desde el inicio.
Y si tengo que elegir cómo me gustaría ser recordado en este campo, diría que como alguien consciente de las limitaciones inherentes a la voluntariedad en el progreso de la RSE, pero que, a pesar de ello, intentó, con modestia y sinceridad, contribuir a que su empresa fuera mejor.
Alguien que procuró escuchar y atender con respeto y compromiso a todas las personas y entidades con las que, en el ejercicio de sus funciones, tuvo el privilegio de colaborar.
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]]>El financiamiento del proyecto Illa abre la conversación sobre modelos que aprovechan el almacenamiento solar nocturno, siendo tendencia en la región.
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]]>El reciente financiamiento del proyecto Illa, la mayor planta solar del país, con el formato project finance, sigue motivando al sector energético peruano a encontrar nuevas fórmulas para un suministro eléctrico limpio y rentable. Una de las innovaciones que está marcando la pauta en la región latinoamericana son los PPA nocturnos, tendencia que muestra un camino exitoso en Chile. ¿Puede el Perú seguir esa ruta?
Diego Harman, socio de Garrigues en Perú, estudio con el que lideró la transacción del préstamo de US$ 289 millones para el proyecto Illa, explica en qué consisten los PPA nocturnos. “Son contratos de suministro eléctrico a largo plazo suscritos entre un generador de energía solar con almacenamiento de batería (BESS) y un comprador de energía, en que el primero suministra energía al segundo en un horario nocturno”.
De esta forma, indica el abogado, la empresa generadora puede almacenar el excedente de energía producido durante el día para venderlo en la noche a otro precio. Agrega que en Chile los PPA nocturnos y los BESS han tenido éxito en los últimos años.
El país vecino vive las ventajas de los PPA nocturnos desde que experimentó una sobreabundancia de proyectos, llevando a una gran reducción de los precios en el horario solar. “El fenómeno incentivó el desarrollo del sistema de almacenamiento de batería (BESS), que permite a las empresas guardar el excedente de energía generado en el día a un precio muy bajo para utilizarlo o venderlo por la noche a un precio muy superior”, refiere Diego Perales, of counsel de Garrigues en Chile.
Además del fenómeno vivido, otro factor que impulsa a los PPA nocturnos en Chile es una normativa que incentiva el desarrollo de sistemas de almacenamiento, garantizando el reconocimiento de su capacidad por diez años. “Esta regulación brindada seguridad financiera a inversores y permite que los proyectos obtengan beneficios económicos al reconocerles su contribución a la estabilidad del sistema eléctrico del país”, explica el abogado chileno, especialista en energía.
Según, Giancarlo Vignolo, asociado principal de Garrigues en Perú y experto en energía, la inclusión de PPA nocturnos en el país con precios diferenciados implicaría la posible modificación de normas como la Ley 25844 de Concesiones Eléctricas, y/o la Ley 28832 para asegurar el desarrollo eficiente de la generación eléctrica. “Fuera del nivel legislativo, sería necesario adaptar el Reglamento de la Ley de Concesiones Eléctricas y los procedimientos del COES, entre otras normas infralegales”, agrega.
Este paso permitiría al Perú contar con una mayor oferta de energía limpia. Claudio Tabilo, counsel en Chile de G-advisory, la filial de consultoría técnica, económica y estratégica en energía y ESG de Garrigues, adelanta que “en la medida que se fomente la inclusión de sistemas de almacenamiento con un rol clave para los PPA nocturnos, más proyectos renovables serán capaces de conectarse al Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN)”.
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]]>Desde Tocopilla, la compañía chilena consolida su liderazgo ambiental y de seguridad con avances que trascienden los estándares normativos.
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]]>En un hito que marca un antes y un después en la industria química chilena, SQM Yodo Nutrición Vegetal ha alcanzado cinco certificaciones nacionales e internacionales que consolidan su compromiso con la sostenibilidad, la seguridad laboral y la economía circular. La ceremonia, realizada en la ciudad de Tocopilla, reunió a autoridades, trabajadores y representantes del sector para celebrar los logros obtenidos por las faenas de Coya Sur y Puerto Tocopilla.
Entre las acreditaciones más destacadas se encuentra la ISO 45001:2018, que reconoce el sistema de gestión en seguridad y salud en el trabajo. Con esta, SQM se convierte en el primer centro operativo de su división en alcanzar este estándar internacional, un paso firme hacia la excelencia operativa.
A ello se suma la recertificación de su Sistema de Gestión Ambiental bajo la norma ISO 14001:2015, que extiende su vigencia por tres años más. Esta doble validación respalda no solo el cumplimiento normativo de la compañía, sino también su visión de sostenibilidad a largo plazo.
“Son pocas las empresas que logran sostener un compromiso real y constante con la seguridad, la salud ocupacional y el medioambiente. Esto habla de una cultura organizacional alineada con el desarrollo sostenible”, sostuvo Raúl Trigo, gerente de certificación en TÜV Rheinland Chile.
