"La lista de espera para solicitar las ayudas estivales de becas comedor ha aumentado en un 155%"

"Sobre las espaldas de muchas de las ONG que estamos interviniendo en España está recayendo el peso de la crisis y de la desinversión del Estado en el bienestar de los ciudadanos"

03-11-2017
Marifé Escobar, responsable de Relaciones Corporativas en Educo

Ahora que se acerca el verano y el final de las clases, muchos niños se quedarán sin su comida principal del día al no poder asistir al comedor escolar. Para paliar esta situación contáis con las Becas Educo, ¿cómo os estáis preparando para este verano?

Efectivamente, un año más desde Educo hemos reaccionado a lo que está ocurriendo en nuestro país con la infancia. Las cifras son tozudas y el INE nos acaba de recordar hace unos días que la tasa de pobreza y exclusión social de la infancia es del 33,4%. Según Eurostat, un niño está en riesgo de pobreza o exclusión social cuando, por ejemplo, no puede irse de vacaciones ni una semana al año, no come adecuadamente, su familia no tiene trabajo nunca o casi nunca o cuando sus padres tienen unos ingresos inferiores al 60% de la media. En España estamos hablando de 2,6 millones de niños y niñas.

Este es el tercer verano que ponemos en marcha la campaña de Becas comedor y tenemos que decir que la situación no ha mejorado, hemos visto como la lista de espera para solicitar las ayudas estivales de becas comedor ha aumentado en un 155% respecto al pasado verano.

Este verano tenemos previsto repartir 140.000 comidas a niños a través de entidades sociales en las 17 comunidades autónomas y actuaremos como siempre en coordinación con escuelas y entidades sociales que organizarán campamentos urbanos, actividades educativas, lúdicas y deportivas. El programa, que empezó el pasado 23 de junio finalizará el 9 de septiembre.

 

El programa de Becas Educo lo pusisteis en marcha en 2013. ¿Cómo surgió la idea y cuantas comidas habéis repartido desde entonces?

El programa Becas Comedor nace con el objetivo de dar visibilidad y ayudar a resolver un grave problema social. Hace tres años algunas escuelas públicas en las que trabajamos programas de derechos de infancia, interculturalidad y participación infantil nos alertaron de la difícil situación que estaban atravesando familias a las que las diferentes administraciones les habían denegado la beca comedor, a pesar de necesitarla. El comedor escolar es una herramienta indispensable para la consecución de dos objetivos: el derecho a la educación y el derecho a la alimentación, ambos inherentes cualquier niño o niña.

Desde el inicio del programa en 2013 hasta el inicio del nuevo curso hemos distribuido cerca de 1.550.000 comidas, lo que supone un total de 18.000 becas, en 266 escuelas y 79 entidades sociales de ocio infantil de las 17 Comunidades Autónomas. Todo esto está siendo posible gracias al compromiso de más de 300 empresas y 30.000 personas.

 

Con la crisis económica se ha incrementado el número de familias y niños vulnerables o en riesgo de exclusión. El papel de ONG como vosotros para garantizar la calidad de vida de estas familias y al acceso a servicios básicos es indispensable. Sin embargo, hay quien tiene la sensación de que el Tercer Sector, en cierta manera, está asumiendo un rol de servicios sociales que debería ser el del Estado. ¿Qué opinas al respecto?

No es una sensación, es una realidad. Sobre las espaldas de muchas de las ONG que estamos interviniendo en España está recayendo el peso de la crisis y de la desinversión del Estado en el bienestar de los ciudadanos. Algunas políticas públicas han contribuido también a aumentar la brecha de la desigualdad de forma que la precariedad se ha instalado en muchas familias. Nosotros, que llevamos 25 años trabajando por el derecho a la educación en 14 países y que conocemos bien la cara más amarga de la necesidad extrema, nunca hubiéramos pensado que tendríamos que llegar a tener que intervenir en España donde la situación de pobreza y exclusión social alcanza a 1 de cada 3 niños y niñas y donde muchos de ellos no tienen garantizada la comida que, para muchos, va a ser la única en el día.

Las ONG representamos el malestar y el compromiso de la sociedad civil con esta situación y muchas otras situaciones injustas, pero la solidaridad de la ciudadanía no debe ocultar la responsabilidad de los poderes públicos.

 

Recientemente habéis firmado con Bureau Veritas un acuerdo para confeccionar una norma de gestión de la promoción y cumplimiento de los derechos de la infancia en las organizaciones. ¿Qué parámetros seguirá esta norma y cuáles son sus principales objetivos?

Sí, esta norma nace con intención de implicar en la protección de los derechos de la infancia a aquellas organizaciones que tengan la voluntad de integrar los aspectos relacionados con estos derechos en su gestión general de forma sistemática y transversal. Esta norma en la que venimos trabajando conjuntamente Bureau Veritas y Educo desde hace meses propone un sistema de gestión basado en un ciclo de mejora continua y sigue parámetros auditables que pueden ser de aplicación general y está basada en estándares internacionales publicados por organizaciones de reconocido prestigio como UNICEF, OIT o Global Compact.

La gran mayoría de los códigos éticos empresariales incluyen el compromiso de abolir el trabajo infantil. Obviamente la abolición del trabajo infantil es un punto fundamental pero, ¿es suficiente? Si una organización no trabaja con proveedores de países de riesgo, ¿puede despreocuparse o limitarse a colaborar con alguna ONG especializada como la nuestra? Los derechos de los niños van mucho más allá de la no explotación y las organizaciones tienen influencia en muchos otros aspectos: nivel de vida adecuado, familia, educación, seguridad y salud, participación, protección de la intimidad… En octubre habremos acabado el proceso de elaboración de la norma y la presentaremos en rueda de prensa.

 

En octubre del año pasado celebrasteis el I Congreso Internacional Educo. ¿Qué conclusiones se extrajeron? ¿Habrá un II Congreso próximamente?

El I Congreso Internacional de Educo se celebró en octubre de 2015 coincidiendo con el momento en que la comunidad internacional hacía balance de los logros y retos conseguidos con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

El Congreso contó con varios enfoques temáticos: el bienestar infantil, el derecho a la educación, a la protección y a la participación y puso de relieve entre otras cosas que la pobreza infantil no es solo una cuestión de carencia material. Niños y niñas que no viven bajo el umbral de la pobreza pueden ver sin embargo limitadas sus oportunidades debido a factores como la violencia doméstica o la discriminación de género. Los actores sociales y agentes públicos debemos abordar el bienestar infantil y el disfrute de derechos con una visión que va más allá de los recursos económicos y que debe incluir lo que dicen y piensan los niños y niñas sobre su satisfacción vital (bienestar subjetivo) y sobre sus relaciones sociales (bienestar relacional). Solo de esta manera podremos conseguir entornos felices y seguros donde puedan desarrollarse y tener una vida digna.

Para contar con su participación y conocer su opinión, es necesario fomentar y promover en los diferentes entornos de su vida una educación abierta, inclusiva y protectora, que les permita desarrollar todo su potencial, poniendo el acento en la infancia como grupo social, como ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho. Un discurso que da centralidad a la participación de la infancia en la construcción de ciudades, espacios y proyectos, desmontando el adultocentrismo que se ha instalado en nuestra sociedad.

Además, se puso de relieve la necesidad de reforzar el conocimiento, apropiación y aprendizaje de niños y niñas de la Convención de los Derechos del Niño aprobada en 1989 por Naciones Unidas, para conseguir que su aplicación sea efectiva y que su consecución sea el motor de su bienestar.

 

A nivel internacional, ¿en qué causas sociales o iniciativas estáis involucrados actualmente?