Economía circular como eje estratégico
Las operaciones de Coya Sur y Puerto Tocopilla también fueron reconocidas con el Sello del Acuerdo de Producción Limpia (APL), entregado por la Asociación de Industriales Químicos de Chile (ASIQUIM A.G.). Esta distinción evidencia una gestión eficiente de residuos y un enfoque productivo basado en la economía circular.
“Este nivel 1 de certificación en el programa Responsible Care confirma que SQM está operando con un estándar sobresaliente en seguridad, medioambiente y responsabilidad social”, explicó Cinthya Rojo, subgerente de ASIQUIM.
Innovación en puertos sustentables
Otro paso relevante fue la validación del sistema Port Environmental Review System (PERS) de EcoPorts, la principal iniciativa ambiental del sector portuario europeo. Esta certificación implica una gestión ambiental alineada con estándares globales, superando las exigencias locales y posicionando al puerto de SQM Yodo como un modelo de operación responsable.
“Estas cinco certificaciones no son un punto de llegada, sino el punto de partida de una nueva etapa para nosotros. Representan el trabajo colectivo y nuestro propósito de operar con impacto positivo, cuidando a las personas, al entorno y proyectándonos hacia el futuro”, indicó Javier Tobares, subgerente de Operaciones Portuarias de la empresa.
Un modelo exportable desde el norte de Chile
Con presencia en más de 110 países, SQM Yodo Nutrición Vegetal no solo exporta productos, sino también un modelo de gestión sostenible que puede inspirar a otras industrias extractivas. En un contexto global donde la transparencia, el cuidado ambiental y el bienestar laboral son prioridades, la compañía emerge como un caso emblemático del nuevo paradigma productivo que demanda el siglo XXI.
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]]>Entrevistamos a Mauricio López González, Vicepresidente de Andesco y Director Ejecutivo de la Red Colombia del Pacto Global de las Naciones Unidas
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Con esta convicción expresada en el titular, Mauricio López ha recorrido más de dos décadas al servicio de la responsabilidad social y el desarrollo sostenible en Colombia. Fue en 2003 cuando inició su andadura profesional en este ámbito, en un momento en que la RSE aún se entendía desde un enfoque eminentemente filantrópico. Desde entonces, ha sido testigo y protagonista de una transformación profunda: “La sostenibilidad ya no es un complemento, sino una dimensión estratégica”, afirma este ingeniero civil de formación, con más de 43 años como catedrático universitario.
El desde hace bastantes años Director Ejecutivo de la Red Colombiana del Pacto Global de las Naciones Unidas recuerda que, al inicio, “la RSE se concebía aún como una práctica esencialmente filantrópica” y que “uno de los grandes desafíos fue el desconocimiento general sobre qué implicaba realmente la RSE”.
Su relación con Corresponsables, que cumple 20 años en 2025, ha sido una constante: “Corresponsables ha sido un referente en el ecosistema iberoamericano de sostenibilidad”, destaca Maurico López que ha aprendido “que la persistencia en la narrativa y la gestión del conocimiento son fundamentales”.
Firme defensor de las alianzas estratégicas, reconoce que, si comenzara ahora, “sería más contundente en los mensajes, mostrando desde el principio cómo estas reflexiones no solo son necesarias desde un punto de vista ético, sino también estratégicas para la competitividad y la productividad empresarial”.
Mauricio López, uno de los grandes pioneros de la Sostenibilidad, mira al futuro con esperanza y compromiso: “El futuro será sostenible si nos atrevemos a construirlo desde hoy”.
Mi incursión en la Responsabilidad Social Empresarial comenzó en 2003, cuando en el sector de los servicios públicos empezamos a debatir sobre la forma más adecuada de documentar y sistematizar las actividades de RSE en las empresas. Fue una etapa de descubrimiento, impulsada por un estudio que realizamos en Andesco, en alianza con la Universidad Externado de Colombia, que nos permitió conocer de primera mano buenas prácticas empresariales.
Recuerdo que, en ese momento, la RSE se concebía aún como una práctica esencialmente filantrópica. Era necesario establecer una distinción clara entre la misión inherente de las empresas, como es la prestación de servicios públicos, y aquellas acciones voluntarias que iban más allá del deber institucional. Fue precisamente esa reflexión la que marcó el inicio de un cambio de paradigma.
Mi primer proyecto fue una encuesta sobre el estado de la RSE en el sector de servicios públicos, realizada en 2003 y cuyos resultados se presentaron en 2004. Este ejercicio nos permitió tener una visión más clara del punto de partida del sector en materia de sostenibilidad. En paralelo, comenzamos a explorar el Pacto Global, cuando aún era un proyecto incipiente en Colombia, impulsado por el PNUD con fondos canadienses.