Actualmente estamos llevando a cabo 135 proyectos que benefician a más de 748.000 personas entre niños y adultos. Los proyectos tienen que ver con educación (mejora de la calidad educativa, inserción escolar de niños en situación de extrema vulnerabilidad -niños trabajadores- abandono escolar temprano), protección infantil (prevención de la violencia de género y los abusos, infancia en situación de calle, prevención del tráfico de niños y niñas), participación social (refuerzo de la participación de la comunidad en las escuelas) salud y nutrición (Acceso al agua, mejora de las condiciones sociosanitarias y de salud nutricional) y desarrollo económico (Aumento del rendimiento de la producción agrícola, acceso a la empleabilidad, educación socio productiva).

 

Desde vuestra experiencia, ¿cómo han evolucionado en los últimos años las alianzas entre empresas y ONG y hacia dónde se encaminan?

Las relaciones entre ONG y empresas han dado un vuelco en los últimos años. Varios han sido los factores que han marcado esta necesidad de colaborar: por un lado, la desinversión del Estado en programas de cooperación al desarrollo y en políticas sociales locales que ha llevado a las ONG a entender la necesidad de sumar esfuerzos con otros actores para garantizar su sostenibilidad y cumplir con sus objetivos. Este acercamiento ha favorecido también la profesionalización de las entidades del tercer sector que han incrementado su visión y gestión estratégica, desarrollado culturas organizativas, se han hecho más sensibles al cambio, han capacitado equipos y orientado su gestión a resultados. De este modo se han revelado como socios más estratégicos para las empresas, que cada día exigen conocer mejor el impacto de sus inversiones sociales. En el futuro el éxito de las relaciones entre empresas y ONG va a seguir siendo la confianza mutua, la transparencia, la confluencia de valores y entender bien qué necesita cada uno del otro y cuál es el rol propio en una relación que debe ser diseñada, por lo menos, a medio plazo.

Por otro lado, el auge de la incorporación de la RSE en las empresas; de otra manera de entender su responsabilidad con el entorno y con las comunidades en las que operan está contribuyendo a que éstas se reconozcan como agentes activos de cambio social y desarrollo.

Un tercer factor importante ha entrado también en escena; el consumidor responsable que está empezando a discriminar negativamente productos de empresas por sus malas prácticas y a fidelizar el consumo de productos de empresas socialmente responsables.

 

¿Cuáles crees que son los retos de España en cuanto a protección de la infancia y cooperación al desarrollo?

Desde hace un tiempo venimos impulsando junto a otros actores sociales la necesidad de que se establezca en nuestro país un Pacto de Estado por la Infancia, pacto que debería adoptar como primera medida una ayuda universal por hijo/a a cargo de 1.200€ al año que debería der establecida de forma urgente para las familias que perciben la renta básica.

En el ámbito de la protección, los esfuerzos se están centrando en este momento en impulsar la elaboración de una ley orgánica para la erradicación de la violencia y maltrato infantil, inspirada en la experiencia de la ley de violencia de género. Mencionar además dos deudas históricas que es necesario abordar con urgencia: el aumento de la inversión en políticas prevención que contribuyan a la construcción de una cultura de buen trato hacia nuestra infancia y acometer de una vez por todas la unificación de los sistemas de recogida de datos de violencia y maltrato infantil.

En cooperación al desarrollo los retos están relacionados con la nueva agenda global de desarrollo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por Naciones Unidas. Los ODS dirigen la mirada a la urgencia de acabar con la pobreza y la desigualdad, protegiendo el medioambiente y construyendo sociedades democráticas y pacíficas. En lo que a infancia se refiere destacaría dos novedades que desde Educo veníamos reclamando: la necesidad de garantizar un acceso a una educación de calidad para todos y el compromiso de erradicar toda forma de violencia contra la infancia.

Por último, urge que las administraciones públicas vuelvan cuanto antes, como mínimo, a los niveles de inversión anteriores a la crisis; los recortes han hecho mucho daño al Tercer Sector y, sobre todo, al trabajo que durante décadas hemos realizado en cooperación al desarrollo para reducir la desigualdad y la pobreza en tantos países.