Uno de los grandes desafíos fue el desconocimiento general sobre qué implicaba realmente la RSE. Con el tiempo, hemos ido profundizando en sus múltiples derivaciones: Desarrollo Sostenible, Principios del Pacto Global, Agenda 2030, ODS, Valor Compartido, ASG (ESG), entre otros conceptos clave. Aun así, persisten barreras estructurales, como las dificultades económicas del país, que generan incertidumbre empresarial y frenan el avance sostenido en sostenibilidad.
He sido testigo de cómo muchas organizaciones enfrentan los mismos retos: limitaciones presupuestarias, falta de conocimiento técnico, escasa cultura de sostenibilidad. Todo ello se agudiza en contextos de crisis o de inestabilidad institucional. Sin embargo, esos obstáculos no han impedido el crecimiento del movimiento. La clave ha sido la persistencia y la creación de alianzas estratégicas.
Desde el año 2009, cuando se consolidó la Red Formal del Pacto Global en Colombia, mantenemos una relación estrecha y de cooperación con Corresponsables. Considero que el medio ha desempeñado un papel fundamental al difundir experiencias, compartir buenas prácticas y visibilizar historias que inspiran. En estos 20 años, ha sido un referente en el ecosistema iberoamericano de sostenibilidad.
Las 600 organizaciones que conforman la Red Colombiana del Pacto Global son para mí referentes valiosísimos. En su fundación destaco la labor de Andesco y sus empresas afiliadas de servicios públicos, así como la Cámara de Comercio de Bogotá, Compensar, y diversas universidades que han contribuido desde el conocimiento.
Destacaría, por un lado, el creciente conocimiento y concienciación ciudadana, y por otro, la mayor exigencia de integrar las dimensiones social y ambiental con la económica, bajo el principio de respeto por los derechos humanos y la transparencia en la relación con los grupos de interés. También ha sido clave el impulso normativo y la presión internacional.
Uno de los momentos más satisfactorios ha sido presenciar el crecimiento de la Red Colombiana del Pacto Global, que hoy reúne a más de 600 empresas y organizaciones. Sus programas y eventos han alcanzado relevancia nacional y reconocimiento regional. En contraste, la realidad económica del país sigue siendo una limitación seria para avanzar al ritmo deseado.
La transformación ha sido profunda. Pasamos de una concepción marginal de la RSE a situarla en el eje mismo del propósito de las empresas de servicios públicos y de comunicaciones. Hoy participamos activamente en la Red Colombiana del Pacto Global de las Naciones Unidas, lo cual es reflejo de esa evolución. La sostenibilidad ya no es un “complemento”, sino una dimensión estratégica.
Sin duda, lo es. La Red Colombiana es un caso de éxito ampliamente reconocido, tanto a nivel nacional como en América Latina. Ha demostrado que es posible articular a múltiples actores en torno a una agenda común de desarrollo sostenible.
¿Qué relación mantenéis con otras redes internacionales como la del Pacto Mundial de España?
Nuestra relación con la Red Española del Pacto Mundial ha sido muy enriquecedora. De hecho, España tiene la red más importante del mundo, y ha sido para nosotros una fuente constante de buenas prácticas y aprendizajes, que hemos podido adaptar y replicar en el contexto colombiano.
Mi recomendación es seguir trabajando en sinergia con las redes locales del Pacto Global. Solo desde la cooperación multisectorial lograremos afrontar los retos sociales, ambientales y económicos que nos plantea el presente.
He aprendido que la persistencia en la narrativa y la gestión del conocimiento son fundamentales. La sostenibilidad no se impone, se construye colectivamente, mediante redes de cooperación como la Red Colombiana del Pacto Global, que ha sido una plataforma esencial en este recorrido. La coherencia entre discurso y práctica también ha sido una lección crucial.
Sin duda, he alcanzado un mayor conocimiento y liderazgo en temas de RSE y sostenibilidad. Pero lo más valioso ha sido tener la oportunidad de conocer de cerca lo que hacen las empresas y organizaciones en esta materia, y entender cómo enfrentan los desafíos que implica integrar la sostenibilidad en sus operaciones y culturas organizacionales.
Les diría que aprendan más, se abran a nuevas experiencias y se atrevan a innovar en todos los ámbitos: ambiental, social, económico, cultural, tecnológico. El futuro será sostenible si nos atrevemos a construirlo desde hoy.
A pesar de los desafíos, soy optimista. Cada vez más empresas, organizaciones y ciudadanos comprenden la importancia de actuar con responsabilidad. La presión social y el avance normativo jugarán un papel crucial en este proceso.
Creo que mi principal aporte ha sido, día tras día, mostrar que la sostenibilidad, desde el conocimiento y la narrativa, es el guion imprescindible para construir un futuro mejor, sin dejar a nadie atrás.
Y sí, sería más contundente en los mensajes, mostrando desde el principio cómo estas reflexiones no solo son necesarias desde un punto de vista ético, sino también estratégicas para la competitividad y la productividad empresarial.
Me gustaría ser recordado como un optimista de la capacidad del ser humano para avanzar positivamente, apoyando a los demás y construyendo comunidad en torno a valores compartidos.
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